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Gina Vargas de Roemmers, fundadora de Artesia. Foto: Gentileza.
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El arte ancestral llega a Carrasco con una inversión inicial de US$ 500.000 en una nueva casa cultural y gastronómica

Gabriela Viera

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A través de piezas de diferentes países latinoamericanos, el objetivo es ofrecer piezas únicas que destaquen el valor cultural de los artesanos.

23 Septiembre de 2025 09.25

Desde Colombia recorrió un largo periplo para llegar a Uruguay de la mano del arte y los saberes ancestrales. Así, Gina Vargas de Roemmers, especialista en moda y emprendedora inquieta, desembarca con Artesia, una marca que amplifica el valor y la labor de las técnicas tradicionales.

Con sede en la calle Rostand, en el barrio Carrasco, se tratará de un espacio en el que se unen el arte, la artesanía y el trabajo de comunidades indígenas y mujeres rurales de la región, con piezas compradas a partir de una curaduría realizada por Vargas con el propósito de rescatar el valor de lo auténtico y lo originario.

"Cada producto tiene un storytelling para conectar con el artesano y su historia", dijo Vargas en diálogo con Forbes Uruguay. "Artesia propone ser una experiencia, una casa cultural con una curaduría de arte latinoamericano que también une gastronomía", agregó al respecto del modelo de negocio.

La casa, de más de 500 metros cuadrados, será una vidriera para exponer y vender objetos de unos 60 artesanos del continente, que fueron contactados a través de los diversos viajes que Vargas realizó por Latinoamérica. El espacio, que estará abierto al público desde el 1 de octubre, ofrece en el primer piso un área donde habrá piezas de Perú, Bolivia, Colombia, Argentina y Uruguay. En el segundo se instalará un salón audiovisual donde invitará a emprendedores y artistas. La propuesta contará también con una cafetería boutique con café colombiano tostado en origen.

Acción social como impulso

El gran valor de Artesia está en rescatar esas viejas técnicas y tejidos que permiten la elaboración de piezas únicas de cerámica, accesorios y prendas de vestir. "Lo que busco es dar voz, inspirándonos en todo lo que aprendí y viví en mi país y que luego vi en distintos territorios", sostuvo Vargas. 

En esta primera etapa la inversión rondará los US$ 500.000 y se estima llegar a un millón de dólares en total en los próximos años. El valor de las piezas varía según su origen y complejidad. Se podrán encontrar creaciones con precios superiores a los US$ 7.000 realizados por artistas locales e internacionales invitados para estar presentes en cada temporada. Asimismo habrá obras ancestrales de alto valor cultural, con un costo de entre US$ 1.500 y US$ 5.000. 

"Esta propuesta surge del corazón, desde siempre. Me nace desde las ganas de generar un impacto social y económico. Nosotros como latinoamericanos tenemos que sentirnos muy orgullosos de nuestras raíces", dijo Vargas y valoró la geografía del continente, que permite contar con fibras naturales y materiales muy nobles que en otros lugares del mundo no se consiguen. 

Gina Vargas de Roemmers, fundadora de Artesia. Foto: Gentileza.
Gina Vargas de Roemmers, fundadora de Artesia. Foto: Gentileza.

Crear Artesia significó para Vargas "una gran oportunidad para mostrar técnicas milenarias, trabajos hechos a mano y generar un impacto que tiene un gran trasfondo social". Para la empresaria, el desafío es poder acercarse a las comunidades con este propósito y que para ellas esto sea una forma de hacerse sentir. "Necesito que ese ADN continúe y poder llevarlo al mundo", explicó.

"Una ventana"

Con vasta experiencia en propuestas sociales y culturales, Vargas fue madrina de la Fundación Sarmiento, trabajó activamente en otras organizaciones y fue socia fundadora del MACA, entre otras iniciativas. Tras llegar a Uruguay su foco estuvo en gestar un lugar que "sea una ventana para que los emprendedores, los pequeños artesanos y artesanas, puedan mostrar sus productos", sostuvo. 

La empresaria está casada con Alberto Roemmers, quién está al frente de una empresa con 102 años de historia. Con él comparte la pasión por los negocios y el gusto por emprender. El próximo objetivo es dejar huella, generar a través de Artesia una propuesta que busca ser algo más que comercial: busca ser una experiencia que aporte al patrimonio cultural y a preservar oficios, conocimientos y técnicas de una posible extinción. 

Como siguiente etapa, espera sumar otros mercados y ser una ventana más amplia al mundo. Pero el propósito actual es reafirmar el compromiso por la identidad, por el sentirse orgullosos de ser latinoamericanos. "Quiero que sea sinónimo de identidad", concluyó.

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