La Generación Z pisa fuerte dentro de las empresas y, con ella, también una nueva forma de entender el éxito laboral. Los nacidos entre 1995 y 2000, con formación universitaria, ya emancipados del hogar de sus padres y con una presencia activa en el mercado de trabajo, comienzan a imponer nuevas condiciones que tensan el clima interno en muchas organizaciones.
Un estudio de la consultora Adecco reveló que el 73% de estos jóvenes prioriza la flexibilidad horaria, el bienestar personal y la posibilidad de mantener un equilibrio entre vida y trabajo antes que un ascenso. No se trata de una postura aislada ni de una rebeldía generacional sin rumbo. Es una demanda concreta que, de a poco, obliga a repensar las reglas del juego dentro de las estructuras laborales.
Actualmente, la Generación Z representa el 30% de la población. Su peso demográfico y su protagonismo futuro como núcleo de la fuerza laboral para 2050 convierten sus elecciones en un tema de agenda para las áreas de recursos humanos. En muchas empresas, el aterrizaje de estas nuevas camadas viene generando tensiones con los baby boomers y los generación X, cuyas trayectorias laborales se forjaron bajo otros valores.
Choque cultural en las oficinas
El contraste es evidente. Las generaciones anteriores, criadas bajo la idea de que el progreso se alcanza a través del esfuerzo individual y la productividad medible, hoy se ven obligadas a compartir espacio con jóvenes que cuestionan ese paradigma. El trabajo, para los Z, no define la identidad. Tampoco es el centro de sus vidas. Prefieren un empleo que les permita desarrollarse, aprender y vivir tranquilos.
Según el informe de Adecco, el 65% de los consultados evitó ofertas laborales que exigen presencialidad absoluta o que restringen el tiempo libre. La experiencia del teletrabajo durante la pandemia aceleró esta preferencia. Ahora, muchas empresas buscan volver al esquema presencial completo, pero se topan con una resistencia firme.
La discusión ya no es marginal. En algunas empresas se transformó en un verdadero choque cultural. De un lado, los directivos de más edad que ven en la oficina un ámbito de control, eficiencia y compromiso. Del otro, los centennials que consideran que la autonomía y la gestión inteligente del tiempo son claves para trabajar mejor.
"La idea de que la oficina es sinónimo de productividad sigue instalada en muchas organizaciones. Sin embargo, lo que realmente impulsa el desempeño es el bienestar de los empleados. Momentos de desconexión y flexibilidad contribuyen más a la eficiencia que el control absoluto", sostiene el informe de la consultora.
Tecnología, formación y nuevos valores
La Generación Z también se diferencia en otros aspectos. Es la primera camada nativa digital. Nació con Internet ya consolidado y convive con la tecnología desde sus primeros años. Estudia online, consume por e-commerce, se capacita de forma autodidacta y tiene una relación directa con la inteligencia artificial. Las empresas que pretenden captar este talento deben ofrecer entornos donde la transformación digital no sea un obstáculo sino una herramienta cotidiana.
Julián Blausztein, HRBP Manager de Cultura y Desarrollo en Adecco Argentina, asegura que "el gran desafío de las empresas hoy es atraer a una generación que no busca el ascenso como meta principal, sino el aprendizaje y el desarrollo continuo. Valoran experiencias que les permitan crecer sin sacrificar su bienestar".
Según el mismo informe, tres de cada cuatro jóvenes encuestados eligió trabajar en empresas que tengan un fuerte compromiso con la diversidad, la sostenibilidad y la responsabilidad social. Se sienten identificados con organizaciones que promuevan la equidad de género, la inclusión étnica y la salud mental como parte de su cultura diaria.
Esta postura está lejos de ser un capricho. Tiene base educativa. Los centennials son, según los indicadores, la generación más formada de la historia. Tienen tasas más altas de graduación secundaria y menores niveles de deserc�n escolar que sus antecesores. Además, a edades similares, alcanzaron mayores niveles de educación universitaria que los millennials y los X.
Un nuevo contrato laboral
Esto no significa que el salario haya dejado de importar. Sin embargo, sí pasó a un segundo plano si el ambiente laboral no ofrece condiciones saludables. Las empresas que insisten con esquemas rígidos o con lógicas de ascenso piramidal corren el riesgo de perder talento joven.
Para Adecco, el futuro está en entender y acompañar estas demandas. No se trata de resignar productividad ni de ceder ante todos los pedidos. Pero sí de adaptar modelos de trabajo para atraer y fidelizar a quienes, en pocos años, ocuparán puestos clave.
El trabajo remoto, el aprendizaje continuo, la posibilidad de tener horarios flexibles y entornos diversos, aparecen como las condiciones que esta generación impone. Las empresas que las ignoren podrán sostenerse un tiempo, pero estarán desconectadas de las expectativas del mercado que viene.
La Generación Z no busca éxito a cualquier precio. Tampoco persigue un escritorio en la punta de la pirámide. Prefiere un trabajo cómodo, donde la salud mental, el aprendizaje permanente y la calidad de vida no se negocien. Las organizaciones que comprendan este cambio podrán ganar mucho más que productividad: podrán construir futuro