"Escribí mi primera novela a los 40, me divorcié a los 74, me volví a casar a los 77 y estoy escribiendo mi libro #31 a los 83". Isabel Allende resume así su vida cuando Forbes le pregunta qué piensa sobre las mujeres de más de 50 años que sienten que es "demasiado tarde" para reinventarse. La respuesta es contundente: "La edad del calendario no debe ser una razón para limitarnos".
Reconocida este año por Forbes 50 Over 50 y por la revista TIME como una de las Líderes Latinos 2025, la escritora chilena, cuyos libros fueron traducidos a más de 42 idiomas, pasó por Buenos Aires para presentar Mi nombre es Emilia del Valle, su nueva novela. Antes de subir al escenario del Teatro Nacional Cervantes —donde 700 personas la esperaban tras agotar las entradas en cinco minutos—, respondió unas preguntas en exclusiva.
Ante la pregunta de Forbes, Isabel responde que su amiga Grace se recibió de abogada a los 24, se aburrió y empezó a estudiar medicina a los 40. A los 60 se entrenaba para subir al Everest cuando tuvo un accidente de auto que la dejó en silla de ruedas. Sigue ejerciendo medicina. A los 73 años se ordenó de monje budista. "Si vive lo suficiente, capaz que postule para el Cirque du Soleil", bromea. "¡No es demasiado tarde, amigas mías!"
Durante la presentación en el Cervantes, retomó esta idea de la reinvención constante. "Si yo pude casar cerca de los 80, cualquiera lo puede hacer. Si yo consigo novio, cualquiera". La sala estalló en risas y aplausos.
Lo único que la IA no podrá reemplazar
La pregunta sobre inteligencia artificial toca un nervio sensible en la industria editorial. Allende reconoce que "en mi profesión hay un cierto pánico" porque la IA ya puede editar, corregir, traducir y crear el bosquejo de una novela en minutos. "Las posibilidades parecen infinitas", admite.
¿Qué cree que nunca podrá ser reemplazado? "El verdadero amor, piel con piel, alma con alma. Las relaciones y los sentimientos humanos son la esencia de la literatura."
Las señales del autoritarismo
Vivió el golpe de Pinochet en 1973. Hoy vive en Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump. Forbes le preguntó qué señales específicas reconoce cuando una democracia está en peligro real.
Su respuesta es contundente: "Las instituciones que deben controlar el poder del ejecutivo doblaron la rodilla: el Congreso y la Corte Suprema. El gobierno está atacando de frente a la prensa, de hecho, ya existe censura. Hay militares con las caras tapadas y armas de guerra en las calles de varias ciudades. Detienen gente sin juicio, deportan incluso a niños y crearon campos de detención cerrados al escrutinio de las organizaciones de derechos humanos".
Durante la presentación en el Cervantes, fue aún más dura: "En Estados Unidos el sueño americano se terminó. Comprar una casa es casi imposible, la educación endeuda de por vida, no hay trabajos estables".
Las verdades incómodas de sus memorias
Allende está escribiendo sus memorias basándose en las más de 24.000 cartas que intercambió con su madre a lo largo de décadas. Le comentó a Forbes que es "mucho más difícil que una novela" porque hay que quedarse con la verdad.
¿Qué verdad sobre ella misma le resultó más incómoda de enfrentar? "Mi querido padrastro, que murió en mis brazos a los 102 años, solía decir que su vida era perfecta y que no se arrepentía de nada. No es mi caso. Mientras más examino mi pasado, menos perfecta me parece mi vida y más son las cosas de las cuales me arrepiento, especialmente de aquellas ocasiones en que otras personas sufrieron por mi culpa".
"Lo mío es escribir, lo de ellas es vender los libros"
Con 80 millones de libros vendidos y su obra traducida a 42 idiomas, Forbes le preguntó cuál fue la decisión comercial más arriesgada que tomó. La respuesta sorprende por su honestidad: "La verdad es que nunca me planteé la escritura como una carrera o una marca, para mí es una vocación y un placer."
Allende reconoce que tuvo la suerte de contar con Carmen Balcells, la legendaria agente literaria (y considerada impulsora del boom latinoamericano), "a quien le debo la publicación de la mayoría de mis libros", y desde hace diez años con Johanna Castillo. "Ellas tomaron las decisiones comerciales y me limité a hacerles caso, porque lo mío es escribir y lo de ellas es vender los libros".
Durante la presentación, recordó que cuando terminó La casa de los espíritus, Balcells le advirtió: "Esta es una buena novela y te la voy a publicar, pero eso no significa que seas escritora. Por ser mujer vas a tener que hacer el doble de esfuerzo que cualquier hombre para obtener la mitad del reconocimiento".
"Yo no conozco ninguna mujer débil"
Uno de los momentos más emotivos de la noche en el Cervantes fue cuando habló sobre las mujeres fuertes de sus novelas. "Yo no conozco ninguna mujer débil", afirmó categórica. "Cuando me preguntan de dónde salen, pienso: ellas están en todos lados. En mi fundación veo a diario a mujeres que en los momentos más difíciles sostienen la vida sin gloria ni dinero. Ellas inspiran mis libros".
Mi nombre es Emilia del Valle rinde homenaje a las mujeres olvidadas de la historia: en particular, aquellas que seguían a los regimientos en el siglo XIX para cocinar, lavar, asistir a los heridos y morir con ellos si era necesario. "Esas mujeres no figuran para nada, ni en los documentos militares ni en los libros de historia. Me interesaba rescatarlas".
La escritora cerró la velada con una confesión sobre el amor: "He estado enamorada toda la vida. Antes creía que el miedo era lo que movía el mundo. Hoy sé que es el amor: el de una madre, el de pareja, el de las causas que uno abraza".
No había ninguna mujer que saliera de aquel teatro sin una sonrisa en el rostro. La picardía de ocho décadas bien vividas le permite a Isabel Allende decir en público lo que muchas piensan en privado.