Esto debe saber sobre sus compañeros de trabajo que nunca admiten un error
Los errores no reconocidos pueden ser más fáciles para la mente, pero también son oportunidades perdidas de crecimiento.

Para muchos, la idea de estar equivocados es una píldora imposible de tragar. Pueden ir a terapia diciendo cosas como:

  • "Lo hice sólo porque quería ayudarles".
  • "Esto es exactamente lo que me dijeron que hiciera, así que cómo puede haber un error".
  • "Habría estado bien si él/ella no hubiera añadido sus opiniones".

"No puedo decir que me equivoco" es una frase que refleja una lucha a la que se enfrentan muchas personas a la hora de admitir sus faltas. Ya sea que neguemos, justifiquemos, culpemos o ignoremos, enmascara una verdad inviolable: al igual que todos en el mundo, nosotros también cometemos errores y metemos la pata a veces.

Puede ser un reto reconocer cuando hemos cometido un error o hemos albergado una creencia incorrecta. Para algunos, la dificultad para admitir la propia culpa puede convertirse en un patrón recurrente que impide el crecimiento personal y entorpece las relaciones. En lugar de reconocerlo, intentamos salvar la cara negándolo o ignorándolo.

#1. Tu ego está al mando

La palabra latina "ego" se traduce por "yo". Como humanos, es natural actuar en nuestro propio interés y protegernos de las amenazas, tanto físicas como psicológicas. Sin embargo, cruzar la línea que separa la conciencia del ego del "egoísmo" (es decir, un ego inflado que se centra únicamente en satisfacer los propios deseos y necesidades) puede ser más perjudicial para uno mismo que una autoprotección.

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Cuando cruzamos esta línea, empezamos a vivir en la burbuja del perfeccionismo asumido, diciéndonos cosas como: "Siempre tengo que tener razón y no puedo cometer ningún error". Admitir que te equivocás puede alterar tu sentido del orgullo y hacerte pensar que parecés débil, lo que te llevará a nuevos comportamientos de autosabotaje, como:

  • Crear una falsa sensación de derecho y superioridad. Podés sentir que las normas no se aplican a vos o que estás por encima de cualquier reproche. Esto puede conducir a un comportamiento imprudente y a no tener en cuenta las consecuencias de tus actos.
  • Ser cerrado de mente ante las perspectivas de los demás. Tal vez, la única realidad que podés aceptar es la que vos creaste, lo que hace que las opiniones de los demás sean irrelevantes y carezcan de valor.
  • Buscar información que confirme las creencias personales en lugar de cuestionarlas. Un estudio de investigación publicado en la European Economic Review descubrió que las personas suelen negarse a aceptar los comentarios de los supervisores a menos que preserven su visión positiva de sí mismas.

#2. Los traumas del pasado desencadenan la vulnerabilidad

Nuestras experiencias pasadas desempeñan un papel importante en la formación de nuestras creencias y comportamientos actuales, incluida nuestra capacidad para asumir la responsabilidad de nuestros errores. Hay al menos tres razones por las que ciertas experiencias de la infancia pueden hacer que no te sientas seguro reconociendo tus errores y defectos:

  • Miedo al castigo. Los chicos que fueron menospreciados o castigados por cometer el más mínimo error cuando eran pequeños pueden evitar confesar sus errores cuando sean adultos por un temor erróneo a recibir la misma dureza que recibieron cuando eran niños.
  • Miedo a ser juzgado. Los chicos que fueron juzgados principalmente en función de sus logros y fracasos pueden desarrollar un defecto de carácter que los lleve a ocultar o encubrir (en lugar de corregir) sus percances incluso de adultos.
  • Modelado. Los chicos que rara vez observaron a sus cuidadores expresar remordimiento, compasión o perdón pueden tener dificultades para expresar, o esperar recibir, esas mismas emociones como adultos.

Un entorno infantil insolidario, que despreciaba el error humano, puede enseñarnos a ocultar nuestras locuras y a desarrollar pautas de afrontamiento poco saludables en la edad adulta. Esto hace que nos defendamos en lugar de aprender de nuestros errores.

Sin embargo, hay un rayo de esperanza.

Un artículo publicado en el Boletín de Personalidad y Psicología Social muestra que cuando las personas se dan cuenta de que la personalidad es una entidad maleable (no fija), es más probable que admitan sus errores, ya que entienden que los errores son un peldaño hacia una personalidad mejorada.

En otras palabras, asumir la responsabilidad es el primer paso hacia el cambio, y creer que el cambio puede producirse es el precursor de asumir la responsabilidad.

Conclusión

Explorar las razones por las que le resulta tan difícil admitir sus defectos es una excelente manera de iniciar el camino de la superación personal. Con amor, apoyo y ayuda profesional, uno puede desarrollar la humildad necesaria para reconocer y aprender de los contratiempos.

Recordá  que disculparse, admitir un error o cambiar una creencia errónea no te hace menos persona. Demuestra valentía, honestidad y fuerza de carácter.

 

*Con información de Forbes US