Dirigir distinto: el gran paso cultural que las pymes necesitan (y sin dudas pueden dar)
Iván Spollansky autor de El Directorio
Iván Spollansky autor de El Directorio
En tiempos de "macro" transformaciones, donde todo parece moverse a una velocidad insoportable, las pymes argentinas enfrentan un desafío silencioso y más profundo de la "micro": el de seguir dirigiendo con las mismas lógicas de siempre en un mundo que quizás, ya cambió. Las variables —inflación, tasas, incertidumbre, mercado, escasez de recursos— forman parte del paisaje cotidiano, donde el verdadero límite va más allá de lo económico: es cultural.
Durante años, muchas empresas subsistieron sobre la base del esfuerzo, la intuición y la adaptabilidad propia de su ADN. Ese modelo fue efectivo para nacer, a veces suficiente para sostenerse, pero riesgoso y limitado para crecer, más aún en escenarios como los actuales.
Hoy, lo que falta no son más horas de trabajo, sino una forma diferente de pensar y ejercitar la dirección. Ese paso —tan difícil como necesario— no depende del contexto: depende de la decisión de darlo.
El primer escollo es aceptar que el liderazgo pyme no puede seguir anclado en la urgencia permanente. Muchos empresarios sienten que "no hay tiempo" para profesionalizar y que planificar es imposible en estos momentos, cuando en realidad es justamente la falta de estructura la que les roba el tiempo y la inexistencia de espacios adecuados la que imposibilita el planeamiento. La agenda los devora, las decisiones se toman a las apuradas y el futuro se posterga. El resultado es una paradoja: cuanto más se intenta controlar, menos se gobierna.
Romper ese círculo exige un cambio profundo: pasar de conducir a dirigir, de la reacción al método, del control individual al pensamiento colectivo. Y ahí aparece el Directorio, no como un formalismo legal o una figura reservada a las grandes corporaciones, sino como la base práctica de un nuevo modelo de conducción. Un Directorio bien planteado es, en esencia, un espacio para pensar con otros, ordenar prioridades, anticipar riesgos y sostener el largo plazo sin perder de vista el presente.

Cada vez más pymes comprueban que incorporar un Directorio —aunque sea pequeño, mixto o con externos independientes— no es un lujo, sino una inversión estratégica de altísimo retorno. Profesionalizar desde la cabeza genera claridad en toda la organización: las decisiones se vuelven más racionales, los conflictos se encauzan, las oportunidades se evalúan con método y el equipo siente que hay un rumbo. No se trata de más reuniones, sino de mejores análisis, conversaciones y decisiones de impacto en el mediano plazo.
Las señales de que ha llegado el momento de dar ese paso son claras: crisis que se repiten, socios que no logran avanzar, oportunidades que se escapan, o el simple cansancio de decidir siempre en soledad. En todos los casos, el síntoma es el mismo: la empresa necesita un espacio donde el futuro tenga lugar en la agenda. El Directorio cumple esa función vital.
Por supuesto, no se trata de una fórmula mágica. Crear un Directorio exige disciplina, preparación y humildad. Implica aceptar miradas distintas, aprender a debatir sin tomarlo como un conflicto personal, y entender que la autoridad se fortalece cuando se debaten las ideas y los caminos hasta alcanzar la mejor decisión. También demanda método: reuniones regulares, agenda clara, información previa, seguimiento de decisiones. Pero el repago es inmediato. Las pymes que logran sostenerlo no solo mejoran su gestión: recuperan algo más escaso que el capital. Recuperan tiempo y perspectiva.
Muchas veces el contexto argentino no facilita la tarea. Liderar en recurrentes tormentas cansa, y muchos empresarios sienten que apenas pueden sostener el timón. Sin embargo, es precisamente en ese mar agitado donde más se necesita una estructura que estabilice el rumbo. Un Directorio sólido no elimina la incertidumbre, pero permite navegarla con más inteligencia, anticipar escenarios y tomar mejores decisiones (colectivas) cuando el instinto ya no alcanza.
La profesionalización no es un proceso burocrático, es una decisión de madurez. Significa pasar de la cultura del "yo hago" a la del "nosotros dirigimos". Es comprender que el crecimiento no depende solo del esfuerzo, sino del modo en que se gobierna. Porque el futuro de la empresa no se juega solo en el mercado, sino también en la mesa donde se toman las decisiones.
Implementar este cambio no es una utopía. Existe un camino claro, probado y al alcance de la mayoría de las empresas, sin importar su tamaño o sector. Se trata de avanzar paso a paso: definir la necesidad estratégica, convocar a las personas adecuadas, establecer una agenda y rutina de trabajo periódica y sistemática, debatir y evaluar en base a la mejor información posible, documentar las decisiones y, sobre todo, sostener la práctica en el tiempo. Un Directorio de alto valor agregado no se logra en un día, se construye con método y consistencia. Cada reunión bien planificada, cada debate maduro y cada decisión que mira más allá del corto plazo son ladrillos de una nueva cultura directiva. Ese proceso —como si fuera una nueva tecnología, pero directiva— convierte la intención de dirigir distinto en un modo real y cotidiano de conducir el futuro.
Todavía hay tiempo para dar ese paso trascendental. Incluso en las crisis, o tal vez precisamente por ellas. Las pymes argentinas tienen una enorme capacidad de adaptación; lo que nos falta es transformar esa resiliencia en método. Dirigir distinto no es renunciar a la esencia emprendedora, es potenciarla.
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(*) Por Iván Spollansky, autor de El Directorio - El gran paso de las Pymes (Editorial Temas - 2025)