Desafíos pendientes en el entorno laboral: ¿Cómo seguimos luego del #8M?
Es imperativo reconocer que el trabajo no remunerado y las tareas de cuidado son fundamentales para el funcionamiento de nuestra sociedad y economía.

El mes de marzo llegó a su fin marcando un período en el que empresas y organizaciones han priorizado el acceso, la participación y la permanencia de las mujeres en el mercado laboral. Para quienes asesoramos a empresas en la evolución de sus culturas organizacionales, estas iniciativas son vitales, ya que aceleran la inclusión en la agenda corporativa. ¿Por qué son tan esenciales? Porque, a pesar de los avances en materia de género y diversidad, existen desigualdades y discrepancias; especialmente en lo que respecta a la conciliación de la vida personal y laboral, el derecho a cuidar y ser cuidado, y la corresponsabilidad en las tareas domésticas y responsabilidades familiares.  

Sin lugar a dudas, esta realidad impacta en la participación de las mujeres en el mercado laboral formal y en el bienestar general de la sociedad. Es imperativo reconocer que el trabajo no remunerado y las tareas de cuidado son fundamentales para el funcionamiento de nuestra sociedad y economía, dado que su aporte contribuye al sostén de la vida, al bienestar general y al desarrollo del país.

Las estadísticas revelan una disparidad evidente: mientras que las mujeres destinan en promedio 6,4 horas diarias al trabajo no remunerado y tareas de cuidado, los varones destinan aproximadamente 3,2 horas; y 9 de cada 10 mujeres realizan estas tareas (INDEC:2021). Esta distribución asimétrica, contribuye significativamente a explicar la brecha de participación, acceso y, sobre todo, la permanencia de las mujeres en el mercado laboral formal.

Para promover una conciliación más equitativa y contribuir al bienestar y disfrute de la vida, es fundamental reconocer que el cuidado es responsabilidad de todas las personas, dada su importancia esencial en el sostén de la vida.

Siguiendo el enfoque de Shahra Razavi (2007), todo régimen de bienestar cuenta con un régimen de cuidados. En el modelo de Esping-Andersen, nos encontramos frente a un “diamante del cuidado”, compuesto por el Estado, el mercado, las familias y las comunidades, dentro de tres tipos de sistemas: compartidos, semicompartidos y no compartidos.

¿Qué acciones podemos emprender para seguir contribuyendo a la construcción de un futuro sostenible?  

Más allá del #8M, es fundamental trabajar a lo largo de todo el año en pos de la equidad y la igualdad de oportunidades, desafiando estereotipos y roles sociales y reaprendiendo nuestra manera de habitar el día a día. Por otro lado, reconociendo, reduciendo y redistribuyendo el trabajo de cuidados y tareas no remuneradas.

Desde el Estado, resulta fundamental contar con estadísticas sobre familias y hogares con enfoque de género y reconocer la gestión del cuidado como un elemento central en la organización de la sociedad. Esto incluye diseñar e implementar sistemas integrales de cuidados, promover servicios públicos accesibles y de calidad para apoyar a las familias; y por supuesto, sancionar e implementar políticas integrales de cuidado; con foco en la diversidad, la igualdad y la no discriminación.

Las compañías también tienen un rol fundamental en la reducción de desigualdades y brechas. La agenda corporativa debe estar centrada en el bienestar de las personas, la equidad y la igualdad de oportunidades, consolidándose como parte de su estrategia corporativa. Esto incluye la elaboración de informes sobre familias y hogares para identificar las demandas de cuidado de las personas que forman parte de la empresa y diseñar acciones que promuevan el balance de la vida laboral y personal, desafiando estereotipos y prejuicios.

En nuestros hogares, es necesario desafiar los prejuicios y sesgos cognitivos inconscientes a la hora de realizar las tareas domésticas y de cuidado, conversando y reflexionando sobre los roles que asumimos cómo propios. Es crucial educar y concientizar sobre la importancia de compartir equitativamente las responsabilidades del hogar entre todas las personas que conviven en el lugar. Esta acción, sabemos, impacta en nuestro día a día y se transfiere a todos los ámbitos en los que nos desarrollamos y desempeñamos.

Al promover un reparto igualitario de las tareas domésticas, no solo se alivia la carga sobre una de las personas, sino que también se fomenta la colaboración, el respeto y la valoración de todas las personas que conforman el núcleo familiar. Este enfoque contribuye a construir un entorno más justo, equilibrado y armonioso, donde cada persona tiene la oportunidad y la responsabilidad de participar activamente en las labores del hogar, fortaleciendo así los lazos familiares y promoviendo una cultura de igualdad y cooperación.

En definitiva, el futuro del trabajo no solo está vinculado a los avances tecnológicos y la inteligencia artificial, sino al cuidado y el autocuidado.  

Coconstruyamos un futuro sostenible, con organizaciones más humanas. 
 

 

* Silvana Mondino, Foundress y CEO de Be! Business Equality, es consultora senior experta en género y diversidad para Latam, con foco en la promoción de cambios de comportamiento organizacional a través del co-diseño de estrategias. RRSS (IG / Linkedin): @silvana.modino