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Winim, eco delivery: la historia de la la app que busca reducir el desperdicio de comida

Mariana Brizi Periodista

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La marca conecta a restaurantes con clientes para vender el excedente del día en hasta un 50% menos. Ya hay más de 9.000 usuarios mensuales y facturaron cerca de $ 1,2 millones en 2019.

20 Septiembre de 2020 10.00

Santiago Guglielmetti Guga, Federico Broggi y Santiago López Silveyra no son los primeros emprendedores que soñaron con una start-up propia para salir de la rutina del trabajo en relación de dependencia. Tampoco serán, probablemente, los únicos compañeros de jardín de infantes que mantienen la amistad intacta desde hace 20 años.

Pero sí son unos de los pocos emprendedores que en menos de un año lograron dejarlo todo y dedicarse full time a su empresa, que mes a mes muestra un gran crecimiento. “Sumamos nuestros ahorros (US$ 16.000), un amigo nos diseñó el logo y arrancamos invirtiendo casi todo lo que teníamos en el desarrollo de Winim”, explican. 

En 2018, cuando los tres socios promediaban sus maestrías (uno de ellos en logística, otro en finanzas y otro en economía), se unieron para investigar el tema del impacto medioambiental que genera el desperdicio de alimentos: “Lo primero que hicimos antes de emprender fue relevar qué problemas existen en Argentina”, explica Guglielmetti. “Detectamos que el desperdicio de alimentos llega a las 16 millones de toneladas al año. Esta pérdida de alimentos en buen estado abarca desde la selección en la cosecha y lo que  se pierde en el transporte hasta lo que no se vende en los restaurantes y termina en la basura”. 

La dimensión de este desperdicio no es menor, ya que según el Ministerio de Agroindustria representa casi el 13% de la producción total nacional. Además, este número equivale a la misma cantidad de gas invernadero que producen todos los autos de la Ciudad de Buenos Aires. 

Santiago López Silveyra, Santiago Guglielmetti y Federico Broggi decidieron hacer de su emprendimiento una empresa con propósito.

“En nuestro relevamiento notamos que uno de cada tres platos que se hacen en un restaurante termina en la basura. Ahí vimos la necesidad de crear un modelo de negocio que sirva tanto a los comercios como a los consumidores y que, al mismo tiempo, contribuya con el planeta”, resumen los emprendedores, aunque la clave fue evaluar cómo convertir esta idea en algo rentable. “Empezamos a desarrollarla y al mismo tiempo fuimos caminando muchísimo por la ciudad, tocando puertas para lograr convencer a los restaurantes, uno por uno”.

Pero la clave fue salir a vender la app como una herramienta de eficientización tanto de stock como de venta. “Es imposible calcular cuánto vas a preparar y prever exactamente lo que te va a demandar la clientela. Nunca podés anticipar exactamente la demanda del día, entonces ese es un margen de pérdida que todo local tiene y que llega al 5% o 6%”, detallan. Con Winim lo que se logra es colocar en determinado momento del día ese excedente a un 50% de descuento y saber que efectivamente se va a vender y no a tirar. “Gana el usuario, porque consigue comida buena y barata; y el comerciante, que reduce sus desperdicios”. 

La app salió con 40 locales en abril del año pasado y con una modalidad 100% take away (retiro en los locales). Hoy ya tiene delivery bonificado, sumaron 400 locales, llegan a 9.200 usuarios mensuales y trabajan para seguir expandiéndose y diversificándose en zonas de Capital Federal y Gran Buenos Aires. Lo que se cobra es una comisión por venta pero no hay importes de entrada a la app ni de mantenimiento. 

“Hasta junio hacíamos todo con nuestros ahorros, pero ahí se dio un boom gracias a las redes sociales (Twitter especialmente) y levantamos capital por primera vez. Pudimos empezar a invertir un poco más en marketing online”, explica Guglielmetti. Sin embargo, hoy les sigue ayudando mucho el boca a boca ya que la gran mayoría de los usuarios se concentran en empleados de oficina que quieren comer algo rico y al mejor precio por el Microcentro. “Le ganamos al famoso chino que vende por peso porque nosotros tenemos comida de mayor calidad y más variedad, incluso más barata que ellos”, sentencian. Por todo eso, durante 2019 facturaron cerca de $ 1,2 millones.

Una preocupación global

En el mundo la pérdida de alimentos está estimada en casi un 14%, lo que equivale a unos US$ 400 millones. Por eso los Objetivos de Desarrollo Sostenible a nivel  global planteados para 2030 apuntan  a  reducir  a la mitad el desperdicio per cápita  mundial  en la venta al por menor y entre los consumidores, así como la reducción de las cadenas de producción y suministro. 

Con bases sólidas y un futuro prometedor, Winim apuesta a seguir ganando espacios, no solo en el sector emprendedor local, sino en el debate sobre esta problemática de sustentabilidad alimenticia a nivel internacional. En este sentido, la empresa participó en noviembre pasado de un evento organizado por la Academia Pontificia de Ciencias y la Fundación Rockefeller, que también tenía como objetivo la contribución a la seguridad alimentaria mundial. 

Más de 60 expertos de todo el mundo provenientes de empresas, sector público y ONG estuvieron en la Casina Pío IV del Vaticano para formar parte de  esta  conferencia  internacional, y Winim fue uno de los representantes locales, junto a Santiago del Solar, exministro de Agroindustria. Uno de los temas debatidos  fue “la cultura del usar y tirar”, tal como lo catalogó  el Papa Francisco hace un tiempo, y las acciones puntuales que son necesarias para lograr tomar conciencia y activar el cambio. 

“Impulsamos Winim pensando en generar una economía circular cien por ciento. Personalmente, terminé mi tesis en Francia y durante dos meses estudié modelos, testeé cálculos para ver si daba y conocí modelos similares que ya funcionaban con éxito en Europa y Asia”, cuenta Guglielmetti, y anticipa que para este año la idea es sumar a los supermercados mayoristas o distribuidores, que son los que más desperdician. “Ellos tienen sus circuitos de venta inmediata para reducir excedentes, pero queremos sumarlos a nuestra red”. 

Entusiastas, pero no apresurados, los socios recibieron hace poco un oferta para llevar la idea a los Estados Unidos, pero decidieron evaluarla con algo de tiempo para no ser, como ellos explican, “un gigante con pies de barro”. Mientras tanto, ya planean llegar a países limítrofes también con esta aplicación. 

El crecimiento se va dando también gracias a la cuidadosa lectura del feedback de la gente: “Al principio nos decían que no era tan fuerte el descuento, y trabajamos para ser más competitivos. Para ello sumamos el Pack Sorpresa, que ofrece productos aleatorios a menos de $100. Se trata de un plato que el local elige enviar al cliente, pero este no sabe qué es; solo conocés el local y su especialidad”. 

“Hoy el sushi es lo que más sale por la app, y la idea es seguir salvando esos platos de calidad que de otra forma irían a la basura”, concluyen.

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