Mientras se continúa discutiendo sobre el impacto de la IA y su uso en diversos campos (trabajo, educación, investigación, salud), en algunos casos con predicciones que van de las más pesimistas a la fascinación con la adopción de estas nuevas tecnologías -que ya están creando dependencia-, es en el ámbito de la cultura y los derechos de autor en donde parece estar dándose la primera gran batalla. Más específicamente, el entrenamiento de asistentes virtuales o software con trabajos creativos preexistentes (imágenes, letras de canciones, textos), lo que está produciendo tensiones cada vez mayores entre las empresas de tecnología, las industrias culturales y los creadores.
Esto se debe a una serie de casos de muy alto perfil, que podrían sentar precedente legal, en los que tanto creadores -mediante las llamadas acciones de clase- como empresas están demandando a algunos de los principales proveedores de estas tecnologías. Por un lado, Disney y Universal presentaron recientemente una demanda contra Midjourney (una de las startups líder en generación de imágenes con IA), alegando que la compañía se convirtió en un "pozo sin fondo de plagio" y que reproduce libremente el contenido protegido por derechos de autor del estudio, incluyendo a sus personajes más icónicos. Por otro lado el caso de autores vs Anthropic (empresa de investigación y desarrollo de IA fundada por ex-miembros de OpenAI). 
                                                
Lo trascendente de estas demandas es el modo en que podrían influir en el tratamiento de la propiedad intelectual en la era de la IA de ahora en adelante, si bien no son los únicos fallos recientes. De hecho están surgiendo tantas demandas que la revista especializada Wired generó un mapeo para seguir los principales. "Muchas de estas discusiones obedecen a la aplicación de un régimen legal anglosajón, en particular del derecho norteamericano, para el cual si el uso es transformativo, estaríamos dentro de la limitación del fair use. Aún cuando el material utilizado esté disponible en la red, es el titular quien determina cómo se pueden utilizar sus contenidos. En países bajo el sistema jurídico europeo, como el de nuestros países, las excepciones son más estrechas: cualquier uso sería ilegítimo. El único mecanismo que elimina los riesgos y que equilibra los derechos es el otorgamiento de licencias, mediante mecanismos de opt in. Esto se puede lograr mediante la autorización brindada por los administradores de catálogos, o bien por licencias administradas por las sociedades de gestión colectiva. Se trata de soluciones privadas. Un acuerdo internacional parece muy lejano", contextualiza Gustavo Schötz, profesor del Centro de la Propiedad Intelectual, Universidad Austral y consultor en Schötz & Viascán.
Dos casos emblemáticos
Quizás los dos casos con mayor visibilidad al momento y que podrían sentar precedente son el de Anthropic y de Midjourney. En el primer caso de derechos de autor sobre IA generativa que aborda el uso legítimo, los autores Andrea Bartz, Charles Graeber y Kirk Wallace Johnson demandaron a Anthropic porque la compañía extrajo copias completas de sus libros para entrenar sus modelos de IA de un conjunto de datos ahora conocido como Books3, así como de los sitios web de piratería LibGen y Pirate Library Mirror (la demanda también alega que Anthropic compró copias físicas usadas de libros y las escaneó para entrenar a la IA).
Lo controversial del caso fue que el primer fallo importante, según contaba el sitio especializado Media 404, determinó que la formación de un LLM constituye un uso transformador, que es lo que se analiza en estos casos: es decir, la legislación sobre derechos de autor reconoce que la creatividad puede inspirarse en otras obras siempre y cuando aporte algo nuevo. Sin embargo, lo que podría parecer a priori una victoria no lo fue tanto, como explicaban desde el medio, ya que Anthropic fue acusada solo de piratería: "Es la primera empresa de IA en ganar este tipo de batalla, pero la victoria viene con un gran asterisco. Si bien se determinó que la formación de Anthropic constituía un uso legítimo, dictaminó que los autores podían demandar por piratear sus obras".
La indemnización legal más baja por este tipo de infracción de derechos de autor es de US$ 750 por libro. Y siendo que la biblioteca pirata de Anthropic consta de al menos 7 millones de libros, Anthropic se enfrentaba a la posibilidad de recibir más de US$ 1.000 millones en daños y perjuicios, amenazando la supervivencia de la empresa si el caso llegaba a juicio. Finalmente, Anthropic llegó a un acuerdo preliminar, lo que marca tanto un respiro para la empresa ante su posible extinción como un giro importante en uno de los litigios por derechos de autor de IA más importantes al momento, y que tiene a todos mirando con atención. 
                                                
El otro caso de alto perfil es el de Midjourney vs Disney/Universal en el que los estudios presentaron ejemplos de imágenes generadas por la compañía que incluían personajes de Disney como Yoda de Star Wars y Spiderman, Hulk e Iron Man de Marvel. Pero no solo eso, el problema es que se pueden generar clips animados en los que estos personajes icónicos del patrimonio cultural de estas empresas (Homero Simpson, Shrek, los Minions, Deadpool, y C-3PO y Darth Vader de Star Wars) aparecen comportándose de forma adulta y no siempre correcta, como Wall-E blandiendo un arma de fuego o Yoda fumando marihuana.
"La irrupción de IA generativa —como Midjourney o ChatGPT— abrió un debate jurídico que marca un punto de inflexión para el futuro de la creatividad. Desde la perspectiva de protección de derechos, la preocupación central es que el entrenamiento de estos modelos se realiza con 'cantidades ingentes de datos' que incluyen obras protegidas sin autorización, desde artículos periodísticos hasta personajes icónicos. Un pilar clave en la mayoría de los sistemas jurídicos es la autoría humana, la ley dice que la IA no puede suplantar el pensamiento individual y original de un ser humano. El impacto económico sobre los creadores humanos es innegable. La capacidad de la IA para generar en minutos lo que a un artista o escritor le tomaría meses producir amenaza directamente el sustento económico de autores y artistas. Esto fue una preocupación clave, por ejemplo, en las huelgas de escritores de Hollywood en 2023, donde el Sindicato de Guionistas de Estados Unidos (WGA) logró acuerdos para procurar que los escritores mantengan el control sobre el uso de estas tecnologías", aporta Agustina Laboureau, Socia A&E Law Bureau y autora de La Biblia del Derecho Creativo.
A saber, una de las funciones que se comercializan es la posibilidad de crear clips animados cortos a partir de imágenes generadas o subidas. Midjourney ya ganó US$ 300 millones solo el año pasado y ahora están planeando un "servicio de video que se lanzará próximamente". También evalúan si la nueva obra causa "daño al mercado" o perjudica económicamente al titular original de los derechos.
Los primeros implicados en litigios
A su vez, Meta también está implicada en varias de estas demandas, ya que según fuentes como Tech Crunch durante años entrenó sus programas de IA con millones imágenes públicas subidas por los usuarios a los servidores de Facebook e Instagram. En 2023 fue una de las primeras en enfrentar demandas de este tipo cuando un grupo de autores alegaron que el gigante tecnológico había infringido sus derechos de autor al entrenar sus modelos lingüísticos en su obra. Meta reconoció recientemente que extrajo datos del contenido publicado en Facebook e Instagram desde 2007 para entrenar sus modelos de IA generativa. Si bien la compañía declaró que solo utiliza publicaciones públicas de usuarios adultos mayores de 18 años, durante mucho tiempo ha sido imprecisa sobre qué implica exactamente "público", así como qué se consideraba un "usuario adulto" en 2007. 
                                                
Y ahora, además, gracias a nuevas normativas que pretende implementar, podría acceder a aquellas imágenes que los usuarios no subieron a esos servidores, es decir, que los usuarios tienen en el carrete de su teléfono, con el objetivo de sugerir automáticamente versiones de sus fotos editadas por IA. "Esta función se sugiere a los usuarios de Facebook al crear una nueva historia en la red social. En ese momento, aparece una pantalla que pregunta si se activa el 'procesamiento en la nube' para permitir sugerencias creativas. Como explica el mensaje emergente, al hacer clic en 'Permitir', Facebook generará nuevas ideas a partir del carrete, como collages, resúmenes, reestilizaciones con IA o temas para fotos". Aunque Meta declaró a The Verge que actualmente no está entrenando sus modelos de IA con esas fotos, no respondió a las preguntas sobre si podría hacerlo en el futuro ni sobre qué derechos tendrá sobre las imágenes de la galería de fotos.
Implicancias legales y culturales
"Me resulta muy interesante pensar qué hay detrás de este tipo de demandas a herramientas de IA. En este contexto de IA generativa, lo que se está discutiendo es quién extrae, controla y monetiza la cultura. Esto muestra que los modelos necesitan contenido para aprender —aunque no extraigan información directa de una obra original— y ese contenido fue creado por alguien que debería tener voz y opciones sobre cómo se usa su obra. En general, en estos debates no está presente la voz de una gran parte de esos creadores", opina Nicolás Madoery, director de FUTURX, investigador y estratega en música, cultura y tecnologías emergentes.
Más allá del fallo a favor en su momento para Meta y lo que sucede ahora con Anthropic, para algunos esto deja la puerta abierta a que otros actores puedan demandar por infracción de derechos de autor en el futuro, ya que será ilegal copiar obras protegidas por copyright para entrenar modelos generativos de IA sin permiso. ¿Qué implica esto? Que las empresas, para evitar responsabilidades por infracción de derechos de autor, tendrán que pagar a los titulares por el derecho a usar sus materiales. 
                                                
Para otros es un paso de tímido a polémico porque sugiere que entrenar una IA con obras adquiridas legalmente es suficientemente transformador, concentrándose en el tema de la piratería o adquisición de esas obras como primer y principal problema. Otra pregunta que sobrevuela es si los modelos de IA entrenados con las obras de los demandantes podrían inundar el mercado con una cantidad infinita de productos (imágenes, canciones, artículos, libros), perjudicando así el mercado de las obras originales.
"La narrativa de la 'democratización' que plantean muchas plataformas —que cualquiera pueda hacer arte gracias a la IA generativa— solo se sostiene si reconocemos quién alimenta esa máquina y acordamos reglas mínimas de consentimiento y licenciamiento. Ahí es clave el rol del Estado en el cuidado de los contenidos, archivos y del acervo cultural. Si las posibles soluciones se reducen a litigios puntuales o a acuerdos entre gigantes, corremos el riesgo de que la mayor parte de los creadores quede afuera, y que la regulación termine consolidando nuevos monopolios de datos", sigue Madoery.
"La respuesta no es prohibir, sino conciliar. Impera la ineludible responsabilidad de buscar una postura conciliatoria que armonice la necesidad de innovación con la protección de los derechos de los creadores. No se trata de coartar la creatividad, sino de asegurar un reconocimiento y remuneración adecuada y proporcionada para aquellos que generan el contenido que nutre esta tecnología", cierra Laboureau.