El plan de US$100 millones de Georgia para transformar huertos en activos digitales que atraigan capital global
Tracy Jackson Forbes Councils Member
Tracy Jackson Forbes Councils Member
Georgia apuesta US$ 100 millones a que el futuro de su agricultura no depende solo de sus suelos fértiles y huertas, sino también de la tecnología blockchain. El gobierno firmó un acuerdo con la empresa estadounidense Farmway Technologies para modernizar el sector y atraer inversiones internacionales a través de activos tokenizados.
La iniciativa busca transformar la economía agrícola del país y ganar protagonismo en el mercado global de activos tokenizados vinculados a bienes reales. Para Farmway, representa la oportunidad de validar su modelo: inversiones fraccionadas basadas en blockchain que pueden llevar capital internacional a una agricultura adaptada al cambio climático.
"Esta alianza es más que una inversión. Es un modelo que muestra cómo la agricultura tokenizada puede afrontar los desafíos climáticos mundiales", afirma el director ejecutivo de Farmway, Upmanyu Misra. "Al canalizar capital internacional hacia las explotaciones agrícolas georgianas a través de estructuras transparentes basadas en blockchain, demostramos que los huertos y los rendimientos reales pueden generar un impacto climático, a la vez que fortalecen a las comunidades y promueven la agricultura sostenible", agrega.
La elección de las almendras es estratégica. La demanda global de productos derivados, desde leche en polvo hasta aceites, sigue en aumento. Sin embargo, California, que produce cerca del 80 % de las almendras del mundo en un mercado valuado en US$ 9.000 millones anuales, atraviesa años de sequía. Las restricciones en el uso del agua para este cultivo, conocido por su alta demanda hídrica, ya provocaron efectos negativos. Según datos del USDA, la producción registra variaciones anuales de hasta un 20 %.
La ubicación y los recursos naturales de Georgia también le dan una ventaja. En la intersección entre Europa y Asia, puede exportar almendras con eficiencia a la Unión Europea y Oriente Medio, gracias a acuerdos de libre comercio que reducen los aranceles. A diferencia de California, los ríos relativamente estables de Kajetia permiten el riego. El gobierno apuesta a que contar con un suministro de agua confiable va a impulsar la productividad y a generar confianza entre los inversores.
Como expresó el ministro Songhulashvili: "Las inversiones son vitales para impulsar la modernización y la innovación tecnológica. La dedicación de Farmway a revolucionar nuestro sector agrícola garantiza que el desarrollo sostenible no solo genere oportunidades de empleo para nuestros agricultores, sino que también atraiga capital y reconocimiento internacionales".
La empresa ya lanzó proyectos piloto en distintos mercados. Probó modelos similares en el sector acuícola de Vietnam y en el comercio de canela en Sri Lanka, y acumuló experiencia directa sobre la fragilidad de los sistemas agrícolas. Los desafíos van desde rendimientos inestables por las crisis climáticas hasta la falta de acceso a crédito confiable y cadenas de suministro poco transparentes, lo que ha limitado la confianza de los inversores.
Farmway concluyó que, sin nuevas estructuras financieras, la agricultura seguiría estancada: un sector esencial, pero sin capital. Su estrategia consiste en fraccionar los derechos sobre los rendimientos de los huertos y la infraestructura, y digitalizarlos en tokens que puedan venderse a nivel global. Así buscan generar liquidez para una clase de activo que históricamente estuvo fuera del alcance de muchos inversores.
Más allá de la ingeniería financiera, la empresa presenta estos instrumentos como generadores de ingresos respaldados por la naturaleza. Están pensados para vincular la rentabilidad de los inversores directamente con tierras agrícolas productivas, y no con tokens de carácter especulativo. Como dice Misra: "En Georgia, no se puede ser propietario de tierras como extranjero... pero sí se puede ser propietario del árbol". Las almendras funcionan como prueba de concepto. La ambición de fondo es que la agricultura se convierta en un terreno invertible en múltiples sectores.
La principal apuesta para los inversores es la diversificación y la transparencia. La agricultura siempre resultó atractiva como resguardo frente a la inflación, pero el acceso suele estar limitado a quienes tienen tierras o explotaciones agrícolas. La tokenización baja esa barrera, al menos en teoría. "Estamos devolviendo la confianza a la agricultura como clase de activo", afirma Misra. "Los inversores pueden ver en tiempo real lo que ocurre en el campo", señala.
Sin embargo, la agricultura no es software. Los márgenes pueden variar de forma drástica según el manejo del cultivo. Misra lo explica con un ejemplo claro: "Los tomates son fáciles de cultivar, pero un riego eficiente y el uso de tecnología pueden producir 40 kilogramos por árbol, mientras que un mantenimiento de huerto familiar puede rendir solo 2. No se puede decir simplemente que los aguacates o el cacao siempre tendrán un margen neto del 30%; depende completamente de cómo se cultiven".
Esa variabilidad es un arma de doble filo. Según Farmway, el proyecto en Georgia ya superó las expectativas: la producción está casi un 30 % por encima de lo proyectado, mientras que los costos se ubican entre un 7 % y un 10 % por debajo del modelo inicial. De acuerdo con sus datos, el huerto está entre los cinco más eficientes del país, con dos tercios de su superficie operando con cero emisiones de carbono. Para los inversores, estos resultados aportan credibilidad a una iniciativa que, más allá del entusiasmo, todavía forma parte de un mercado muy experimental.
La rentabilidad de los inversores va a subir o bajar según dos factores principales: los precios globales de las almendras y la eficiencia en la gestión de los huertos. Además de los rendimientos productivos, la empresa está probando tokens vinculados a créditos de carbono, que podrían aportar ingresos extra si avanzan los mercados verificados.
Quienes compran tokens desde el inicio acceden a un precio con descuento y prioridad en futuros proyectos. Pero también asumen una doble exposición: por un lado, a los riesgos físicos propios de la agricultura; por otro, a los riesgos asociados a la adopción de blockchain. La liquidez representa otro desafío. Los mercados secundarios para este tipo de tokens agrícolas todavía son escasos, lo que obliga a muchos inversores a mantener sus posiciones durante más tiempo que en acciones públicas o incluso en fondos privados.
El respaldo del gobierno georgiano a la alianza con Farmway va mucho más allá de lo simbólico. El plan contempla aprobaciones aceleradas para proyectos agroindustriales, licitaciones transparentes de tierras y la creación de un Grupo de Trabajo Agrícola Conjunto encargado de supervisar la implementación. Para el gobierno, no se trata solo de una inyección de capital, sino también de una estrategia de modernización. El ministro de Protección Ambiental y Agricultura, Davit Songhulashvili, sostiene: "Aporta capital de escala y una agronomía moderna vinculada a activos reales: empleos, exportaciones y transferencia de tecnología. Los servicios públicos digitales de Georgia, las normas claras y la sólida base hortícola la convierten en la plataforma de lanzamiento ideal", asegura.
El Estado también proyecta desarrollar en conjunto mejoras en el riego, distribución de agua potable e instalaciones de almacenamiento frigorífico con certificación HACCP a lo largo de la ruta que atraviesa Kajetia. Songhulashvili agrega: "Al transformar la agricultura tradicional en oportunidades de inversión accesibles y fraccionadas, el gobierno georgiano coloca sus esfuerzos climáticos en el mapa mundial para liderar la inversión sostenible".
Los primeros ensayos con agricultura tokenizada en distintos países dejaron señales que invitan tanto al entusiasmo como a la cautela. En Brasil, los tokens de café ofrecieron a los tostadores una forma de precomprar granos; en Vietnam, los contratos vinculados a granjas de camarones y bagres acercaron a los inversores al negocio acuícola; en Malasia, los proyectos piloto con aceite de palma y durián prometieron mejorar la trazabilidad. Sin embargo, todos enfrentaron problemas similares: una adopción limitada por parte de los productores, mercados secundarios poco desarrollados que dejaban a los inversores sin salida, y dudas sobre la transparencia del modelo.
La lección es clara: la tokenización, por sí sola, no resuelve los principales desafíos del agro, como la volatilidad, el riesgo operativo o la distribución. Lo que Georgia y Farmway están intentando es distinto. Combinan la tokenización con respaldo estatal, cultivos orientados a la exportación y métricas climáticas verificables. Si el proyecto tiene éxito, podría marcar un precedente sobre cómo los activos tokenizados dejan de ser una inversión cripto especulativa para acercarse a las materias primas convencionales. Para los inversores que desconfían de estructuras agrícolas poco claras, la promesa de la tecnología blockchain es simple: rendición de cuentas en tiempo real. Y el modelo georgiano ofrece algo más: escala, visibilidad y apoyo estatal.
Farmway pone el foco en prácticas agrícolas sostenibles aplicadas en el terreno. Desde riego por precisión y sistemas hídricos alimentados con energía solar, hasta agricultura regenerativa, todas apuntan a reducir los costos de insumos y a fortalecer la resiliencia del cultivo. La empresa presenta estos huertos como granjas regenerativas productivas, con la intención de demostrar que la tokenización puede vincular la rentabilidad financiera con prácticas climáticamente responsables. Misra afirma que dos tercios del huerto ya operan con cero emisiones de carbono, una métrica concreta que los inversores pueden verificar.
La tokenización, por sí sola, no vuelve más sostenibles a los cultivos. Lo que puede hacer es transformar quién los financia y de qué manera. Al modificar el sistema financiero, fraccionando la producción agrícola en tokens digitales transparentes, Farmway sostiene que puede atraer capital de inversores que, de otro modo, jamás invertirían en huertos en Georgia. Si ese capital se destina a proyectos con impacto climático, como el uso eficiente del agua o la reducción de emisiones, el modelo de financiamiento se convierte en una herramienta clave para la sostenibilidad, incluso si la blockchain en sí misma es neutral.
El acuerdo tiene un peso clave para ambas partes. Para Georgia, representa una oportunidad de modernización, creación de empleo y proyección internacional. El riesgo está en generar expectativas desmedidas en un sector volátil, donde factores como la sequía, las plagas o los cambios de precio pueden recortar los márgenes. Para Farmway, los huertos georgianos son una prueba determinante. Si el modelo funciona, podría posicionarla entre las líderes en la tokenización de activos vinculados a bienes reales. Si fracasa, reforzaría la percepción de que los experimentos con blockchain en el agro están sobrevalorados.
Misra reconoce que se trata de un proceso largo: "Los inversores necesitan paciencia. La agricultura no se mueve en trimestres, sino en temporadas y décadas". Para Songhulashvili, la apuesta va más allá de un acuerdo puntual. "Para Georgia, esta alianza consiste en demostrar que nuestras explotaciones agrícolas pueden generar prosperidad y resiliencia a nivel mundial", indica.
Más allá del despliegue tecnológico, el trasfondo es que los alimentos empiezan a considerarse una clase de activo estratégico en sí misma. A diferencia de los tokens puramente digitales, la agricultura produce calorías y bienes esenciales para la vida. Como dice Misra: "No se puede comer IA. La comida es el activo real por excelencia".
*Nota publicada por Forbes US