El adiós a una cumbre inconclusa: Matías Travizano, el emprendedor que llevó a la Argentina a lo más alto de Silicon Valley
Pablo Wahnon Editor de Innovación
Pablo Wahnon Editor de Innovación
Todo reloj es una convención. Uno puede vivir muchos años pero vivir pocos de esos momentos especiales que dejan huella y son recordados por propios y extraños.
Uno de ellos sucedió cuando el presidente Milei llegó a la cumbre de Silicon Valley. En una sucesión de entrevistas inéditas a nivel mundial el presidente argentino fue recibido por Tim Cook, CEO de Apple, Mark Zuckerberg, CEO de Meta, Sundar Pichai, CEO de Google, Sam Altman, CEO de OpenAI, y Marc Andreessen, el creador de Netscape que tanto influyó en Mark Zuckerberg para que su empresa despegue como se ve en la película: "El efecto Facebook", entre muchas otra figuras.
En Forbes cubrimos esa semana y tras su publicación me llega por Linkedin una felicitación de Mat Travizano, el hombre que había hecho posible esos encuentros que dejaban al gobierno muy bien posicionado para convertirse en un centro mundial de IA. Me llamó la atención su mensaje ya que el resto de los medios nacionales también habían dado la información, pero me dijo que me escribió porque "se notaba que entendés de lo que escribís".
Pronto vimos que teníamos muchos amigos en común como Martin Zimmermann, quien fue uno de sus primeros directores de tesis, o el matemático y especialista en IA Marco Bressan. Un viaje a San Francisco hizo que lo pudiera conocer y me asombró su capacidad de habitar tantos mundos. En ese momento estaba enfocado en la compra de Wom, una telco colombiana, que fue adquirida a un precio barato gracias al retiro de Thor Björgólfsson un inversor islandés famoso por haber ganado y perdido grandes fortunas. Thor realizó la operación a través de su fondo Novator Partners que vendió WOM Colombia en enero de 2025 a Sur Holdings, un grupo de inversores del que Mat formaba parte.
En San Francisco Mat Travizano era un hub para que distintas startups se pudieran desarrollar. Conectaba gente y no pedía nada a cambio. Cuando hablamos no quería llevarse ningún laurel de todo lo que había logrado para el gobierno argentino.
Mientras estaba su avión a punto de despegar, nos enviamos unos mensajes con Marco Bressan quien lo recuerda: "Mat tenía alma de científico, para él todo era una pregunta. Una hipótesis a validar. No le importaba equivocarse. Le encantaba ver cómo se relacionaban los seres humanos. Era un mentor para jóvenes como mi hijo al que ayudaba desde resolver cómo se conectaba una API a hospedarlo en su casa o a ampliar las posibilidades de su startup. Vivía en San Francisco pero siempre quería hacer cosas con argentinos. Era de San Martín, de la provincia de Buenos Aires, sabía que podíamos salir si lográbamos impulsar el conocimiento y transformarlo en empresas que generan valor. Por eso tuvimos el proyecto de crear un centro de Inteligencia Artificial".
A los reales emprendedores les gusta el desafío de alcanzar las cumbres, no por el éxito en sí, sino por el desafío. Por eso, cuando terminan un emprendimiento van por el siguiente. Quizá eso los animó a querer subir al Mont Blanc. Se trata de la cumbre más alta de los Alpes (4810 m) donde el oxígeno escasea y hay que prepararse tanto mental como físicamente. "Estábamos todos entrenando. Emiliano Kargieman (Founder de Satellogic) y yo lo hacíamos en Barcelona. Y él en California. Pero algo sucedió en el descenso ya que llegó a enviarla una foto a su mujer tras haber llegado a la cumbre", revela Bressan.
Nacido en la escena under de la seguridad informática porteña, Travizano —licenciado en Física por la Universidad de Buenos Aires (UBA)— comenzó su trayectoria a los 20 años como parte de un colectivo de hackers que desafiaban los límites del mercado argentino. "Mi niñez transcurrió en el under de la seguridad informática", recordaba en una entrevista de 2018, un origen que forjó su instinto para descifrar complejidades. Su gran hallazgo llegó con herramientas analíticas basadas en datos de celulares, capaces de evaluar la capacidad de pago sin recurrir a historiales financieros tradicionales, generando perfiles de riesgo crediticio con precisión quirúrgica.
Como fundador y CEO de Grandata, una firma de big data que revolucionó el análisis predictivo en América Latina, Travizano vendió la empresa recientemente a Everdata, consolidando su estatus como un serial entrepreneur. Pero su impacto trascendió los balances: fue un donante generoso del Departamento de Física de la UBA y un tejedor incansable de redes. En mayo de 2024, junto a su amigo Demián Reidel —actual presidente de Núcleoeléctrica Argentina SA—, actuó como asesor presidencial en la visita de Javier Milei a Silicon Valley. Allá, abrió puertas en la meca tecnológica, posicionando a Argentina como un polo emergente en inteligencia artificial (IA). "El país tiene condiciones únicas: posicionamiento geopolítico alejado de conflictos, educación técnica de calidad, talento humano, conectividad, energía y agua", sostenía Travizano en artículos y foros, defendiendo una "ventana de oportunidad" para que Argentina lidere en IA y startups.
Su rol no fue protocolar: Travizano conectó a la comitiva con inversores y líderes tech, impulsando diálogos que hoy reverberan en iniciativas nucleares y de innovación. Incluso declinó participar en el Foro Argentino de Inversiones de ARCAP para priorizar su entrenamiento en Shasta, un sacrificio que subraya su compromiso con el equilibrio entre mente y cuerpo.
La muerte de Travizano desató una ola de tributos que pintan el retrato de un hombre que escalaba no solo montañas, sino barreras invisibles. Martín Varsavsky, emprendedor y desarrollador de compañías como Viatel, lo despidió en redes: "Dolorosa noticia el fallecimiento de mi querido amigo y gran emprendedor Mat Travizano en un accidente de montaña en Mount Shasta. Un visionario que dejó huella en todos". Santiago Siri, referente en blockchain y cripto, añadió: "Lo que te vamos a extrañar no tiene nombre. Gracias por tu amistad, sabiduría, humor y genialidad".
El gobierno argentino, a través de un comunicado de mayo de 2024, ya lo había reconocido como "asesor presidencial", un título que subestima su rol como catalizador. En el ecosistema emprendedor, Travizano era el que unía puntos: del under hacker al boardroom de Silicon Valley, de la física cuántica a los algoritmos de big data. Su visión de Argentina como hub de IA —con talento técnico comparable al de Israel o Estonia— no era retórica; era un mapa que él mismo delineaba con acciones.
En un mundo donde la innovación a menudo se mide en "valuations", Travizano recordaba que el verdadero ascenso es colectivo. Su entrenamiento para el Mont Blanc con Bressan y Kargieman no era solo un deporte extremo: era una metáfora de su vida, donde las cumbres se conquistan en equipo, compartiendo riesgos y vistas. La foto enviada a su esposa desde la cima de Shasta encapsula esa esencia del hombre que, incluso en la soledad de la altura, buscaba conectar. Su reloj no se detendrá mientras otros continúen creando esos momentos que nos permitan alcanzar nuevas cumbres donde la fraternidad sea la esencia de todas las cosas.