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Una emprendedora gestiona pedidos en su tienda de ropa, reflejando la integració
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Los cracks que no salen en tapa

Martín Guerra Socio fundador de InCapital, Paigo y Handy

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A continuación, la quinta entrega de una serie de columnas que Martín Guerra, socio fundador de InCapital, Handy y Paigo escribió para Forbes Uruguay.

19 Junio de 2025 08.59

Hay una mística fascinante alrededor de los emprendedores de alto impacto; esos que conquistan mercados, levantan imperios y acaparan titulares en los medios. Esas historias inspiran, y está bien que así sea, pero existe otra categoría de emprendedores, igual de vital, que rara vez aparece en las portadas o en los grandes relatos del éxito: los comerciantes, feriantes y microempresarios. Son verdaderos cracks, artistas del emprendimiento que logran sobrevivir y prosperar, sin hacer ruido y muchas veces pasando desapercibidos para quienes los pueden ayudar.

De las 220.000 empresas que existen en Uruguay según INE al 2023, el 85,6% son microempresas. Sí, son 188.300 microempresas. El 45% del empleo privado lo brindan entre las micro (hasta 4 personas empleadas) y las pequeñas empresas (de 5 a 19).

En el sector comercial, estamos hablando de 140 mil empresas de las cuales el 96% son micro o pequeñas. 

Y son las micro las que más crecieron en los últimos cinco años. 

¿Y cuántas son las que podríamos llamar "grandes", las que facturan más de US$ 11 millones al año?  Son 491 (¡de las 220.000!), de acuerdo con una estimación privada que analiza los balances de la Auditoría Interna de la Nación. Pero es a esas 491 a las que se hace referencia cuando se habla de empresas en el sistema financiero en la mayoría de las ocasiones. Siempre me ha impresionado la frecuencia con que se "olvida" a las otras 219.509.

Desde 2017 al 2023, los supermercados de grandes superficies perdieron el 13% de venta real según surge de sus balances públicos, y en la misma proporción crecieron las ventas en cadenas medianas. Lo llamativo es que -considerando el mismo periodo y con datos del INE-, hay 4.045 más almacenes y minoristas de alimentos, incluidos frutas y verduras.

Este fenómeno responde, al menos, a dos razones. La primera es que cada vez más gente compra por cercanía. Antes lo común era ir al super una vez cada 15 días o mes; ahora muchos compran para hoy y mañana. Eso no es solo una comodidad para el ABC1. La necesidad de tiempo es transversal. Incluso quienes ganan menos priorizan no complicarse la vida con viajes largos o compras grandes. 

La segunda razón es la inclusión financiera. Hoy, más del 50% del consumo privado en Uruguay se realiza de forma electrónica. Antes, ibas al almacén y solo te aceptaban efectivo. Las tarjetas solo las podías usar en las grandes superficies. Ahora cualquier almacén, kiosco o puesto de feria te acepta medios de pago electrónico. Este salto tecnológico abrió la puerta a millones de transacciones, y facilita a los micro emprendedores competir con actores grandes.

Si hay algo que distingue a estos emprendedores es su creatividad descomunal. Imaginate manejar un negocio donde los costos suben mes a mes, los márgenes son mínimos y cada peso es una decisión de vida o muerte. Ese es su día a día. Son resilientes por necesidad y por ingenio. Estos cracks saben adaptarse, negociar e inventar soluciones.

Cuando se opera con márgenes tan ajustados, la diferencia está en saber qué se vende más y dónde ajustar, o tener acceso a crédito. El 20% de las micro accedieron a créditos en 2023; cerca del 60% de ese dinero fue destinado a capital de trabajo y 40% a inversión, según una encuesta de ANDE. Muy poco crédito para estos malabaristas del emprendimiento. No hay rondas, y es poca la ayuda para crecer.

A los micro y pequeños emprendedores no les falta inteligencia, sino herramientas. Y se nota porque cuando esas herramientas aparecen -sea información, crédito o medios de pago digitales-, el impacto es inmediato. El 90% de su financiamiento inicial viene de fuentes propias o de familiares y amigos. Una vez en funcionamiento, estos porcentajes siguen siendo elevados. 

El desafío está en entender a estos emprendedores. Son la columna vertebral de nuestra economía. Su aporte trasciende los pesos: tejen redes sociales, generan empleo, sostienen comunidades.

Quienes tenemos el privilegio de participar o ser escuchados en mesas de decisión debemos hacer más que aplaudir su esfuerzo. Hay que darles visibilidad y, sobre todo, soluciones reales desde el principio: herramientas financieras, comerciales y tecnológicas que se adapten a sus necesidades. El futuro de nuestra economía no se construye solo con unicornios empresariales, sino también con el empuje diario de estos héroes que nunca salen en la tapa. 

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