Martín Menem llegó al mundo de la política nacional con una mochila cargada de experiencia empresarial. Fundador de la empresa de suplementos dietarios Gentech, el actual presidente de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación compartió en el Forbes CEO Summit una mirada cruda sobre la diferencia entre el sector privado y la política, y advierte: "En el sector privado hay palabra; en la política es todo mucho más complejo".

Licenciado en Derecho por la Universidad de Belgrano, Menem inició su carrera empresarial en 1998. "Tenía 22 años cuando empecé con una importadora de suplementos dietarios. Hacíamos vitaminas, aminoácidos, proteínas... Después comenzamos a fabricar en Argentina", recuerda. Con el tiempo, Gentech se transformó en una pyme líder en barras de proteína, con una planta instalada en Constitución que emplea a más de 80 personas.

Ese recorrido lo marcó profundamente. "El sector privado es mucho más noble. Vos acordás algunas cuestiones y realizás la operación, con un proveedor o un cliente. En política, no te terminás de poner de acuerdo nunca", afirma. Y lo explica: "Los egos personales, la necesidad de pertenecer, y mucha gente que cree que tiene la verdad revelada hacen que la palabra pierda el valor".

Su desembarco en la política comenzó en 2021 como diputado provincial por La Libertad Avanza. Dos años más tarde, fue elegido diputado nacional y asumió como presidente de la Cámara. A la pregunta sobre cómo vivió ese tránsito, responde con ironía: "Me desperté y era presidente de la Cámara de Diputados".

El contraste entre ambos mundos lo marcó desde el inicio. "Cuando estoy en el estrado, soy el árbitro. Tengo que ser imparcial. Me tengo que apegar al reglamento para que no haya dudas. Pero se hace muy difícil por momentos", admite. Para Menem, lograr que las sesiones parlamentarias no se desborden es una tarea que exige temple, pero también resignación: "Me gusta tener la cancha ordenada. Y la verdad que no lo conseguí hasta ahora".

—¿Cómo lidiás con esa desilusión?
—Es complejo. Más allá de que soy el presidente de la Cámara, tengo una pertenencia política. Pero cuando me siento en el estrado, tengo que ser imparcial. Previamente a las sesiones, hacemos reuniones de labor parlamentaria, acordamos los temas. Y aun así, muchas veces alguien hace algo distinto a lo que había dicho 15 minutos antes. Siempre termina en algún escándalo.

Menem señala que la falta de previsibilidad no sólo afecta a las formas sino al fondo de la democracia. "Salvo cuando fue el fallecimiento de Francisco, no ha habido una sesión ordenada en este año y medio. Son más un show o un papelón que otra cosa", sentencia.

Sin embargo, no todo es pesimismo. Asegura que con la llegada de Javier Milei a la presidencia se ha iniciado una transformación cultural. "Yo creo que lo que decía Borges —que los políticos son incorregibles— valía hasta la llegada de Javier. Hoy hay una nueva forma de hacer política. La palabra vale, las promesas se cumplen, y si no se cumplen está mal. Eso antes no se discutía".

Menem también se refiere a la gestión económica del gobierno: "Hoy estamos empezando a tener lo básico que tienen los países a los que les va bien: una moneda estable, un sistema jurídico creíble, y que sea sostenible en el tiempo. Con eso ganamos el 90% de la batalla".

Consultado sobre el estilo de conducción del presidente Milei, Menem es categórico: "Milei es Milei las 24 horas. No cambia un centímetro. Tiene mucha convicción y una capacidad de trabajo inmensa". Y suma: "Está permanentemente conectado con todos sus ministros. Es una máquina de laburar. El día que deje de ser auténtico, nos vamos a tener que preocupar".

—¿Nunca se discute en la mesa chica su temperamento, su estilo?
—No. El problema sería si cambiara. El estilo es el hombre, decía el conde de Buffon. Él llegó así y se va a morir así.

En paralelo a su rol en el Congreso, Menem también participa en el armado territorial del espacio libertario. Allí destaca la figura de Karina Milei: "La última palabra del armado político es de ella. Nosotros proponemos, pero ella decide".

En apenas un año, La Libertad Avanza logró presencia en 23 de las 24 provincias. Menem compara esa expansión con un equipo de fútbol que juega amistosos antes de un torneo. "Participar en elecciones provinciales nos dio gimnasia. Nos permitió mejorar la fiscalización, el armado, y saber quién funciona trabajando y quién no".

—¿Va a haber cambios importantes en el gobierno después de octubre?
—Eso depende del Ejecutivo. Lo que sí va a cambiar seguro es la composición de la Cámara. Nosotros no renovamos nada. Todo lo que sumemos será ganancia.

Menem también se refiere al "costo político" de las decisiones legislativas que afectan las cuentas públicas. "Nos toca atajar los penales para sostener el plan económico. Muchas veces tenemos que frenar leyes delirantes que obligan al Estado a pagar cosas que no puede. Eso sólo puede hacerse emitiendo, tomando deuda o subiendo impuestos. Y nosotros no vamos a hacer ninguna de esas tres cosas". Para el legislador, la batalla es más cultural que técnica. "El otro día tratábamos el tema de los jubilados y veía que nadie aborda el problema de fondo: hay 8 millones de personas que trabajan en la informalidad. Esos son los que van a sostener a los jubilados. No una ley sancionada a las apuradas".

Sobre el futuro judicial de Cristina Fernández de Kirchner, evita especular, pero no oculta su mirada crítica sobre su papel en la historia reciente del país. "Estaría bueno poder enfrentarla y que la gente la termine sacando", afirma. Para él, Cristina representa una forma de hacer política "que nos decía que íbamos a salir del pozo cavando para abajo", una lógica que, dice, aún persiste en parte del electorado y que impide cerrar un ciclo de retrocesos institucionales.

Aunque reconoce la autonomía del Poder Judicial —"la justicia debe hacer lo que tiene que hacer, y nosotros acataremos"—, Menem advierte que los problemas que ella encarna no se agotan en su figura. "Hoy es Cristina, mañana puede ser otro con las mismas ideas estúpidas", señala, subrayando que lo central es desactivar las estructuras de pensamiento político que, a su juicio, "expusieron a la Argentina a una crisis de dimensiones bíblicas".

Para Menem, la vida pública tiene su precio.

—¿Extrañás algo de tu vida como CEO?
—Sí, la paz.