Viaje al mayor yacimiento de gas de Sudamérica: en medio del Amazonas y operado por una empresa argentina próxima a ser top 3 de Vaca Muerta
Forbes visitó la planta de Camisea, la joya de la empresa que sacudió el mercado en 2024 con la compra de Exxon Argentina y que proyecta una inversión de Us$ 5.000 millones en el shale neuquino.

A pesar de tener el mayor yacimiento de gas de Sudamérica, manejar el 96% del mercado peruano y operar dos de los seis mejores bloques de Vaca Muerta, Pluspetrol es una de las empresas argentinas menos conocidas en el ámbito del Oil & Gas local. 

La firma de la familia Rey va camino a convertirse en una de las tres más grandes de todo el país, con una proyección de inversión de 5.000 millones de dólares en los próximos cuatro años y una meta de producción de 140.000 barriles de petróleo equivalente, un número que sólo sería superado por YPF y Vista.

Si bien el paso clave para tener este potencial de crecimiento fue la compra de los activos de Exxon en 2024, nada de esto hubiera sucedido si no hubiesen ganado la licitación de Camisea, un mega reservorio de gas en medio de la amazonia peruana que había descubierto Shell en la década del 80' y que nunca se había puesto en desarrollo por las dificultades logísticas que implicaba y el peligro de Sendero Luminoso, la organización guerrillera del país andino que supo tener un control casi total del territorio selvático.

Ya con un Perú más ordenado política y económicamente y un mercado de gas mucho más desarrollado en el mundo, el proceso licitatorio de Camisea despertó el interés de gigantes a nivel global como la francesa Total. Finalmente, Pluspetrol pudo dar el batacazo junto a varios socios con los que comparte el consorcio con una oferta superadora que implicaba el desembolso de 5.400 millones de dólares de inversión (que hoy serían unos 9.000 millones con la inflación acumulada en EE.UU.) y el pago del 37% de regalías al gobierno peruano, una propuesta que sólo logró sentido económico por la altísima productividad del yacimiento. 

A 20 años de aquel suceso, Forbes visitó la planta que cambió por completo la matriz energética del país andino, le permitió a Pluspetrol convertirse en una de las firmas más grandes del continente, tener el músculo financiero suficiente para comprar los bloques de Exxon y encarar este nuevo desarrollo en Vaca Muerta.

Planta de tratamiento de líquidos en Pisco, Perú.

Producir gas en la selva

Offshore inland es el término que se usa para describir a Camisea y quiere decir que, a pesar de estar en tierra, se maneja como una plataforma marítima porque no está conectada por ningún camino terrestre. Toda la logística se hace por avión, por helicóptero o por río, donde se transportan las piezas más grandes luego de hasta cinco días de navegación. El único nexo es el sistema de gasoductos de 1.100 km que tiene el récord Guiness de ser el más alto del mundo al cruzar la Cordillera de Los Andes.

Con una capacidad de 52 millones de m3/d -más de un tercio de la producción argentina-, abastece el 96% de la demanda de gas de Perú, el 70% de las garrafas que usan los hogares de este país, el 40% de la electricidad que se genera y deja un saldo excedente de casi la mitad de lo que se produce que se exporta en forma de GNL a través de la única planta de este tipo en el continente (Trinidad y Tobago tiene otra en una de sus islas). En total, todos los negocios asociados a Camisea representan en torno al 2% del PBI peruano con unos 61.400 millones de dólares acumulados en estas dos décadas y 21.000 millones de dólares en pago de regalías e impuestos a la renta.

La planta de tratamiento de líquidos de Pisco es otro de los activos asociados a este proyecto y uno de los más rentables por el precio al que se venden estos NGL's como el propano, el butano, la nafta, el diésel y el JP1 (combustible de aviación). Es que, a diferencia del gas que tiene un precio fijado por el gobierno para el mercado local, los líquidos y el gas de exportación tienen un valor desregulado.

Finalmente, otra de las apuestas del consorcio es desarrollar un mercado petroquímico para fertilizantes y así poder aprovechar hasta un 20% de gas adicional que hoy se termina reinyectando por no tener demanda suficiente. Para eso, se está negociando una baja de regalías con las autoridades de Perú y así llegar con un valor más competitivo que viabilice la construcción de este tipo de plantas.

Mapa de los campos de Camisea y las plantas de GNL y GLP de Perú

Del Amazonas a Vaca Muerta

El vínculo con Vaca Muerta es muy estrecho por la similitud de los negocios asociados. Al igual que en Camisea, Pluspetrol opera el área no convencional de La Calera que es una de las más ricas del shale neuquino en términos de gas rico. A tal punto que se estima que, además del ingreso por la venta de crudo y de gas de este bloque, Pluspetrol podría recibir en torno a unos 5.000 millones de dólares por año en venta de líquidos como el propano y el butano.

Para eso se necesita una fuerte inyección de capital. Y más allá de los buenos ingresos de Camisea, el hecho de no haber pagado dividendos y el gran negocio de litio que hizo la empresa cuando compró un área por US$ 83 millones y la vendió a US$ 960 millones en el pico de los precios internacionales, los números no alcanzan y menos aún tras el pago de US$ 1.700 millones a Exxon.

Las necesidades financieras de este 2025 se están sobrellevando gracias al boom de colocaciones en Obligaciones Negociables que trajo el blanqueo del año pasado, con una emisión de deuda de casi US$ 700 millones que podría ampliarse hasta US$ 1.000 millones.

Pero para continuar con el desarrollo masivo de los nuevos bloques adquiridos en Neuquén, habrá que apelar a otras fuentes. "Estamos evaluando todas las posibilidades", sostienen. Una de esas es desprenderse de algunos de los activos que no forman parte del corazón del negocio de la compañía. En ese sentido, los que tienen más chances de venderse son algunos bloques de Ecuador, convencionales de Argentina y otros shales secundarios.

Buque carguero de GNL de la planta Perú LNG.

Hacia el podio de producción

Camisea, La Calera y Bajo del Choique (estas últimas dos en Vaca Muerta), son los tres pilares a los que apuesta la empresa a largo plazo, especialmente los que están en territorio argentino. Hoy, el 53% de la producción y entre el 60% y el 70% de las utilidades de Pluspetrol a nivel mundial vienen de Perú. Sin embargo, ese panorama va camino a revertirse por completo. 

Tras casi dos décadas de producción, Camisea entró en un declino productivo en torno al 8% anual. Y más allá de que existen posibilidades de poner en producción nuevos lotes aledaños, no guarda comparación con el potencial del no convencional neuquino. 

Para tomar dimensión, en el primer cuatrimestre del 2025, La Calera registró un crecimiento interanual del 267% en petróleo y del 95% en gas, lo que la posicionó como la quinta mejor área de shale oil y la segunda en shale gas en todo el país.

Las proyecciones para Bajo del Choique son todavía más optimistas. Cuando tomaron control del bloque, producía unos 5.000 barriles diarios de crudo. Hoy ya está en 10.000 barriles, para fin de año la meta es llegar a los 20.000 y para 2027 lograr un plateau de 60.000 barriles. Una marca que la colocaría entre las primeras cuatro áreas del shale oil nacional.

Nuevamente, el gran desafío de Bajo del Choique es la fuerte inversión que requiere. Y como el desarrollo no convencional es un negocio netamente capital intensivo, la baja del riesgo país será clave en el largo plazo para reducir el costo del capital y ser más competitivos frente a otras cuencas en momentos en que el crudo no tenga los altos precios de estos días.