En medio de la llamada "recesión de las redes sociales" de la que se viene hablando hace un tiempo, en la que cada vez baja más la interacción visible -esto es en feed, comentarios y compartidos- mientras crecen las cuentas con cero actividad y los usuarios se vuelven observadores, una tendencia que crece es del posteo cero. Datos recientes confirman esta transformación con un informe de Morning Consult que revela que un 28% de los estadounidenses publica menos que hace un año, mientras que solo un 21% lo hace más. Compartir momentos casuales de la vida en las redes sociales ya no parece tener tanto sentido como antes, planteaba hace unos meses desde una editorial viralizada el crítico de tecnocultura Kyle Chayka, poniéndole palabras a algo que muchos venían observando.
No se trata solo de los hábitos de los adolescentes, con una generación nativa digital que habiendo crecido con las redes sociales y como contra-reacción busca canales más íntimos y efímeros (Snapchat, Be real, Discord), espacios alternativos o comparte contenido solo en "mejores amigos" o sus finstagrams (fake instagram accounts). En la actualidad también los adultos empiezan a sentir el burnout de las redes, entre la avalancha de publicidad, y ahora el nuevo mal de época, el contenido generado por AI o basura informática (AI slop).
Para algunos las cuentas con posteos cero no son acerca de "invisibilidad" sino de "identidad", en un medio que está evolucionando rápidamente y en donde las nuevas reglas parecen ser que o sos creador o sos audiencia, sin nada más en el medio. Entre los motivos más citados para dejar el posteo cotidiano y bajar la presencia en redes como Instagram están las preocupaciones por la privacidad y la exposición en tiempos de acoso, hackeos, cancelaciones y doxeos, la sensación del sinsentido actual de estos espacios, la presión por "performar" y el tiempo dedicado y la preferencia por otros canales como grupos de whap y el mail. De hecho estas primeras aproximaciones a nuevos usos podrían pensarse como early adopters, es decir, las primeras personas que comienzan una tendencia e influencian a una masa más amplia de usuarios.
"Cada vez menos gente publica. Las razones son múltiples y, en muchos casos, acumulativas. El contexto global nos pesa. En un feed donde conviven guerras, economía tambaleante y desinformación generada por inteligencia artificial, ¿tiene sentido subir una foto del desayuno? A veces tratamos de seguir el ritmo y otras despotricamos contra el devenir digital cultural. El que no está abandonando las redes, está renegociando su relación con ellas. Muchos estamos observando para luego decidir nuestra presencia, o no", explica la periodista especializada en tecnología Martina Rua desde una de sus últimas columnas. Y si bien el estado de ánimo general y el no querer quedar desacompasado con la sensibilidad del momento también pesa como motivo, pareciera haber variables que tienen que ver además con la evolución de las plataformas, el lenguaje y los códigos en redes, y los nuevos hábitos que surgen como rebote de lo que está pasando: hoy lo cotidiano no tiene tanta cabida en las redes sociales, más de quince años después de su aparición.
Nuevas exigencias y la performance profesional en redes
Chayka habla de este nuevo "posting ennui" o aburrimiento al postear como marco que incluye una profesionalizacion de la red social, particularmente de Instagram, y un crecimiento de la cultura del creador que terminó por espantar a los usuarios regulares. Al tiempo que estos canales para la auto promoción evolucionaron, y de la mano de una democratización de herramientas como cámaras potentes en los celulares o programas de edición como Canva, también subieron las expectativas de profesionalismo o curación en los posteos.
"Las expectativas básicas sobre las publicaciones han aumentado constantemente. Los tuits improvisados fueron reemplazados por fotos de Instagram cuidadosamente compuestas, que a su vez fueron reemplazadas por clips de TikTok, que cada vez aspiran más al valor de producción de la televisión. Los influencers y las cuentas de marca pueden permitirse adaptarse a los estándares más altos", dice Chayka.
La presión por postear se volvió tan tóxica para algunos que también se observa el aumento de creadores silencioso (quiet creators). Existe gente que harta del algoritmo y sus demandas, busca enfocarse en mostrar su trabajo pero de una manera distinta, dándole más tiempo a lo que hace, aunque eso signifique publicar menos. "Es animarte a tomarte pausas, aún cuando la red exija publicaciones y crear desde otro lugar, el de la calidad y la profundidad. Es salirse un poco de la carrera de métricas, likes y seguidores para volver a conectar con lo tuyo: tu oficio, tu arte, tu profesión", explica Melisa Avolio, periodista y autora del libro Qué es la Inteligencia Artificial. Al final del día es nada más y nada menos elegir cómo y cuándo mostrarte en redes, sin intentar encajar porque la tendencia te lo pide o andar corriendo con el ritmo de otros.
"Es cierto que hoy en día casi todas las personas crean contenido porque tienen un emprendimiento, porque buscan ser influencers o porque necesitan promocionar su trabajo. Eso genera más competencia y sube la vara de calidad para poder destacarse. Pero para producir contenido de calidad se necesita dinero, preparación, infraestructura y, sobre todo, tiempo. No todo el mundo tiene esos recursos y muchas veces la consecuencia es que simplemente dejan de publicar. Así quedan en la "vidriera" quienes tienen mayor posibilidad económica o más tiempo. Las redes sociales ya no son sociales, más bien se convirtieron en plataformas de venta y espacios de construcción de marca personal. Lo social pasa más por lo privado, por el mensaje directo", sigue Avolio.
¿Reclamando el propio tiempo?
Otro fenómeno que lleva también unos años es el de la hyper-fragmentación del ecosistema social online, con una mayor cantidad de canales y plataformas y creciente complejidad que dejan al usuario entre confundido y cansado, y que tiene tanto consecuencias sobre la soberanía digital y nuestro futuro rol como ciudadanos en democracia, como sobre nuestra sociabilidad y vínculos.

¿Quién tiene tiempo para mantener más de dos o tres redes sociales, inclusive si es en capacidad profesional? ¿o motivación para aprender las reglas de la nueva plataforma de moda? Así los usuarios se sienten cada vez más alienados por las herramientas que se supone deberían potenciarlos.
El hecho de que el algoritmo cambie constantemente y no juegue a favor nuestro -todo lo contario-, y que también según Chayka aliene a nuestras audiencias haciendo que ya no veamos ni siquiera contenidos de nuestros propios amigos o colaboradores, vuelve obsoleto el posteo más casual, mundano y hasta divertido que usábamos para contar de nuestras vidas de un modo más relajado y relacionarnos con los nuestros. ¿Se acabó no solo lo "social" sino también la diversión en las redes?
No sorprende tampoco en este contexto cierta nostalgia por el Internet de los 2000, más lento, íntimo y con más control pero sobre todo más conocimiento sobre nuestra audiencia, y por eso la vuelta de plataformas como Tumblr y el crecimiento de Pinterest entre centennials y hasta el aumento en los consumos de formatos "retro" y analógicos. Pareciera que se trata no solo de reclamar la sociabilidad y las conexiones más genuinas, sino también el propio tiempo de producción profesional o casual, y los modos de consumo y administración del ocio.
¿El futuro es un cero?
Según National Public Radio (NPR) el "Grid Zero" describe la práctica de borrar todas las publicaciones y dejar los perfiles en blanco, una tendencia que tiene su auge entre jóvenes de la Generación Z pero que hoy se extiende cada vez más. Adam Mosseri, jefe de Instagram, lo ha reconocido: los adolescentes prefieren hoy interactuar en mensajes privados (inbox) o en en stories antes que en el feed público. ¿Será por eso que Instagram sumó hace poco una función automática símil RT pero para repostar posteos que nos gusten y que se puede ver en una pestaña aparte?
Mucho se vaticina sobre el advenimiento del "grid cero" o el "posteo zero", que en otras palabras significaría el fin de las redes sociales tal como se concebían, y aunque parece improbable que la gente vaya a dejar postear completamente, quizás haya que empezar a pensar a las redes sociales menos como un registro en tiempo real del mundo o nosotros mismos, y más como vidrieras profesionales, espacios comerciales o curados con fines artísticos u otros; y con el desafío mayor de que estos ámbitos no se vuelvan grises, genéricos o simplemente aburridos y voyeurísticos, cuando no, tomados completamente por la basura generada por la inteligencia artificial.
Pero silencio o posting zero no equivale a ausencia total de actividad, y por esto, lo social busca nuevas dinámicas en el offline pero también otras formas de estar y ser en la web.