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Qué es la neuroeconomía y cinco consejos de un experto para tomar mejores decisiones en 2022

Agustín Jamele

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Eric Johnson, director del Centro Científico de Decisiones en la Universidad de Negocios de Columbia, publicó un libro sobre "el arte de tomar decisiones". Las ventajas de la neuroeconomía y los mejores consejos para tomar decisiones.

28 Diciembre de 2021 14.16

Tomar decisiones siempre es difícil. Más aún cuando están relacionadas al futuro económico de una persona o familia. Por ese motivo, la neuroeconomía es una ciencia cada vez más popular y los expertos intentan comunicar la información que obtienen de sus estudios para que el público en general la utilice. 

Uno de ellos es Eric Johnson, quien dirige el Centro Científico de Decisiones en la Universidad de Negocios de Columbia. Además, fue presidente de la Sociedad de Neuroeconomía y recientemente publicó el libro Los elementos de la elección: por qué la forma en la que decidimos sí importa

Eric Johnson, director del Centro Científico de Decisiones en la Universidad de Negocios de Columbia

En el texto, Johnson explica varios estudios llevados a cabo en su campo de investigación y da herramientas para que las personas puedan tomar mejores decisiones en su vida cotidiana. Pero antes de eso, explica qué es la neuroeconomía para aquellos que no conocen la disciplina. 

Si bien se volvió popular en las últimas décadas, la neuroeconomía existe desde el siglo XIX, aunque no se llamaba de esa manera. Sin embargo, ya en ese momento varios científicos estudiaron el comportamiento de las personas en relación a la economía para entender mejor cómo funciona el cerebro humano. 

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En la actualidad, se utilizan distintos avances tecnológicos que permiten llevar a cabo mediciones más certeras. Por otro lado, no solo se aplica a las decisiones estrictamente económicas sino también a otras que implican la habilidad de seleccionar una opción entre varias posibilidades

Cinco consejos para tomar mejores decisiones en 2022

Luego de explicar qué es la neuroeconomía y cuáles son los avances más recientes dentro de ese campo de estudio, Eric Johnson da cinco consejos para tomar mejores decisiones que aparecen en su nuevo libro.

Ser un arquitecto de las decisiones

El primero de los consejos de Johnson se refiere a entender que ante cada decisión que una persona toma también influye en quienes lo rodean. Ya sea a sus familiares, compañeros de trabajo o empleados. Por ese motivo, el experto indica que las personas deben verse a sí mismas como “arquitectos de decisiones”. Es decir, que las elecciones llevadas a cabo deben ser entendidas como un proceso de construcción en el cual se intenta llegar a determinado lugar. 

Eric Johnson, director del Centro Científico de Decisiones en la Universidad de Negocios de Columbia

“Incluso sin darse cuenta, sus decisiones influyen sobre las elecciones de los otros y eso debe ser tenido en cuenta”, afirma el experto al respecto. Y agrega que por ese motivo es importante no solo tomar decisiones con toda la información disponible para uno sino también para los demás. 

Evaluar los “valores predeterminados” 

Según explica Eric Johnson, todas las decisiones tienen un valor predeterminado. El mismo es el que aparece cuando uno no toma una decisión. “Es decir, aún no eligiendo algo, uno está eligiendo”, explica el experto de la Universidad de Negocios de Columbia. Y agrega: “Tener en cuenta el valor predeterminado también es importante. Incluso muchos lo eligen porque creen que es una recomendación de alguien que eligió previamente”. 

En esa línea, Johnson suma que el valor predeterminado suele generar confianza en las personas por el hecho de que ya fue elegido y eso los vuelve más atractivos. “Por ejemplo, cuando elegis un buscador en tu teléfono celular, tu decisión es influenciada por valores predeterminados y las compañía pagana miles de millones por ellos por lo tanto fueron seleccionados con especial cuidado”, concluye en este punto. 

Estar atentos al orden 

Un estudio que Eric Johnson publica en su nuevo libro señala que las personas tienden a elegir las opciones que aparecen primero en las listas. “En una boleta en Texas durante las últimas gestiones, se puso a los candidatos en un orden al azar. Sin embargo, quien aparecía primero tenía 20% de ventaja”, señala. Y agrega al respecto: “Lo mismo pasa con los órdenes de los hoteles en páginas para alquilar habitaciones. Los que están primeros tienen 50% más de posibilidad de ser elegidos solo por su posición”.   

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De todas formas, el experto comenta que no todo se simplifica con estar primero en una lista. “En otros aspectos, estar último en una lista puede ser mejor. Como en los menúes de los restaurantes, donde las personas tienden a leer todos los platos. Pero como es difícil recordar todo, la última opción suele tener ventajas sobre la primera”, explica. “La clave es entender qué posición es la mejor según cada momento y como el orden afecta tu atención a la hora de elegir una opción”.

Tomar decisiones más fáciles no es suficiente

Ofrecer pocas opciones puede hacer caer en la creencia de que se simplifica la toma de las decisiones. Pero a veces solo las complica, sobre todo para los usuarios. Porque también significa que muchas posibles variantes quedaron afuera de esa lista y alguna podría ser mejor para una determinada persona en comparación a las que sí están. “Por lo tanto, decidir cuántas opciones presentar debe equilibrar el esfuerzo adicional que requerimos de quienes los eligen con los beneficios que podrían obtener al ver una opción más”, señala Johnson. 

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Por otro lado, el experto en neuroeconomía comenta que la clave está en el balance ya que dar muchas opciones también puede ser un problema. Por ejemplo, en Nueva York los padres deben elegir la escuela secundaria de sus hijos entre casi 800 opciones. Los investigadores advierten que sería mejor darles 30 opciones en relación al lugar donde viven. “Eso facilita mucho la elección”, explica Johnson. 

Lo desconocido perjudica a quienes toman decisiones

A la hora de tomar decisiones, son muchas las variantes que influyen. Sin embargo, son pocos las personas que tienden a pensar en todo lo que está influyendo en su elección.  “Por ejemplo, un grupo de investigadores preguntó a las personas si un valor predeterminado, como una casilla previamente marcada, hizo una diferencia en lo que eligieron recientemente. Abrumadoramente dicen que no, a pesar de que la investigación dice que lo más probable es que así fuera”, afirma Johnson. 

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“Cuando se les da la capacidad de establecer un valor predeterminado, muchas personas no lo hacen, incluso cuando les cuesta dinero”, señala el experto. Y finaliza: “Los buenos valores predeterminados, como los que alientan a las personas a ahorrar más dinero para la jubilación, ayudan a todos, pero son más eficaces para los menos favorecidos. Sin embargo, tener un incumplimiento incorrecto, como no ahorrar nada, lastima más a los más vulnerables”.

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