La paradoja de Vaca Muerta: a un paso de romper el récord de producción argentino, pero con una tormenta que se acerca
En agosto pegó un nuevo salto y podría superar el pico de 1998 antes de lo previsto, pero hay una amenaza latente que juega en sentido contrario.

Luego de 27 años, Argentina está a un paso de volver a su pico máximo de producción de petróleo. Los últimos datos de la Secretaría de Energía confirman un crecimiento más alto de lo esperado en agosto con un salto interanual del 14,9% que anticiparía el momento de la ruptura del récord.

Con este nuevo envión, el país ya produce un promedio de 826.800 barriles diarios -la mayor cifra desde enero de 1999- y quedó a sólo 20.000 barriles del promedio anual de 1998, el año con mayores volúmenes de la historia nacional, y a 26.000 barriles del récord mensual de mayo de ese año.

De continuar esta tendencia registrada en agosto, donde mes contra mes la producción avanzó a un ritmo del 1,9%, podríamos tener una nueva marca histórica en apenas dos meses. Sin embargo, esta dinámica esconde un problema de fondo que ya se palpa en la industria y que anticipa un estancamiento de la actividad. La duda es si ese parate llegará antes o después de perforar el récord.

"Estamos viendo una desaceleración fuerte en el nivel de actividad con levantamiento de equipos y baja de pozos enganchados. Va a depender de cómo venga el Brent, pero hay mucho ruido por los aumentos de producción de la OPEP. En agosto se ralentizó mucho, metiste 30 pozos cuando venías en 40. Ya si bajamos de esos 30, el escenario se pone ácido", explica a Forbes una calificada fuente del sector.

Esta contradicción se explica porque la cantidad de equipos y de pozos enganchados tiene un impacto posterior en el tiempo. De ahí que, los sorprendentes números de producción que vimos en julio y agosto se justifican por un salto de pozos desde marzo cuando finalizaron las obras de ampliación del oleoducto Allen-Puerto Rosales.

"Cuando entra el Duplicar Plus de Oldelval saltamos a 40 pozos por mes. Tenías muchos pozos no enganchados hasta ese momento al no tener capacidad de evacuación y esos pozos tienen un pico de producción al tercer mes. Eso hace que tengas un crecimiento fuerte hasta noviembre. La pregunta es qué pasa después", agrega este especialista.

De todas maneras, algunas proyecciones en la industria estiman un escenario base en el que se cruza la línea de los 847.000 barriles día entre diciembre y enero y se llega a un promedio de 865.000 barriles contemplando todo el 2026.

Daniel Dreizzen, director de Aleph Energy, tiene una mirada similar y pronostica un "amesetamiento en la producción hacia fin de año por la caída de la actividad para volver a crecer fuerte en 2026 donde hay mejores perspectivas de perforación y fractura". 

Proyecto Duplicar de Oldelval que permitió un salto enorme en la producción.

¿Qué pasa con el gas?

A diferencia del petróleo, en el caso del gas ya se rompió el récord de producción a nivel mensual registrado en agosto del 2003 y este mismo año se podría superar la marca anual del 2004, donde hubo un promedio de casi 143 millones de m3/d.

En los primeros ocho meses de este 2025, el promedio supera los 147 MMm3/d. El problema es que, con el fin del invierno, la demanda de gas se desploma y, por ende, también la producción. Al no tener un nivel de exportaciones tan relevante como existía a principios de los 2000', el piso de producción en los meses de verano es mucho más bajo.

Por otro lado, la evolución del volumen del gas depende mucho de la infraestructura existente que le pone un tope a los envíos máximos de invierno. "Con las obras que se hicieron y el aporte de Fénix en Tierra del Fuego que metió casi 10 MMm3/d más, se logró llegar a 160 MMm3/d en invierno. Pero no vemos nuevas obras de ampliación hasta que se haga la iniciativa de TGS", dice Dreizzen. 

En consecuencia, desde Aleph Energy no prevén un aumento considerable hasta que se pongan en marcha nuevas obras o hasta que entren en operación los proyectos de exportación de GNL. Dos cosas que recién podrían suceder de acá a dos o tres años. De ahí que el crecimiento interanual del gas fue del 3,3%, más de 10 puntos por debajo del ritmo de avance petrolero.

El empuje del shale

Desde los récords de 1998 y 2004, la producción de petróleo y gas se desplomó un 43% y 21%, en cada caso, hasta llegar a un piso en el 2017 en crudo y en 2014 en gas. Esa fue la fecha en la que arrancó la locomotora Vaca Muerta y la relevancia del shale sobre la producción total fue cada vez más importante.

Hoy por hoy, un 62% del petróleo y un 66% del gas vienen del no convencional, que viene creciendo a tasas chinas desde hace más de 10 años. Especialmente en crudo, donde las tasas se mantienen en el 30%, mientras que en gas ya se acotaron bastante (3,7% fue el último dato producto de este límite en la infraestructura).

Incluso haciendo comparaciones más recientes, el salto productivo es inédito. Contra el promedio del 2021, la producción de petróleo no convencional más que se triplicó y la de gas subió un 78%. Y solo en los últimos dos años avanzó un 65% y 36%, respectivamente.