Forbes Argentina
24 Enero de 2023 10.14

Andrea Albertano

"Ensaladas premium": Los secretos de la hidroponia y cómo emprender para ser productivo, según los especialstas

Flavia Bordato es ingeniera agrónoma y se especializó en esta técnica. Creó su propio vivero en Bariloche, dio cursos y ahora se afianza en Estados Unidos. Algunos de sus alumnos armaron sus proyectos y triunfan en el exterior. Cómo es la experiencia de Maribel Jerez y Andrés Bartomeo.

Un rincón verde en medio del paraíso que es Bariloche. Invierno y verano y una producción de lechugas, albahaca y otras verduras de hoja en gran cantidad y de calidad premium. Así puede definirse el proyecto que generó Flavia Bordato, ingeniera agrónoma. “Me especialicé en esta técnica hace más de 10 años después de haberla conocido en un viaje a Fernando de Noronha, Brasil en 2005. Tenía curiosidad acerca de cómo la comunidad podía mantener un suministro regular de productos frescos, a pesar de tener una población de solo 400 habitantes. Pude conocer a la persona a cargo de la granja hidropónica. Este fue un momento que profesionalmente me cambió la vida”, revela a Forbes.
 

hidroponia
 Flavia Bordato,

Tanto es así que, a partir de entonces, capitalizó los conocimientos que había incorporado en su carrera de Agronomía y la adaptó a su lugar en la ciudad rionegrina. La hidroponia consiste en cultivar sin suelo, en un medio líquido por medio del cual llegan los elementos nutritivos a las plantas. Según cuenta, las ventajas en la hidroponia son muchas comparadas con la agricultura tradicional.


“Una de las más importantes ventajas es el menor consumo de agua, dado que se recicla. Además, el espacio requerido es 4 veces menor; se tiene mayor control de las plagas y enfermedades con lo cual se puede realizar un control biológico; los cultivos tienen mayor velocidad de crecimiento; es un tipo de agricultura que se puede practicar en cualquier lugar y tipo de clima, lo que la hace ideal en lugares donde es imposible producir alimentos frescos”, resalta la especialista.


Todavía Flavia recuerda sus inicios en el cultivo de hortalizas durante todo el año en Bariloche. “Dadas las condiciones climáticas, no es fácil para el consumidor conseguir frutas y verduras frescas de manera local. La mayoría de las verduras que se consumen en Bariloche vienen de otras provincias y se considera que tardan aproximadamente 7 días en llegar a la mesas de los consumidores”, revela.

hidroponia
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Luego de conocer esta técnica, comprendió que, si lo llevaba a su ciudad, podría ser una solución a este gran problema. “Junto con mi marido creamos Hidroponia Andina. Con este emprendimiento no solo abastecimos a particulares, sino que cada vez eran más las verdulerías, hoteles y restaurantes de la zona que acudían a nosotros para tener nuestros productos”, narra.

 

La hidroponia es la posibilidad de obtener productos de altísima calidad en términos de frescura, sabor, textura e impacto visual. Los colores son únicos y la durabilidad post cosecha los hace muy valorados. Además, formó un centro de capacitación donde llegó gente de todo el país para aprender.


-¿Cuáles fueron los materiales y costos que tuviste que tener en cuenta para arrancar con tu propio invernadero?


-La verdad es que al principio empezamos con lo que teníamos de acopio en un terreno donde mi marido iba guardando todo lo que tenía de sus obras. Me dijo: “empezá probando acá y si te gusta y funciona, vamos para adelante”. Y así fue. Tuve que comprar los perfiles, la solución nutritiva, bombas y semillas, pero tratamos de empezar con mucho de lo que teníamos. De esta manera es como recomiendo a todos los que asesoro, se me acercan o me dicen por dónde empezar. No aconsejo hacer grandes inversiones inicialmente si nunca hicieron hidroponia, sino ir paso a paso sin arriesgarlo todo, probando y capacitándose en este tipo de agricultura para así tratar de asegurar que puedan crear un proyecto rentable y sostenible en el tiempo.

-Empezaste con 1200 plantas y llegaste a producir 6000 plantas. ¿Cómo fue el desarrollo en el área de comercialización?

-La primera pregunta que me hice fue ¿a dónde quiero llegar con esto? Y dentro de mí la respuesta siempre fue: lejos, quiero ser muy buena en lo que hago. Con lo cual, desde el día cero hasta hoy, estoy en modo aprendizaje de todo aquel que puede aportarme valor en mi camino profesional. Siempre fui aprendiendo que el gran desafío está en la comercialización y que de esto debía aprender mucho, año tras año y la práctica en los distintos mercados me fueron enseñando mucho al respecto.

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-Hablando de comercialización, ¿en qué te basas a la hora de ofrecer tus productos en hoteles y restaurantes?


-Tengo la seguridad 100% de que lo que estoy ofreciendo es único, que todo lo hago con gran responsabilidad, desde poner a germinar hasta la cosecha ya que estoy produciendo alimento y, como me dijo un colega, salud. En ese sentido, tiene que ser un producto 100 % elaborado a conciencia y esto es lo que les cuento y demuestro a mis clientes. A eso les sumo la durabilidad post cosecha que llega a más de 15 días en perfecto estado, haciendo que todo forme un combo irresistible.
 

-Desde tu lado docente: brindaste gran cantidad de cursos. ¿Cómo se te ocurrió, cómo lo armaste, hacían prácticas?


-Tuve la suerte de encontrar mi pasión profesionalmente y poder llevarlo a la práctica, así que sentí que debía dejar mi granito de arena en todo esto y devolver un poco todo lo que siempre recibí con la gente hermosa que me tocó relacionarme en esta actividad. Fue ahí cuando surgió esa necesidad de empezar con cursos, talleres y capacitaciones, que en su gran mayoría se dan a través de mi plataforma on line, dado que participan personas de diferentes puntos geográficos. Sin embargo, debo confesar que lo que más me gusta es cuando son presenciales: disfruto muchísimo del trato cercano con la gente, las prácticas y logística de lo que implica realizar esas capacitaciones. Trabajé mucho con una empresa mexicana (Hidronova) en este rubro que me dio mucha experiencia y con un colega de altísimo nivel académico de Perú, el Ingeniero Carlos Hidalgo. Llegó un momento que decidimos mudarnos a Estados Unidos pero antes quería devolver algo de todo lo que me dio siempre mi hermoso Bariloche. Fue ahí cuando organicé un curso internacional de hidroponia. Siempre tuve muy buena relación con el INTA local por lo cual conté con el privilegio de poder hacerlo en sus instalaciones y con su apoyo. Tuvimos casi 100 participantes de todo el país; fue reconocido como interés municipal y recibió a muchos emprendedores,
hobbistas, curiosos, al intendente municipal, al ministro de Agricultura de Rio Negro y a oradores de México y Perú.


Ya hace más de 4 años que no vivo allí, pero he vuelto de visita y generé capacitaciones en invernaderos de la zona continuando el contacto con la comunidad. Quiero colaborar desde mi humilde experiencia para que cada vez más productores se animen a seguir desarrollando esta actividad y que Bariloche cuente con productos frescos y locales.
 

-¿Qué recomendarías a los que quieren empezar?

-Esto va a depender de hasta donde se quiera llegar. Y aunque se tengan todos los recursos o capital para invertir, lo más importante es que primero conozcan de qué se trata todo esto. La agricultura es muy particular, trabajamos con seres vivos que no nos esperan en su crecimiento y que permanentemente nos expone a situaciones imprevistas que debemos aprender a manejar. Yo amo y fomento mucho esta práctica, pero no me canso de incentivar que primero dediquen
tiempo a conocer de qué se trata.

hidroponia
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-¿Dónde vivís ahora y cómo es hoy un día en tu vida?


-Actualmente vivo en La Florida, EEUU, junto a mi familia, donde continúo con mi proyecto de capacitación y asesoramiento a emprendedores sobre esta técnica. Aquí creamos y fundamos nuestra propia granja hidropónica familiar conocida con el nombre de Patagonia Green Leaf, que hace honor a las tierras desde donde vinimos y aprendimos esta maravillosa forma de cultivar. 


Sueños verdes en Canarias


Maribel Jerez es barilochense y hace 7 años vio por primera vez el cultivo en hidroponia y quedó fascinada. “Me encantó la idea del ahorro del agua –recuerda-. Quise estudiarla través de internet pero siempre me faltaba información. Compré para hacerlo pero el asesoramiento era nulo y en enero 2020 vi un curso presencial en Bariloche y dije “esta es la mía”. Fueron 3 días intensivos donde conocí a Flavia. Lo que más me gustó fue el acompañamiento. Inicialmente el proyecto fue autoconsumo pero ella te seguía explicando en el día a día”.

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Maribel Jerez


Aquello que para Maribel fue un plan complementario se convirtió, con la llegada de la pandemia, en un proyecto mucho más amplio. “Pude meterle muchas horas y siempre te falta espacio así que nos ampliamos de 4 caños a 8 y luego 12, todos de 4 metros de largo”, recuerda ahora desde su nuevo emprendimiento en Canarias.
 

“En invierno nos resultó muy difícil porque estábamos viviendo en la estepa Ñirihuau (en las afueras de Bariloche). Decidimos dejar de producir porque la naturaleza te obliga: se congeló el agua más de una vez y el viento nos voló 2 invernaderos”, relata a Forbes.


Según cuenta esta rionegrina, el costo al principio en materiales es elevado porque si te falta algo no se puede arrancar. “Pero tengo un gran socio, que es mi marido, que me inventaba muchas cosas. De hecho usamos varios caños que encontrábamos por ahí rotos, los cortaba y unía y ya había uno más”, relata mientras sonríe.

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En términos generales lo que se precisa son caños de PVC 110, bombas, timmer, mangueras, llaves, tanques, la solución y semillas. ”El espacio físico es lo de menos. Porque podés arrancar con la pared en la que da el sol en tu casa pero después la experiencia te pide ir ampliando. El conocimiento es fundamental porque parece que no, pero lleva mucho estudio de muchas áreas. Yo hoy formulo mi solución, en Bariloche la compraba y no podía saber si tenía un error en la fórmula o no o modificarla para algún cultivo específico”, revela.


Maribel es mamá de cuatro chicos y vive junto a Andrés Bartomeo, su pareja, en Tenerife escapando del frio patagónico. “Buscando opciones laborales di con dos amigos socios que tenían parado este proyecto que lo intentaron llevar adelante con pocos conocimientos y buscaban a alguien que cubra ese aspecto y justo llegamos nosotros. ¡Nos estaban esperando!”, cuenta con alegría.



Actualmente cuenta con un invernadero activo de dos mil metros cuadrados; mil están en producción con 31 pirámides de 12 caños por 11 metros de largo. “Son 20 mil plantas en diferentes etapas de crecimiento. Andrés se encargó de poner todo en condiciones de uso y hacer los ajustes técnicos y siempre vamos mejorando algo”, narra.
En cuanto a lo comercial, tal como reveló también Flavia, lo que promocionan es el sabor y la frescura. “La parte comercial la hace Andrés y lo más importante es que presentamos nuestro producto con raíz así que se lleva la planta viva al cliente y eso da una durabilidad sin competencias. Ni hablar de los colores que son mucho más brillantes”, relata.

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Maribel



Hoy, Maribel está lejos de su Bariloche natal en medio de un clima cálido pero no se olvida de sus orígenes. Se levanta temprano para preparar el mate y despertar a los chicos para el colegio. Una vez que Andrés los lleva, ella ya se va para el invernadero. “Allí controlo los tanques para ver el ph y la conductividad, verifico que las 31 pirámides se estén regando y depende el día, si tenemos cosecha por la mañana o por la tarde”, menciona a Forbes.

Nunca deja de estudiar, porque es la clave dice. Y además agrega un detalle: “decidimos donar nuestro sistema hidropónico de Bariloche a la Fundación San José Obrero que trabaja con chicos con salidas laborales. Un día surgió una charla con nuestros hijos cuando les preguntamos que les parecía si se lo regalábamos a ellos y sin dudarlo ni un minuto, estuvieron de acuerdo y muy entusiasmados por esto. Después, cuando nos salió este proyecto en Canarias reflexionamos: cuando hacés algo de corazón, siempre vuelve”, sintetizó. Ahora, ella y su familia, están en Tenerife Sur, dando vida a Kanaralia.

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