Duolingo, el juego de lenguas de US$ 700 millones que conquistó al mundo

“Rezá por tu vida en español”, dice Duo, una lechuza verde y regordeta. Es un meme viral que circula por Twitter y es la mascota de Duolingo, una aplicación sumamente popular para aprender idiomas que ya tiene más de 300 millones de descargas en todo el mundo. Si bien el meme es un chiste, la aplicación real es muy insistente. Si no tomás tu lección diaria de inglés, genera una alerta en tu celular. Millones de personas lo obedecen.

Creada hace siete años por el guatemalteco Luis von Ahn, el “genio” de las computadoras de MacArthur, Duolingo tiene a todos enganchados, desde personalidades como Bill Gates, Khloe Kardashian y Jack Dorsey hasta los refugiados sirios en Turquía.

“El momento en que me sentí más orgulloso fue cuando pensé: ?Wow, el hombre más rico del mundo está usando el mismo sistema que la gente más pobre en la escala social?”, dice Von Ahn.

Duolingo todavía tiene mucho lugar para seguir creciendo. En el mundo, hay más de 2 mil millones de personas que estudian otro idioma. La enseñanza digital de idiomas genera ingresos por US$ 6.000 millones, y se espera que para 2025 ese número crezca a US$ 8.700 millones. Pero es un mercado muy fragmentado, con decenas de competidores.

Von Ahn sabe jugar a gran escala. A los 21 años, mientras cursaba la universidad, creó CAPTCHA, o lo que miles de millones de usuarios conocen como unas letras garabateadas que hay que transcribir para probar que uno no es un robot. Pocos años después, le vendió dos de sus inventos a Google por US$ 20 millones.

Despilfarró un poco en una Lamborghini y un Tesla Modelo S, pero por lo demás lleva una vida modesta en la casa de seis dormitorios que compró con su ex esposa en Point Breeze, un barrio de Pittsburgh cerca de las oficinas de Duolingo.

Duolingo ya ofrece más idiomas que la competencia: 36 según la última cuenta. Incluye lenguas poco habladas, como el hawaiano, el navajo, el galés y el alto valyrio, el idioma ficticio de la serie Game of Thrones (hay 1,2 millo-nes de usuarios estudiándolo).

A siete años de su lanzamiento, tiene casi 30 millones de usuarios mensuales activos, según números propios. Los inversionistas ya aportaron US$ 108 millones, llevando la valuación de la empresa a US$ 700 millones en 2017, US$ 150 millones por encima de la capitalización bursátil de Rosetta Stone, un rival que desde hace 27 años cotiza en bolsa.

Duolingo atrae usuarios porque su versión básica, que se sostiene con publicidad, es gratuita, mientras que Rosetta les cobra US$ 120 al año a sus 500 mil usuarios. Babbel, otro competidor con oficinas en Berlín, dice que sus ingresos de US$ 115 millones vienen de los US$ 85 anuales que pagan más de un millón de usuarios.

Solo el 1,75% de los usuarios de Duolingo pagan por la versión sin publicidad (US$ 84 al año), pero, dado que su base de usuarios es enorme, el año pasado los ingresos llegaron a US$ 36 millones. Von Ahn dice que en 2019 va a llegar a US$ 86 millones y en 2020 a US$ 160 millones. El número de empleados va a pasar de 170 a 200 a fines de e te año.Las oficinas de Duolingo están ubicadas en un ex local de muebles en el barrio de East Liberty, cerca de las oficinas de Google en Pittsburgh. La empresa no es redituable, pero Von Ahn dice que empezará a generar ganancias este año. Piensa salir a la bolsa en 2021. Le gusta decir que la plata que pierde al regalar la aplicación es equivalente a lo que la competencia gasta en marketing. También se jacta de que es más probable que sus usuarios abandonen Duolingo a que abandonen las aplicaciones de la competencia.

Duolingo engancha a los usuarios con trucos que se usan en los juegos: puntos, cofres con tesoros y “rachas”. Las clases duran tres minutos y usan una interfaz simple. En un ejercicio típico, una oración como “Yo como pan” aparece encima de siete burbujas con palabras en un idioma extranjero. Uno arrastra las burbujas a una línea para traducir la oración, aprieta OK y en la pantalla aparece “Tu respuesta es correcta” y suena una campanita. Los fans de la aplicación twittean las oraciones graciosas que genera el software, como por ejemplo “Vendo a mi suegra por un euro”.

Duolingo recibió mala prensa por parte de gente que lo probó y no pudo aprender gran cosa. Pero Von Ahn no promete que se pueda llegar más que a un nivel principiante alto o un nivel intermedio bajo.

Bob Meese, el director de Ingresos, estudia español con Duolingo desde hace más de seis meses. Cuando pregunto: “¿Hablás español?”, se queda mudo y después dice, en inglés: “¿Podés repetir, por favor?”.

Von Ahn aprendió inglés a la antigua, en el Colegio Americano de Guatemala. Su madre, una doctora que lo tuvo a los 42 siendo ya soltera, lo crio sola. Se destacó en matemática y a los doce años ya quería ser profesor.

Realizó sus estudios universitarios en Estados Unidos. Se graduó en Matemáticas en Duke University e hizo un doctorado en Ciencias Informáticas en Carnegie Melon (CMU), donde tuvo como profesor a Manuel Blum, ganador en 1995 del Premio Turing. Con él creó CAPTCHA.

Cuando terminó su doctorado en 2005, recibió una llamada inesperada. Bill Gates quería que fuera el jefe de un equipo de investigación en Microsoft. Lo tuvo en el teléfono por una hora y media, pero Von Ahn rechazó la oferta.

En su lugar, consiguió un trabajo como profesor de informática en CMU. A las tres semanas, la Fundación MacArthur le dio la beca “de los genios”, de US$ 500.000, por su trabajo pionero en seguridad informática y crowdsourcing. Con esa plata creó la segunda versión de CAPTCHA, llamada reCAPTCHA, que fue comprada por Google en más de US$ 25 millones. Von Ahn era dueño de más del 50%, y pasó los dos años siguientes trabajando para Google.

Cuando volvió a CMU en 2011, él y el estudiante suizo Severin Hacker (sí, ese es su apellido real) se abocaron a desarrollar una herramienta digital gratis para aprender idiomas. Le pusieron Duolingo porque querían os cosas: enseñar idiomas gratis y valerse de los propios usuarios para hacer traducciones.

Primero, Duolingo iba a buscar clientes que necesitaran traducir textos. Luego haría que los usuarios que estaban usando la aplicación para estudiar inglés tradujeran extractos de esos textos en inglés a su lengua madre. Si una cantidad suficiente de usuarios trabajaba sobre los mismos extractos, la traducción saldría bien.

Juntar plata fue fácil. “Estábamos muy impresionados con lo que hizo y con él personalmente”, dice Brad Burnham, miembro del directorio de Duolingo y socio de Union Square Ventures, el primer fondo que invirtió en la empresa. “No tratamos de cambiar su negocio”.

Para crear los primeros cursos, Hacker y Von Ahm leyeron una pila de libros sobre enseñanza de idiomas. Googlearon las tres mil palabras más usadas en cada idioma, las tradujeron al inglés y las usaron para componer oraciones simples. Después programaron un algoritmo que generaba lecciones en las que había que traducir oraciones, escuchar, escribir y hablar. El software se podía programar para responder a los usuarios y bajar el nivel de exigencia si cometían muchos errores. Duolingo salió a la luz en 2012 y la aplicación empezó a hacerse popular. Pero solo dos clientes, CNN y Buzzfeed, se anotaron para los servicios de traducción.

En 2014 descartó el negocio de la traducción, y durante los siguientes tres años la empresa no generó ingresos. Pero, como había recaudado US$ 38 millones, tenía suficiente plata como para seguir adelante. Contrató lingüistas e investigadores que fueron agregando extras como consejos gramaticales y tablas de conjugación.

Von Ahn cuenta que rechazó a algunos inversionistas en pos de quienes pensaba que podían ser buenos socios. Ashton Kutcher, Tim Ferriss y peces gordos de Kleiner Perkins y CapitalG (lo que antes era Google Capital): todos apoyan la empresa. En 2017 sumaron publicidad de Facebook y Google, y luego suscripciones libres de publicidad. Duolingo terminó el año con ingresos de US$ 13 millones.

En 2016, Duolingo empezó a trabajar en otra potencial fuente de ingresos: el Duolingo English Test (DET), que competiría con el TOEFL (Test of English as a Foreign Language), el examen más usado por las universidades estadounidenses para evaluar el inglés de los estudiantes extranjeros. El TOEFL, propiedad de la organización sin fines de lucro Educational Testing Service, cuesta US$ 215 y toma exámenes de tres horas en aulas propias y bien vigiladas.

El Duolingo English Test (DET) cuesta US$ 49, dura 45 minutos y se puede tomar a distancia siempre y cuando la computadora tenga micrófono y una cámara para controlar que no se haga trampa. Más de 180 universidades, entre ellas Yale, Columbia y Duke, ya lo aceptan como sustituto del TOEFL.

Hace dos años, Duolingo creó un sitio para que los usuarios también pudieran organizar encuentros y practicar entre ellos. Pero, a razón de 2.000 encuentros al año con un promedio de diez participantes, la estrategia apenas abarca a una fracción de los 28 millones de usuarios ubicados en 180 países.

Von Ahn permanece inmutable. Destaca el efecto bola de nieve que hasta ahora tuvo la aplicación: “Vamos a seguir con los idiomas hasta que casi toda persona en el mundo que esté tratando de aprender un idioma nuevo use uno de nuestros productos".

Este artículo de Susan Adams apareció en la Edición 77 de Forbes Argentina, de Octubre de 2019.