El sorteo realizado en Washington D. C. ubicó a la selección argentina en el Grupo J, junto a Austria, Argelia y Jordania, en una Copa del Mundo que se jugará entre el 11 de junio y el 19 de julio de 2026. El equipo dirigido por Lionel Scaloni intentará defender el título que consiguió en Qatar 2022, mientras el torneo se prepara para una edición inédita con 48 selecciones y un formato que expande su dimensión tanto en lo deportivo como en lo económico.
El grupo que enfrentará el conjunto nacional aparece accesible en los papeles: esquiva rivales como Croacia, Marruecos, Noruega y el representante europeo que clasificará desde el repechaje donde figura Italia. El sorteo colocó a los croatas en el Grupo L, a los marroquíes en el C, a los noruegos en el I y al ganador del playoff continental en el B.

La expectativa futbolera avanza a la par del negocio que envuelve a un torneo con sede en Estados Unidos, México y Canadá, donde las marcas ya trazan acciones a pesar del malestar que provocan los precios elevados de las entradas.
Un presupuesto récord: cómo se conforman los gastos del torneo
La FIFA ya confirmó que invertirá US$ 3.839 millones para organizar el Mundial que se jugará en Estados Unidos, México y Canadá. El gasto abre una escala de cifras que muestra el tamaño del proyecto.
La mayor parte del presupuesto corresponde a gastos operativos, un total de US$ 1.516 millones (39 %). Dentro de ese rubro, la hospitalidad absorbe US$ 638 millones, mientras los servicios técnicos suman US$ 307 millones y la seguridad se queda con US$ 110 millones. Los transportes para eventos totalizan US$ 83 millones, los eventos especiales US$ 98 millones y el servicio de ticketing US$ 51 millones.

El paquete de premios y beneficios para los clubes asciende a US$ 896 millones (23 %). Ese monto incluye las recompensas para las selecciones participantes y las compensaciones económicas para los clubes que cedan jugadores.
El apartado denominado "otros ítems asociados al Mundial" acumula US$ 408 millones (11 %), donde se agrupan costos vinculados a acuerdos con ciudades sede, instalaciones temporales y logística complementaria. La gestión de personal implica US$ 394 millones (10 %), mientras los servicios de los equipos —que abarcan traslados, hospedajes y soporte técnico— representan US$ 181 millones (5 %).
Las operaciones televisivas absorben US$ 329 millones (9 %), un gasto clave para garantizar la emisión en todo el planeta. En tanto, la entrega de derechos comerciales y de marketing suma US$ 45 millones (1 %), un número que parece menor, pero que forma parte de la maquinaria que sostiene al negocio global del fútbol.

A esos bloques se agregan montos puntuales: US$ 70 millones para tecnología e información, US$ 35 millones para seguros y partidas más acotadas para logística operativa, voluntarios, servicios legales, tecnología aplicada al juego, sostenibilidad y comunicaciones.
La venta de entradas para el Mundial 2026: entre la especulación y una demanda que genera dudas
Conseguir una entrada para el Mundial 2026 se transformó en una tarea casi imposible para el hincha promedio. En la primera etapa del proceso, más de 4,5 millones de personas pidieron entradas, aunque sólo una parte recibió autorización para comprarlos. Apenas cerró esa instancia, empezaron a aparecer publicaciones en sitios de reventa con cifras desorbitadas.
Aunque parezca que hay una demanda altísima por las entradas, eso podría estar inflado por una expectativa equivocada. ¿Por qué? Porque muchos creen que el Mundial 2026 tendrá el mismo nivel de interés que el de 1994, que fue el que más público llevó en la historia. Pero la situación cambió: en el 94, el fútbol no tenía peso en Estados Unidos. Hoy, con la facilidad que tienen los hinchas para mirar fútbol europeo por TV o streaming, desde Forbes US señalan que hay menos razones reales para pagar fortunas por ver en vivo un partido.

La FIFA incorporó por primera vez una plataforma oficial de reventa sin tope de precio. Esa decisión convirtió a las entradas en una posibilidad de negocio. Muchos compradores las adquieren sin intención de asistir, con la expectativa de revenderlas después. Si el mercado se llena de especuladores, los precios podrían subir de forma artificial, alejados del interés genuino por estar en la cancha. Si eso pasa, quienes compraron primero podrían terminar perdiendo plata.
La ampliación a 48 selecciones también altera el mapa. Países como Uzbekistán, Jordania, Benín o Cabo Verde despiertan curiosidad, pero difícilmente movilicen multitudes o llenen estadios gigantes, donde las entradas cuestan más que un partido de la NFL. Por ese motivo, la FIFA activó la venta anticipada antes del sorteo de diciembre: buscó evitar una caída fuerte en los precios si los cruces no generaban interés.
Cómo se mueven las marcas ante un Mundial con precios que ahuyentan hinchas
En redes sociales y foros, las quejas se multiplican por entradas que exceden cualquier lógica, y por una reventa habilitada de forma oficial que muestra cifras aún más elevadas. Ese escenario obliga a las marcas a pensar con cautela. Aunque la Copa del Mundo más grande de la historia representa una vidriera comercial inmensa, el contexto impone ajustes. Ya no alcanza con comprar espacios visibles: lo que importa es aportar algo real a la experiencia del público. Las acciones que conectan con el espíritu del torneo cobran fuerza en un momento en el que la distancia económica con los hinchas genera tensión.
La edición 2026, con 48 equipos, multiplica esas chances. El ingreso de selecciones con escasa visibilidad internacional, como Uzbekistán, Jordania o Cabo Verde, ofrece historias para contar desde otro lugar. Las marcas que se vinculen con esas identidades pueden generar empatía real.