Sin lluvias suficientes, el campo y el Gobierno le dicen adiós a la super cosecha
La ola de calor que atraviesa el país desde mediados de enero, finalmente tendrá impacto en la producción de soja y maíz. Pérdidas de hasta 4,5 millones de toneladas y escenario abierto a futuro.

Aún queda casi un mes para que comience la cosecha de soja y algo más para el maíz, pero ya casi no quedan dudas de que finalmente no se podrá lograr la ansiada cosecha récord que se esperaba para la campaña 2023/24.

Si bien la sequía de la campaña pasada quedó atrás con la llegada de El Niño, fenómeno climático caracterizado por abundantes lluvias, no obstante, el comienzo de año trajo lluvias, pero en general, por debajo del promedio histórico, a lo que siguió en las dos primeras semanas de febrero una tórrida ola de calor en gran parte el área productiva, terminando de golpear a los lotes de soja de primera.

Así, las últimas estimaciones de cosecha de soja y maíz recortaron proyecciones, calculando bajas por 2,5 Mt (millones de toneladas) en soja y de 2 Mt en maíz, en ambos casos considerando la soja de segunda y los maíces tardíos. Las pérdidas no sólo atañen a la producción en volumen sino también a la calidad de los cultivos.

Este cambio de escenario tiene a toda la cadena de valor cerealera-oleaginosa con la guardia alta, por lo que supone luego de tres años de sequía y una campaña 2022/23 que tuvo la peor seca en 50 años, con caída de cosecha de todos los granos por más de 20.000 millones de dólares.

Además, la recuperación la recuperación del campo era el pleno que se jugaba el Gobierno para “engordar” las reservas del Banco Central y tener poder de fuego para contener remezones cambiarios. También para poder atender la deuda soberana con el Fondo Monetario Internacional, otros organismos multilaterales de crédito (BID, Banco Mundial, CAF) y acreedores privados por la deuda reestructurada en 2020 y vencimientos que empiezan a caer este año.

Eso sin contar los compromisos derivados del juicio contra el país por la estatización de YPF en 2012, por 16.000 millones de dólares más costas y otras cuentas a pagar en moneda dura.

Fuego desde el cielo

Las alarmas se encendieron en el campo a mediados de enero, cuando gran parte del país se vio envuelto en una importante y hasta inusual -pese a la temporada estival- ola de calor.

“Entre diciembre y el 17 de enero se consolidó una mejora hídrica notable en los perfiles de los suelos en gran parte del área productiva Argentina. Sumado al pronóstico de un fenómeno Niño de nivel fuerte a moderado, hace un mes atrás se preveía una mejora de los guarismos de producción de soja en Argentina, con muy buenas posibilidades de superar cómodamente los 50 Mt”, aseguró Cristian Russo, jefe de Estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).

Pero pasaron cosas, de modo que “a partir del 17 de enero se instaló una ola de calor muy larga y severa que dio vuelta el escenario. Además, ocurrió en un momento muy sensible de la soja de primera que forzó el aborto de chauchas”, explicó Russo.

El impacto en los cultivos es importante, con un fuerte recorte de 2,5 Mt en soja y de 2 Mt en maíz, detalló la BCR. “En cuanto a la soja de segunda la situación sigue muy delicada”, apuntó la entidad, con caída potencial en rindes en zona pampeana del 40% al 60% y un área implantada y no cosechable de unas 750.000 hectáreas. Todo a pérdida en esos lotes.

“Con una superficie sembrada de 17,3 M ha —8,3% más que el año pasado—y un rinde promedio nacional de 29,9 qq/ha, se estima la producción en 49,5 Mt. De esta manera, la nueva campaña superaría en 19,5 Mt al malogrado ciclo anterior (20 Mt)”, remarcó Russo. En maíz podría llegar a 57 Mt.

Perspectivas negativas

César Alonso, coordinador del Departamento de Información Agronómica de la Bolsa de Cereales de Córdoba, dio detalles del deterioro productivo en la provincia por la ola de calor, indicando que en enero sólo el 5% del maíz estaba en condición mala y regular según la encuesta mensual a unos 400 técnicos calificados, y a mediados de febrero esa estimación subía al 24%.

En el caso de la soja ocurre algo similar, pasando del 7% en condición mala y regular el primer mes del año, al 30% en febrero. “Los lotes que se perdieron son mayormente los de siembra temprana”, indicó Alonso.

Si bien aclara que “hoy no se puede decir que ya esté todo perdido”, en especial porque en la provincia el 70% de la soja es tardía, y aún con posibilidades de buenos rendimientos, pero si llegaran las lluvias y siguiera el calor, sería un combo complicado.

“En soja la peor combinación es humedad (por lluvias) y calor, sumado a alguna helada que todavía puede venir, lo que atenta contra la calidad de los granos”. La situación en maíz es distinta porque responde mejor a una situación semejante y además se cosecha entre mayo y agosto, con un clima más favorable.

En este contexto, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) considera que el 67,7% de los lotes de soja de primera presenta una condición hídrica óptima/adecuada, lo que es una mejora respecto de la semana previa.

Pero aclara: “A pesar de ello, la ola de calor y la falta de precipitaciones, ocurrida sobre finales de enero y durante los primeros días de febrero reveló un impacto sobre los componentes del rendimiento. Esto ha ocasionado mermas sobre rendimiento potencial, principalmente sobre la soja de primera que transita su período crítico”.

Este año el cultivo que salva la ropa es el girasol, que ya está en etapa de cosecha y se vio beneficiada por la falta de lluvias, que favoreció las labores, alcanzando “rendimientos variables, pero en promedio superiores a la media histórica”, señaló la BCBA.

“En Santiago del Estero se están obteniendo 16 qq/ha de girasol y en Córdoba hasta 24 qq/ha, que es 30% más que en 2023 y 15% por encima del promedio de rendimiento histórico”, detalló César Alonso.