Donald Trump fue promotor inmobiliario, después figura de la televisión y más tarde magnate de las redes sociales. Ahora también es un peso pesado en el mundo de las criptomonedas. La mayor parte de su fortuna —unos US$ 3.300 millones sobre un total de US$ 5.500 millones— está en ese rubro, al que el presidente recurrió para hacer caja y al que se dedicó con fuerza para promocionar.
El último giro llegó el mes pasado, cuando Trump Media and Technology Group cambió su estrategia comercial. La empresa había arrancado como una apuesta por las redes sociales, con el lanzamiento de Truth Social para que Trump tuviera su propia plataforma tras quedar fuera de Twitter y Facebook. Truth Social nunca se volvió un negocio importante: facturó unos US$ 4 millones al año y acumuló pérdidas superiores a los US$ 100 millones.
A pesar de eso, los inversores corrieron a poner plata en Trump Media and Technology Group, que empezó a cotizar en bolsa con una valoración de US$ 5.700 millones. Sin muchos argumentos que justificaran esa cifra, la empresa anunció el mes pasado un plan para fortalecer sus cuentas comprando bitcoin. Unos 50 inversores institucionales pusieron más de US$ 2.000 millones a través de una operación de compra de acciones y deuda, con el objetivo de que la compañía de Trump pudiera hacerse de criptomonedas.
Como Truth Social es un negocio chico, el nuevo plan cambió de raíz el perfil de la empresa de Trump: dejó de ser una compañía de redes sociales para convertirse en una jugada directa por el bitcoin. Las acciones del presidente en esa firma valen US$ 2.400 millones, cerca del 45 % de toda su fortuna.
Trump tiene otras iniciativas vinculadas con las criptomonedas. En 2022 se metió en el rubro con tarjetas digitales coleccionables ilustradas con dibujos animados, que se agotaron enseguida y le dieron más de US$ 7 millones al desarrollador, que necesitaba efectivo.
Después apareció World Liberty Financial, un proyecto que Trump y sus hijos lanzaron junto a la familia de su socio inmobiliario Steve Witkoff. Ese emprendimiento vendió tokens por US$ 550 millones, de los cuales Trump se quedó con unos US$ 390 millones (US$ 250 millones limpios, después de impuestos). World Liberty también puso en marcha un negocio de criptomonedas estables, que le sumó alrededor de US$ 60 millones al patrimonio neto de Trump, según cálculos de Forbes.
También está la memecoin $TRUMP, que salió a la luz pocos días antes de la investidura. Esta moneda le generó a Trump un estimado de US$ 315 millones entre comisiones y criptomonedas vinculadas al dólar, es decir, unos US$ 200 millones después de impuestos. Además, tiene una reserva de tokens valuada en aproximadamente US$ 430 millones.
En total, las inversiones del presidente en criptomonedas representan cerca del 60 % de su patrimonio neto actual.
No sorprende que Trump haya hecho tantos guiños al mundo cripto. Antes de asumir la presidencia, nombró como zar de las criptomonedas al capitalista de riesgo David Sacks, que tenía inversiones fuertes en ese sector. El día de su investidura, designó a Paul Atkins, un empresario cercano al ambiente cripto, para liderar la Comisión de Bolsa y Valores (SEC). Bajo su gestión, la SEC archivó más de media docena de causas contra empresas vinculadas con criptomonedas. En enero, Trump firmó una orden que destacaba las virtudes de los activos digitales y ordenaba a su gobierno que los impulsara. En marzo, rubricó un decreto para crear una reserva federal de Bitcoin.
Mientras tanto, su negocio inmobiliario muestra pocas señales de mejora. La torre de oficinas que tiene en Wall Street parece estar en rojo. Un complejo de tres edificios en San Francisco también arrastra problemas de deuda. Y el mercado de Palm Beach, donde el presidente tiene propiedades valuadas en casi US$ 500 millones, no se mueve desde hace tres años.
Eric Trump, quien actualmente dirige el negocio de su padre, insinuó este cambio durante una conferencia sobre criptomonedas en Dubái esta primavera. "Estos activos se han convertido en el complemento perfecto entre sí", dijo. "Los bienes raíces son ilíquidos. Son difíciles de mover. En realidad, solo son accesibles, al menos a gran escala, para muy pocos. Su ubicación es muy estática. Y de repente, se recurre a las criptomonedas, que son inmediatamente líquidas, fáciles de mover y accesibles para cualquiera. Y uno se da cuenta de que las criptomonedas se convierten en la mayor protección del mundo frente a los activos tangibles", precisó.
Al menos para Donald Trump.
*Con información de Forbes US.