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La mirada del mercado sobre Chile ante el balotaje; un Congreso fragmentado y reformas económicas que quedan en duda

Esteban Monte

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Las elecciones chilenas dejaron un panorama más estrecho de lo previsto y un mapa político fragmentado que tensiona los pronósticos económicos para 2026. Aunque la atención pública se concentra en la contienda presidencial que enfrentarán Jeannette Jara y José Antonio Kast el 16 de diciembre, los mercados ya hicieron su propia lectura del resultado.

17 Noviembre de 2025 15.14

La primera vuelta confirmó una tendencia anticipada por las encuestas, pero con matices clave: Jeannette Jara obtuvo 26,9%, por debajo del umbral de 30-35% que el oficialismo esperaba, mientras José Antonio Kast logró 23,9%, impulsado por el apoyo consolidado de la derecha. La sorpresa provino de Franco Parisi, quien irrumpió con 19,7%, un crecimiento superior a siete puntos respecto de su anterior participación electoral, captando el voto volátil y antipartidos que suele definir segundas vueltas ajustadas.

Pese al estrecho margen entre los dos finalistas, las fuerzas de derecha (considerando a Kast, Kaiser, Matthei y Parisi) sumaron cerca del 51-52% del electorado, lo que reconfigura la disputa final y amplía, según analistas, la probabilidad de un triunfo de Kast en diciembre.

A diferencia de la carrera presidencial, las elecciones legislativas no replicaron el impulso de la derecha. Aunque estuvieron cerca, los bloques afines a Kast no lograron mayoría en ninguna de las dos cámaras.

En la Cámara de Diputados, las coaliciones de derecha obtuvieron 76 de 155 escaños, quedándose al borde del 50%. El Partido de la Gente (PDG), fortalecido con 14 cupos, aparece como actor decisivo en la aprobación de reformas económicas, aunque su bancada mantiene una identidad heterogénea y difícil de alinear.

En el Senado, el panorama es aún más estrecho: derecha y centro-derecha alcanzan 25 de 50 escaños, mientras la izquierda y sus aliados suman 23, con dos independientes inclinados hacia ese sector. La falta de mayorías claras anticipa un ciclo legislativo donde la negociación será la norma y donde incluso la derecha moderada no garantiza un apoyo automático a Kast, en caso de que gane la presidencial.

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Jeannette Jara obtuvo 26,9%, por debajo del umbral de 30-35% que el oficialismo esperaba

Pese a la fragmentación legislativa, el resultado fue leído por el mercado como relativamente positivo, en especial por el desempeño del candidato republicano. El tipo de cambio reflejó un sesgo favorable, aunque los analistas advierten que una apreciación sostenida del peso (por debajo de los 900 por dólar) solo será viable si el próximo gobierno logra articulares acuerdos legislativos mínimos para avanzar en una agenda pro-crecimiento.

La principal interrogante reside en la viabilidad de reformas estructurales. Para los centros de análisis, medidas como la reducción del impuesto corporativo (de 27% a 23%), la modernización del sistema de permisos o una simplificación del marco tributario podrían elevar el crecimiento tendencial desde el actual 2,2% hacia un 3% anual. Pero todo depende de negociaciones que hoy se vislumbran complejas, especialmente sin mayorías legislativas claras.

En esa línea, algunas instituciones financieras han señalado que la falta de control del Congreso disminuiría la probabilidad de reformas clave, lo que a su vez moderaría las expectativas de crecimiento y recortaría parte del entusiasmo bursátil observado en los últimos meses.

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José Antonio Kast logró 23,9%, impulsado por el apoyo consolidado de la derecha.

El liderazgo del PDG, Franco Parisi, evitó respaldar públicamente a alguno de los dos candidatos. Su electorado (mayoritariamente masculino, de clase media trabajadora y con fuerte presencia en el norte minero) se ha mostrado históricamente volátil y podría inclinar la balanza en una segunda vuelta estrecha. Kast necesita, según estimaciones, conquistar al menos un tercio de esos votos para ampliar su ventaja proyectada: Jara, en cambio, enfrenta el desafío de movilizar sectores que en la primera vuelta no se identificaron con opciones de izquierda.

Con un país aún marcado por años de incertidumbre institucional, el proceso electoral de 2025 abre un capítulo crítico para la política económica chilena. El eventual giro hacia un gobierno pro-mercado (escenario hoy evaluado como probable por varias firmas financieras) podría impulsar inversión, destrabar proyectos y recuperar la confianza empresarial. Pero sin un Congreso alineado, las posibilidades de una transformación profunda serán más acotadas y el próximo presidente deberá demostrar habilidad para construir coaliciones.

Lo único claro tras la primera vuelta es que Chile llega a diciembre con un electorado dividido, un Congreso disperso y un menú de reformas cuyo destino dependerá menos de los programas y más de la capacidad política del próximo gobierno para tejer acuerdos. En un clima donde la economía exige definiciones urgentes, la segunda vuelta será tanto una disputa presidencial como un referéndum silencioso sobre el rumbo económico del país.

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