A pocas semanas del primer gran test de deuda en dólares del año próximo, el Ministerio de Economía avanzará el miércoles con la licitación del nuevo Bonar 2029, un título en moneda estadounidense bajo ley local y cupón del 6,5% anual, pagadero en forma semestral. La emisión será bullet, es decir, sin amortizaciones intermedias, con vencimiento íntegro en noviembre de 2029.
Aunque la cartera económica evitó precisar montos, la referencia inmediata es clara: en enero vencen los AL29 y AL30, por un total de USD 1.188 millones entre ambos. Tanto 1816 como Mariva coinciden en que ese es, como mínimo, el objetivo implícito del Tesoro. El informe de Mariva señala que la intención oficial es "cubrir parte de los vencimientos de enero sin impactar en las reservas netas del BCRA", y que por lo tanto el Gobierno buscaría al menos el equivalente a esos vencimientos.
El desafío central está en el precio. Según 1816, los bonos comparables del tramo corto de la curva (AL29 y AL30) rinden entre 9,6% y 10,6% contra MEP. Con un cupón bajo, el Bonar 29 debería ubicarse por encima del 10% si quisiera alinearse con el mercado secundario, lo que implicaría un precio cercano a US$ 88,5. Pero el Gobierno, dice 1816, buscaría con esta colocación "mostrar una tasa de corte inferior al 9%" para preparar el terreno de una eventual emisión internacional entre diciembre y enero. El propio ministro de Economía, Luis Caputo, admitió que el objetivo es obtener al menos USD 1.000 millones a una tasa que no supere el dígito.
Es decir, la licitación aparece menos como una operación aislada y más como un gesto político-financiero: una señal hacia afuera de que Argentina puede volver a emitir en moneda dura en el exterior, aunque por ahora solo lo haga bajo legislación doméstica.
Un punto clave será la demanda local, ya que los rendimientos de los Globales en mercados internacionales rondan también el 10%, lo que limita el atractivo para inversores externos. Para 1816, la apuesta oficial parece apuntar a los grandes jugadores domésticos (en especial los bancos, que acumulan más de US$ 22.000 millones de liquidez ociosa en dólares) y los fondos comunes, cuyo patrimonio en moneda dura supera los US$ 10.000 millones. Sin embargo, ambos segmentos hoy exhiben baja exposición marginal a Bonares y no hay señales de que, sin incentivos regulatorios, vayan a lanzarse a comprar un bono nuevo a tasas menores que el AL30 vigente.
Mariva, en cambio, adopta una lectura algo más optimista. Destaca la fuerte expansión de los depósitos locales en dólares (US$ 35.200 millones, tras un salto de 17.000 millones desde mediados de 2024) como un reservorio suficiente para absorber una emisión de US$ 1.200 millones. El banco remarca que la caída del riesgo país a la zona de 637 puntos básicos coloca a la Argentina "en niveles compatibles con emisiones de mercado", incluso si por ahora eso ocurre solo bajo ley local.
La operación llega, además, mientras el Gobierno avanza en el Congreso con el Presupuesto 2026. Ese proyecto incorpora una autorización específica para emitir deuda bajo legislación extranjera por hasta el 18% del total de colocaciones, algo que 1816 interpreta como una señal de que una emisión internacional podría llegar en cuestión de semanas.
En ese contexto, la licitación del Bonar 29 funciona como una prueba simultánea de dos cosas: la profundidad del mercado local de dólares y la confianza en la estrategia financiera del Gobierno. El desafío será conciliar ambas: conseguir tasas que ayuden a construir credibilidad hacia afuera sin perder realismo sobre lo que los inversores están dispuestos a convalidar hoy.