Vecinos con armas nucleares, India y Pakistán, estuvieron involucrados en una serie de enfrentamientos armados que comenzaron el miércoles y que amenazaron con escalar hacia una guerra total, antes de que se anunciara un alto el fuego el sábado. Sin embargo, la tensión aún persiste. Hostilidades prolongadas entre India y Pakistán podrían tener implicancias masivas para los mercados energéticos, además de posibles consecuencias humanas y financieras.
Las hostilidades se produjeron luego de que India decidiera lanzar una operación con misiles y ataques aéreos dirigida contra Pakistán —la llamada Operación Sindoor— tras un atentado terrorista ocurrido el 22 de abril perpetrado por militantes en Pahalgam, en Cachemira administrada por India, que dejó un saldo de 26 muertos.
India responsabilizó del ataque a terroristas radicados en Pakistán y al presunto apoyo del gobierno paquistaní a organizaciones terroristas, una acusación que el país vecino negó. Si bien al momento de escribir esta nota se mantiene un alto el fuego mediado por la comunidad internacional, los sectores del petróleo, gas e hidroenergía de ambas naciones probablemente sentirán el impacto si persisten las tensiones.
Radiografía del mercado del petróleo y gas
En cuanto al tamaño relativo de sus mercados, India es el tercer mayor consumidor mundial de petróleo crudo, solo por detrás de Estados Unidos y China. Según la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés), India consume en promedio 5,4 millones de barriles por día de petróleo, de los cuales casi el 90 % son importados.
Según la Administración de Información Energética de EE. UU. (EIA, por sus siglas en inglés), el país sigue en camino de representar el 25 % del crecimiento de la demanda mundial de petróleo en 2025.
La demanda de petróleo de Pakistán es considerablemente menor y fluctuó con fuerza por debajo de los 0,4 millones de barriles diarios. No obstante, analistas de Rystad Energy estiman que actualmente se sitúa tan baja como 0,25 millones de barriles por día, de los cuales cerca del 80 % también son importados. Ambas naciones son, además, grandes importadoras de gas natural licuado (GNL), aunque la matriz energética de Pakistán depende más de este recurso que la de India.
En 2024, Pakistán importó 8 millones de toneladas métricas anuales de GNL, según datos de S&P Global Commodity Insights. Por su parte, India importó 47,7 millones de toneladas métricas al año de GNL, de acuerdo con la IEA, casi seis veces más, aunque para abastecer una matriz energética más diversa y una economía sustancialmente más grande.
Energía hidroeléctrica y el Tratado de Aguas del Indo
La energía hidroeléctrica y el rol del Tratado de Aguas del Indo —un acuerdo bilateral de distribución de recursos negociado por el Banco Mundial en 1960 entre India y Pakistán— también entran en juego en este contexto de conflicto. Este tratado regula los acuerdos de reparto del sistema fluvial del Indo.
Sin embargo, el hecho de que India se encuentre aguas arriba en el recorrido de los ríos genera frecuentemente temores en Pakistán de que su acceso al agua pueda verse gravemente afectado. Esos temores se intensificaron tras la decisión de India de suspender el tratado el 23 de abril, un día después del atentado en Pahalgam. Más allá del recurso hídrico en sí, esta decisión tiene implicancias significativas para la energía hidroeléctrica en ambos países, especialmente para Pakistán.
Según la capacidad de los proyectos de la región registrada por el Banco Mundial, la suspensión amenaza potencialmente cerca del 90 % de la capacidad hidroeléctrica instalada de Pakistán, la cual depende del sistema del río Indo. La represa más grande en este sistema es Tarbela, con una capacidad de 4,9 GW. La región y sus proyectos hidroeléctricos aportan una cuarta parte del suministro energético de Pakistán, según datos de GlobalData.
En cambio, India depende menos de la energía hidroeléctrica en general, y del sistema del Indo en particular, para su generación eléctrica. Los proyectos en la región representan menos de 3 GW, es decir, apenas el 6 % de la capacidad total hidroeléctrica del país. Además, la hidroenergía constituye menos del 10 % de la matriz energética india, de acuerdo con un vocero del Ministerio de Asuntos Exteriores del gobierno.
Una situación de alto riesgo
Ya sea por posibles interrupciones, ataques a infraestructura o por la necesidad de mantener la seguridad del suministro, las consecuencias serían potencialmente más graves para Pakistán en caso de una escalada o prolongación del conflicto con India.
Si llegara a producirse una interrupción del suministro, India cuenta con reservas estratégicas de petróleo, desarrolladas durante la última década por la administración de Narendra Modi a imagen de las reservas estratégicas estadounidenses.
Aunque la capacidad actual de India está lejos de igualar la de Estados Unidos, fuentes del Ministerio de Energía aseguran que es suficiente para mantener al país en funcionamiento durante poco más de 40 días, cifra que podría extenderse 21 días adicionales gracias a los inventarios comerciales que podrían ser utilizados en caso de una emergencia nacional.
Por el contrario, Pakistán no cuenta con reservas estratégicas oficiales a las que pueda recurrir, y posee existencias comerciales equivalentes a unas dos semanas de consumo, según fuentes del mercado en el país y operadores radicados en los Emiratos Árabes Unidos.
"Dicho en términos directos, se trata de un nivel de preparación para emergencias muy inferior y de una gestión económica deficiente por parte de Pakistán, incluso considerando que su economía es varias veces más pequeña que la de India", señaló una de las fuentes.
Desde ya, la infraestructura energética costera —desde terminales de GNL hasta refinerías— sigue siendo vulnerable a posibles ataques de cualquiera de los dos países en el marco de una guerra convencional. Sin embargo, el portafolio de importación y procesamiento de petróleo y gas de India, así como sus centros de capacidad, están geográficamente mejor distribuidos en una superficie mucho mayor en comparación con los de Pakistán, lo cual proporciona una mayor protección de sus activos energéticos estratégicos.
A pesar del alto el fuego, se espera que ambas naciones recurran con renovado impulso a los mercados internacionales de petróleo y gas durante este trimestre. Esto podría ofrecer un leve respaldo a los precios spot en Asia para los cargamentos dirigidos a la región, aunque por el momento no se prevé que derive en una prima de guerra para India o Pakistán, dada la gran cantidad de crudo actualmente disponible en el mercado.
Y si bien los exportadores de petróleo y GNL pueden sentir una mayor preocupación a la hora de enviar suministros a la región, el peso de India en el mercado implica que los cargamentos seguirán llegando a destino. Pero más allá del petróleo y el gas, las interrupciones en la generación hidroeléctrica probablemente representen una preocupación aún mayor para el gobierno paquistaní.
Todavía no está claro cómo evolucionará la situación en torno al Tratado de Aguas del Indo. Pakistán protestó por la suspensión decidida por India, pero el Banco Mundial afirmó que su rol fue únicamente el de facilitador en 1960 y que no puede intervenir.
Se están realizando esfuerzos internacionales para hallar una solución. Sin embargo, en teoría, India podría llegar a restringir de forma encubierta o explícita el flujo de agua del sistema del río Indo hacia Pakistán si las tensiones no disminuyen. Esto afectaría seriamente la estabilidad de la red eléctrica paquistaní y la capacidad de sus plantas hidroeléctricas para satisfacer la demanda máxima de energía.
Con la llegada inminente del verano en Pakistán, no puede descartarse la posibilidad de apagones generalizados a nivel nacional si las hostilidades con India se prolongan. En resumen, los riesgos siguen siendo muy elevados tanto para el mercado energético global como para ambos países, pero Pakistán parece encontrarse en una situación particularmente vulnerable.
Con información de Forbes US