No genera ingresos pero ya vale más de USD 20.000 millones: la empresa de energía nuclear fundada por dos ingenieros que sedujo a Sam Altman
La apuesta por la energía nuclear como soporte del crecimiento de la inteligencia artificial disparó el valor de Oklo, una startup fundada por una pareja de ingenieros del MIT. Con respaldo político y vínculos con Sam Altman, la empresa vale más de US$ 21.000 millones, aunque todavía opera con pérdidas.

Las acciones de Oklo, una empresa de fisión nuclear con 12 años de historia, subieron 47%  el mes pasado y acumulan un alza superior al 400% en los últimos seis meses. El impulso responde al entusiasmo que genera el potencial de la energía nuclear como motor del auge de la inteligencia artificial. El salto más reciente ocurrió tras el acuerdo que firmaron los gobiernos de EE.UU. y el Reino Unido el jueves pasado, para invertir unos US$ 350.000 millones —en ambos sentidos— en inteligencia artificial, computación cuántica y energía nuclear. De todos modos, todavía no está claro si esos convenios beneficiarán de forma directa a Oklo.

La compañía, con sede en Santa Clara, inauguró el lunes su primera central nuclear en el Laboratorio Nacional de Idaho, que está bajo control del Departamento de Energía. Al cierre del mercado, la capitalización bursátil de Oklo alcanzó los US$ 21.000 millones. El avance de Oklo convirtió a sus cofundadores, el matrimonio compuesto por Jacob DeWitte, director ejecutivo, y Caroline Cochran, directora de operaciones, en nuevos multimillonarios. Fundaron la empresa en 2013, mientras DeWitte cursaba un doctorado en ingeniería nuclear en el MIT. Cochran, que se recibió allí con una maestría en 2010, acababa de terminar una etapa como consultora en marketing e ingeniería.

El nombre de la firma proviene de los depósitos minerales ricos en uranio de Oklo, en Gabón, conocidos por haber registrado una fisión autosostenida hace 2.000 millones de años. Cada fundador cuenta hoy con un patrimonio estimado en US$ 1.700 millones, según cálculos de Forbes, en base a su participación combinada del 16% en la empresa y cerca de US$ 30 millones obtenidos por la venta de acciones. Con 42 años, Cochran es una de las pocas mujeres multimillonarias que hicieron su fortuna en Estados Unidos y una de las seis que no superan los 50 años.

A pesar del fuerte aumento en sus acciones y de haber iniciado la construcción de su primera planta de energía, Oklo todavía no genera ingresos y continúa operando con pérdidas. En el segundo trimestre del año perdió alrededor de US$ 25 millones, y acumuló US$ 55 millones en rojo en los doce meses cerrados en junio. Lo que sí tiene es una estrecha relación con el secretario de Energía, Chris Wright, quien integró el directorio de Oklo hasta que asumió su cargo en febrero. Esa conexión, probablemente, ayudó a que la compañía consiguiera el respaldo de Donald Trump. "El mercado necesita y desea esto. La energía nuclear es una manifestación del dominio energético", le dijo DeWitte al presidente en el Despacho Oval en mayo, cuando Trump firmó órdenes ejecutivas para acelerar el desarrollo de tecnología nuclear.

La compañía, con sede en Santa Clara, inauguró el lunes su primera central nuclear en el Laboratorio Nacional de Idaho, que está bajo control del Departamento de Energía. Al cierre del mercado, la capitalización bursátil de Oklo alcanzó los US$ 21.000 millones. 

 

Desde ese momento, el Departamento de Energía impulsó un cronograma agresivo para que tres nuevos diseños de reactores nucleares de pequeña escala alcancen su primera criticidad antes del 4 de julio de 2026. La relación entre Oklo y el gobierno federal no siempre fue favorable. En 2022, la Comisión Reguladora Nuclear de EE.UU. rechazó una solicitud para su reactor, en parte porque la empresa no entregó suficiente información técnica a la agencia. Sin embargo, ahora que el Departamento de Energía busca apoyar a empresas nucleares emergentes como posibles fuentes energéticas, Oklo cuenta con el respaldo oficial que necesita. Participa en un programa piloto impulsado por el DOE, creado a partir de las órdenes ejecutivas que firmó Trump en mayo.

Oklo no respondió a una solicitud de comentarios antes de la publicación.

Oklo también mantiene fuertes vínculos con Sam Altman, quien cofundó y codirigió AltC, el SPAC que llevó a la empresa a cotizar en bolsa el año pasado. Altman presidió el directorio de Oklo desde 2015 hasta abril, cuando renunció, posiblemente para facilitar un acuerdo entre Oklo y OpenAI. "Mientras Oklo explora asociaciones estratégicas para implementar energía limpia a escala, particularmente para permitir el despliegue de IA", explicó Altman en un comunicado.

Además, Altman es uno de los principales accionistas, con una participación estimada en US$ 880 millones, en su mayoría proveniente de la compra de acciones de fundador en AltC por US$ 0,002 cada una en 2021. Esa inversión multiplicó su valor más de 70.000 veces, posiblemente una de las más rentables hasta el momento. También participó en AltC el director de operaciones de OpenAI, Brad Lightcap, aunque no está claro si sigue vinculado a Oklo. El objetivo de largo plazo de la empresa es generar energía nuclear a través de centrales de fisión rápida, que emplean neutrones de alta velocidad para dividir núcleos atómicos, a diferencia de los reactores tradicionales que usan neutrones más lentos y, en muchos casos, agua.

Oklo planea diseñar, ser dueña, construir y operar sus propias plantas. Su desarrollo se enfoca en reactores de pequeña escala, una tecnología que el Departamento de Energía promociona como más eficiente en términos de capital y con mayor flexibilidad. Sin embargo, especialistas que piden más investigación advierten que este tipo de reactores podría generar más residuos. Si logran ser viables a nivel comercial, Oklo buscará vender directamente la energía a los consumidores mediante contratos de compra de energía (PPA), en lugar de abastecer a grandes compañías eléctricas, como ocurre en el modelo tradicional.

Por ahora, la empresa sigue en números rojos y su meta es tener una planta operativa antes de fin de década. De todos modos, todavía no firmó ningún contrato vinculante para operar ni para suministrar electricidad o calefacción, según figura en su documentación regulatoria. Para poder financiar sus planes, Oklo intenta levantar hasta US$ 1.000 millones en nuevo capital.

 Altman presidió el directorio de Oklo desde 2015 hasta abril, cuando renunció.

 

Incluso dentro del territorio experimental que ocupa Oklo, la competencia es fuerte. Entre sus rivales aparecen TerraPower, con respaldo de Bill Gates; X-energy, apoyada por Amazon; y Kairos Power, que firmó un contrato con Google en 2024. Otra startup, Aalo Atomics, ya inició la construcción de un nuevo reactor en Utah y asegura que su modelo, refrigerado por sodio, estará listo el año próximo. Oklo, que todavía no cuenta con el respaldo de una gran tecnológica —aunque mantiene vínculos claros con OpenAI—, probablemente tendrá que competir por contratos con los propios patrocinadores. Las empresas más chicas no tienen el presupuesto necesario para comprar energía nuclear experimental de forma directa.

"Si [estamos] comprando energía nuclear, proviene de una combinación de redes", explicó Brian Venturo, director de estrategia de la firma de computación en la nube CoreWeave. "No tenemos el balance general para salir y arruinarlo unas cuantas veces", precisó. Incluso Altman, el aliado más cercano de Oklo en el mundo tecnológico, parece haber cubierto sus apuestas. Su mayor inversión conocida es en la startup de fusión nuclear Helion, donde colocó unos US$ 375 millones en 2021, una porción importante de su capital líquido en ese momento. Se dice que OpenAI estuvo en conversaciones para comprar grandes volúmenes de energía nuclear a Helion, que completó su prototipo Polaris en 2024 y espera empezar a entregar electricidad precomprada a Microsoft en 2028.

Oklo no es la única empresa nacida de una fusión con un SPAC y respaldada por multimillonarios que alcanzó una capitalización bursátil superior a los US$ 1.000 millones sin haber generado ingresos. La firma de autos autónomos Aurora Innovation salió a la bolsa en 2021, tras fusionarse con un SPAC financiado por Reid Hoffman y Mark Pincus, en una operación valuada en US$ 13.000 millones. Hoy, la compañía mantiene una valuación cercana a los US$ 11.000 millones, aunque no reportó ingresos en 2024.

También en 2021, Archer Aviation, cofundada por Brett Adcock —el creador de Figure AI— y con capital inicial del multimillonario Marc Lore, debutó en el mercado a través de un SPAC. La empresa desarrolla aeronaves eléctricas de despegue y aterrizaje vertical. Desde entonces, Lore se desprendió de su participación en la compañía, que actualmente vale unos US$ 6.000 millones.

A pesar de no contar con ingresos, Oklo tiene muchos seguidores. Más de dos tercios de los analistas de Wall Street que cubren la acción la recomiendan como compra, y el 90% de los inversores minoristas mantiene una posición larga. El entusiasmo que despierta entre los inversores, junto con un mercado más activo para las salidas a bolsa, podría impulsar a otras startups nucleares a hacer lo mismo.  Sin embargo, el escenario exige cautela. La competencia crece y todo indica que los ingresos de estas empresas todavía están a varios años de distancia.

 

*Con información de Forbes US.