Gordon & MacPhail, la histórica destilería escocesa de whisky y embotelladora especializada, junto con Christie's, anunciaron la subasta de Artistry in Oak Decanter No. 1, un whisky de malta de 85 años de G&M proveniente de la destilería Glenlivet. Se trata del whisky escocés de malta más añejo jamás embotellado, que además podría alcanzar un nuevo récord como el más caro vendido en una subasta.
Adam Bilbey, director global de Vinos y Licores de Christie's, expresó: "Colaborar con Gordon & MacPhail en Artistry in Oak es un motivo de orgullo para Christie's. La presentación del Decantador n.º 1 de Gordon & MacPhail de 85 años no solo es uno de los momentos más destacados de nuestra temporada, sino una celebración del tiempo, la tradición y la maestría artesanal. Durante los últimos 85 años, Gordon & MacPhail cautivó con esmero y paciencia este extraordinario licor, culminando en este momento excepcional".
Por su parte, Stephen Rankin, director de la división de prestigio de G&M, señaló: "Esta subasta establece un nuevo hito en el mundo del whisky, demostrando la creciente convergencia entre whisky, artesanía y filantropía. Refuerza la importancia del legado y la sostenibilidad en la elaboración del whisky y pone de manifiesto el continuo interés de coleccionistas y conocedores por las expresiones ultrarraras".
Los fondos que se recauden con la subasta del Decantador n.º 1 se destinarán a American Forests, una de las organizaciones sin fines de lucro más antiguas dedicadas a conservar y mejorar los bosques en Estados Unidos.
Según Rankin, "dada la importancia del roble en nuestra tradición, esta colaboración era una opción lógica, en consonancia con nuestra misión de dejar un legado significativo para las generaciones futuras, mediante la recaudación de fondos para el futuro sostenible de los robles estadounidenses".

Durante una reciente visita a Escocia, me reuní con Stephen Rankin (SR) y Stuart Urquhart (SU), director de operaciones de G&M, para conversar sobre el lanzamiento de Artistry in Oak y el futuro de los whiskies ultra añejos dentro de la industria del whisky escocés.
Como mencionamos antes, el Glenlivet de 85 años se convirtió en el más añejo lanzado hasta el momento. Sin embargo, surgen varios interrogantes ¿Es posible ir más allá? ¿Hay margen para pensar en un whisky de 100 años sin que pierda carácter y calidad? La respuesta, según sus propios creadores, es sí, pero con matices.
Stephen Rankin, director de operaciones de la firma, explicó que la posibilidad técnica existe, aunque advirtió que el verdadero reto aparece en el momento de la evaluación: "el desafío de un whisky centenario reside en mantener la calidad". Señaló que se puede añejar una barrica en condiciones adecuadas, pero eso no garantiza un producto final excepcional. "Solo el tiempo dirá si la calidad está a la altura de nuestras expectativas", dijo, aunque admitió que los primeros resultados del whisky de 85 años los alientan a pensar que el objetivo de llegar a los 100 es factible.
El debate sobre la longevidad del whisky no se agota en una cifra redonda. Rankin también remarcó que cada barrica tiene una evolución distinta y que un single malt de 85 años no es mejor que uno de 75, pero sí "diferente". Ambos se ubican en lo más alto de su escala de calidad, aunque sus perfiles de sabor y aroma responden a interacciones singulares con la madera y al paso del tiempo.
Una de las preguntas que surge de manera inevitable es cómo se determina, en el momento de llenar la barrica, si ese whisky podrá soportar décadas de maduración. Stuart Urquhart, vocero de operaciones, explicó que eso solo se revela con el tiempo: "evaluamos continuamente cada barrica; algunas alcanzan su punto óptimo a los 15 años, y otras tardan más". Para ese proceso, resulta clave la elección del tipo de madera. En el caso de los añejamientos largos, G&M opta por botas de roble americano. Las barricas más pequeñas, de unos 200 litros, maduran más rápido y no se consideran adecuadas para productos ultra añejos.
Tampoco todos los estilos o destilerías pueden apuntar a ese tipo de desarrollo. Según Rankin, "el carácter del whisky debe ser sustancial, no debe verse eclipsado por el roble". Por eso, los whiskies más ligeros rara vez tienen la resistencia necesaria para soportar ese tipo de envejecimiento sin perder su identidad.

El entorno de almacenamiento también cumple un rol central. Urquhart contó que las botas de jerez de roble americano se almacenan "en la parte baja" de los depósitos con estanterías completas. Rankin, por su parte, afirmó que prefieren los almacenes isotérmicos, donde la temperatura se mantiene estable gracias al aislamiento y a la cantidad de barricas almacenadas. Esto reduce la exposición a cambios térmicos que podrían alterar el proceso de maduración.
Uno de los aspectos más llamativos es que muchas de estas barricas con potencial centenario no se van a embotellar hasta dentro de décadas. Rankin explicó que las barricas más antiguas son revisadas de manera regular a lo largo del año, donde controlan su calidad, el volumen en litros y la graduación alcohólica. Todo ese trabajo se hace con una mirada a futuro, sabiendo que esas decisiones tal vez recién se vean reflejadas cuando las próximas generaciones estén al frente de la empresa.
Urquhart, al ser consultado sobre qué consejo les dejaría a sus herederos respecto a esas barricas, respondió sin dudar: "la clave es la paciencia; debemos asegurarnos de mantener nuestra filosofía de embotellar cuando esté listo". Para él, cada barrica es una pieza única cuyo destino se define a lo largo del tiempo.
En ese punto, aparece una diferencia cultural importante con otras industrias: en lugar de forzar una fecha de salida o responder a ciclos comerciales, el criterio central sigue siendo la calidad del líquido. No importa si faltan 15 o 40 años. Importa que el resultado esté a la altura del estándar que se espera.
El debate sobre si un whisky puede llegar a los 100 años ya no es una especulación teórica. Gordon & MacPhail trabaja con barricas que podrían alcanzar ese objetivo, aunque advierten que no se trata de un acto de marketing. Si no cumple con los requisitos de calidad, no se embotella. Así de simple.
Por eso, el lanzamiento del Glenlivet de 85 años no marca solo un récord. Refleja una manera de pensar el whisky como un producto que se cultiva a lo largo de generaciones, donde la paciencia, el cuidado y la coherencia guían cada decisión. Y si el whisky centenario llega, será porque el tiempo y la madera se pusieron de acuerdo.
Con información de Forbes US.