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27 Junio de 2018 10.15

Al gran pueblo argentino, información y salud: en un mes en el que se entona más veces que nunca el Himno nacional, así podría también resumirse el espíritu del primer evento de FORBES Argentina que reunió a médicos y empresarios, investigadores y CEO, funcionarios y formadores de opinión

para intercambiar miradas y experiencias de los temas del momento en el sector salud. Biológicos versus biosimilares, el costo cada vez más elevado de la salud, la pandemia de la diabetes, las oportunidades de desarrollar la investigación clínica en el país, la inteligencia artificial: fuese cual fuese el

debate, quedó claro que la era de la información tiene su impacto en el sistema sanitario. Desde defiir políticas hasta mejorar la atención al paciente, todo está cruzado por datos que, combinados, coordinados, articulados, permitirán incluso diseñar mejores medicamentos y hacer más sustentable un sistema en jaque en el mundo entero.

Se trata de tecnología y de no perder la mirada humana. De estar al tanto de las últimas innovaciones sin abandonar la historia y los antecedentes. De investigar y desarrollar. De contar con regulaciones que promuevan y protejan y que, sobre todo, apunten a la responsabilidad. De tener acceso a los medicamentos y a los tratamientos. De todo esto se trata la salud hoy. De poner estos aspectos sobre la mesa y hacerlos jugar de modo tal que la población entera pueda gozar de una buena salud por las posibilidades que habilita el sistema sanitario, donde los actores públicos y privados cumplen un rol claro en pos de ese bien común. El más importante.

Porque sin salud no se puede trabajar ni estudiar. No se puede disfrutar siquiera de esa misma vida que, en definitiva, depende de la salud. Y estas fueron las premisas que quedaron como conclusiones principales del primer Summit FORBES Health Care, orientado a que los diversos eslabones que conforman la cadena del sistema sanitario argentino abran la discusión sobre hacia dónde va la industria y cómo ese esfuerzo debe contar con respaldo científico y sustentabilidad económica.

El evento fue auspiciado por GSK, CAEMe, Johnson & Johnson Medical Services y Siemens Halthineers. Contó con la participación de más de 20 speakers: desde profesionales de la salud, investigadores y científicos hasta los máximos ejecutivos de algunos de los laboratorios y empresas del sector más importantes del país, pasando también por emprendedores disruptivos como Gino Tubaro e incluso el ministro de Salud de la Nación, Adolfo Rubinstein, quien compartió su visión en una entrevista exclusiva frente al público.

Expertos de diversas áreas de la salud que actúan en Argentina discutieron sobre la tecnología informática, ensayos clínicos, pandemias, nuevos medicamentos, regulaciones y políticas públicas, y corrupción como factor de desestabilización sanitaria. Todo esto formó parte de esta primera discusión pública promovida por FORBES Argentina. Esto es lo que aprendimos.

1. Inteligencia artificial (y emocional)

La era de los datos. Es tan inconmensurable el crecimiento de la información que, si un especialista de la salud tuviese que leer todo lo que sale cada día para mantenerse actualizado, debería disponer de 29 horas. Un dato imposible. La inteligencia artificial viene a la ayuda de este fenómeno.

Watson, la supercomputadora de IBM, recopila los datos que se generan en todos los espacios conocidos y por conocer. En el segmento de la salud, trabaja con Cognitiva, que analiza e integra la información puntual que requiere cada especialista. Esa alta disponibilidad de información permite que el médico pueda trabajar en la contención del paciente. Porque las emociones siempre aparecen involucradas cuando hay que abordar un tema de salud.

El arte y la contención parecieran ser, al mismo tiempo, los ingredientes que mejor supo amalgamar Gino Tubaro, el joven que crea prótesis 3D gratuitas para aquellos que las necesitan. Sí, también usa cálculos matemáticos, algoritmos, se apoya en la computación en la nube. Pero lo impulsa una motivación mucho más humana: la de resolver problemas puntuales a partir de la aplicación de las nuevas tecnologías. Como la 3D que, sin dudas, representa la revolución en el mundo de las prótesis.

2. El gran desafío: el gasto ineficiente

“Poca articulación y coordinación”: así describió al sector de la salud el propio ministro del área, Adolfo Rubinstein, quien participó en una entrevista exclusiva frente a un auditorio lleno. El ministro consideró, además, que otro de los graves problemas a enfrentar desde esa cartera es disminuir la enorme disparidad sanitaria que existe en todo el país, tanto a nivel de acceso como en relación con la incidencia de las enfermedades en las distintas zonas. Esto en un contexto donde 16 millones de argentinos no tienen cobertura de salud ni a través de una obra social ni de una empresa de medicina prepaga. Y que el Estado debe resolver por medio de su sistema de salud pública. Por eso, planteó que el objetivo es avanzar con la cobertura territorial a fin de comenzar a partir de los centros de atención primaria y sus áreas de influencia. El desafío es cómo acercar al paciente a estos espacios para, luego, poder hacer un seguimiento. Apartir de ahí, mejorar la salud a partir de un mejor acceso. La situación es básica. Según el propio Rubinstein, “Argentina gasta diez puntos del PBI en salud, el más alto de la región. Pero los resultados sanitarios no se corresponden con el nivel de gasto”. Por eso, enfatizó la necesidad de coordinar y articular con el fin de mejorar ambos ítems.

3. Más hábitos saludables, menos pandemias

Más expectativa de vida, pero peores hábitos. ¿Resultadó Resurgimiento recargado de enfermedades y masividad de otras, al punto de alcanzar la calificación de pandemia. Es lo que sucede con la diabetes y con otras enfermedades asociadas, como la obesidad. El fracaso de las políticas públicas en materia de salud podría comenzar a salvarse a partir de la prevención. Si, en este contexto, una enfermedad se declara pese a todo, la posibilidad de acceder al tratamiento existe. Pero suelen aparecer otros problemas: el de la actualización médica y de la falta de información sobre las medicinas disponibles. La medicina buena es cara, pero la medicina mala es carísima”, subrayó Jorge Martínez, profesor de Clínica Médica de la Universidad Nacional de La Plata, resumiendo el espíritu del panel titulado “La pandemia de diabetes”.

Otras conclusiones: la enfermedad exige una política pública para que los pacientes accedan a tratamiento gratuito y completo, y es esencial avanzar en medidas que combatan la discriminación hacia ellos, especialmente en el mercado laboral. Además, se necesita un abordaje mucho más humano, donde se derriben las barreras del prejuicio para permitir a los pacientes acceder ya no solo a su derecho a la salud sino a ser parte del conjunto social.

4. La fiebre "biológica"

El último grito de la medicina son los medicamentos biológicos, aquellos creados a partir de proteínas producidas por organismos vivos. Y que hoy son la esperanza de muchos pacientes diagnosticados con enfermedades severas o mortales. La industria nacional también lo tiene claro y, lo que es más importante, va en esa dirección.

La producción local de estos medicamentos es creciente, aunque también se enfrenta a desafíos propios: hasta tanto no haya suficiente escala, suficiente producción, su costo es elevado. Claro que el tema no es sencillo de resolver.

Es claro que el precio de los medicamentos, de cualquier tipo que fuere, es la clave para su acceso. Si los biológicos promueven una mejor calidad de vida, qué duda cabe de la necesidad de resolver ese aspecto. Pero los modos para que eso ocurra pueden responder a diversas estrategias, y el debate en torno a cómo hacerlos accesibles al grueso de la población ya forma parte de las discusiones de la industria y del Estado. En el panel dedicado a este debate, se compartieron visiones muy diversas. Entre ellas, las de Marcelo Figueiras, presidente de Laboratorios Richmond, y José Priegue, gerente de Asuntos Gubernamentales de la Cámara Argentina de Especialidades Médicas (CAEMe).

5. La investigación clínica, una enorme oportunidad para la Argentina

Reconocimiento internacional. Talento local. Los dos condimentos perfectos que forman la base de la investigación clínica nacional. Cimiento sobre el que, luego, se diseñan los diversos fármacos. Y que resulta fundamental cuando se nota que “el 70% de los argentinos toman medicamentos y todos pasaron por distintos procesos” de evaluación, según explicó Ventura Simonovich, especialista en clínica médica y farmacología clínica en el Hospital Italiano.

Los ensayos clínicos son la aplicación del método científico a la terapeútica que tiene como objetivo mejorar la salud. “Es una contribución a la ciencia, una oportunidad para los pacientes en determinadas patologías, para los médicos en ganar experiencia con desarrollos innovadores, para el sistema de salud para integrar esos desarrollos a la oferta de tratamientos. Es una oportunidad para la creación de empleo de alta calidad, una oportunidad de inversión y una contribución a la economía basada en el conocimiento. No es algo que se manufactura, sino que es un dato que contribuye a un set de datos más grande que abona a la eficacia y seguridad de un nuevo medicamento”, enfatizó Rosana Felice, directora médica de GSK.

La existencia de diversos centros donde se realice investigación clínica y se reclute a pacientes que se atrevan a ser parte de esa investigación conforma este trabajo de base. La paradoja surge cuando aquellos que estudian y encaran este tipo de indagaciones clínicas no quieren ser parte de un ensayo clínico. Porque una cosa es obtener la buena voluntad de los pacientes sanos y otra, muy distinta, las de los enfermos, que escriben otra historia y están dispuestos a todo con tal de mejorar su salud y su calidad de vida.

Para revertir esta situación, Cristian Von Schulz Hausmann, director médico para Merck Biopharma Argentina, señaló que “forma parte de la responsabilidad médica informar que no se están dando drogas activas” cuando se trata de pacientes sanos que se someten a los ensayos clínicos. Encarar la fase de prueba de esa manera podría ser un impulso para un mayor desarrollo de patentes.

Visibilizar esa actividad también debe permitir “mirar al sector productivo para insertarse de modo que los expertos no se queden solo en la investigación básica y la publicación de un paper”, concluyó Graciela Ciccia, directora de Innovación y Desarrollo Tecnológico del Grupo INSUD.

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