Por años, Natalia soñó con crear mundos llenos de magia en lo que a decoración respecta, realismo temático y fantasía, para que los niños celebren su festejo. No porque lo hubiera tenido en su infancia, sino porque precisamente no lo tuvo. Nacida en una familia humilde y trabajadora y atravesada por una historia personal de violencia y esfuerzo, esta emprendedora argentina de 50 años logró construir desde cero una de las empresas de ambientación infantil más importante de Argentina, que hoy lleva su nombre y su impronta.

Licenciada en Sistemas, Raviola se dejó llevar por su amor a los juguetes y la fantasía. La historia de esta emprendedora que "vende magia", según se describe, empezó en 2012, con una inversión inicial de U$S 5.000. Vendía tortas caseras, y con cada peso que ganaba compraba insumos para sueño: crear fiestas temáticas únicas para los chicos. "Invertí a escondidas de un marido que no me acompañaba en mi realización personal". "Soy una luchadora, no tenía nada cuando empecé", recuerda.

Hoy su empresa hace ambientaciones que pueden tardar hasta 300 días en  prepararse y cuyos presupuestos van desde los U$S 20.000 hasta los U$S 160.000. En ella combina escenografía artesanal con tecnología de punta: desde mappings hasta robótica y diseños que actualmente utilizan inteligencia artificial. "Mi objetivo es que ese cumpleañero siga hablando de su fiesta hasta la próxima. Busco el realismo temático para cada fiesta".

Cada proyecto de Raviola es único. No se repite. "No me gusta estandarizar. Siempre busqué innovar. cuando vendo un trabajo, le cuento una historia al cliente. Le vendo magia. Y esa magia se la entrego tal cual como se la describí", afirma.

Liderar equipos de montaje de hasta 100 personas no es tarea sencilla, pero Raviola tiene una mirada sigilosa que no deja escapar ningún detalle. "El producto final habla por si solo. El detalle hace a la terminación", dice.

Su trabajo también se llevó al mundo corporativo: trabajó para empresas como Disney -fue convocada para la Avant Premiere de MOANA en el Unicenter Shopping- y participó de las entregas de los Martín Fierro, incluyendo la edición de Teatro que se celebrará en Junio en la Usina del Arte.

Cómo reconvirtió su negocio

Sin embargo, el año pasado, el cambio de gobierno y la situación económica la obligaron a repensar su negocio. "Las familias estuvieron muy golpeadas económicamente y yo quedé muy fuera del mercado infantil de lujo. Los costos de mis trabajos son altísimos", cuenta. Así que decidió reinventarse y adaptarse con una nueva propuesta.

Durante meses se capacitó en herramientas relacionadas con la arquitectura, para la realización de visualizaciones mediante renders utilizando también la inteligencia artificial e investigó nuevas formas de llegar a sus clientes. Así nació "Petite Feté", una plataforma que invierte el modelo tradicional: es el cliente quien decide cuánto quiere gastar y Raviola diseña la propuesta. "Me ajusto yo al presupuesto de ellos. NO ellos al mío".

La emprendedora dice que esta es una forma de que las familias sigan apostando a la calidad de sus trabajos, aunque sean más pequeños. "Supe darle una vuelta de rosca al mercado de fiestas de calidad, ofreciendo algo más pequeño, pero manteniendo mi impronta".

La iniciativa no solo logró dar continuidad a las fiestas, también creo una red que conecta a emprendedores en el mundo de los eventos. "No solo generar proyectos lindos para familias, sino conectar con otros emprendedores formando una red de ayuda para los que recién comienzan".

Gracias al uso de IA, la ambientadora logró que las ideas de sus clientes se traduzcan en bocetos realistas, diseños virtuales y simulaciones de fiestas con hologramas y robótica. "Lo que nos aporta la IA es poder bajar a diseño lo que uno tiene en la cabeza. Y también darle una mirada al cliente de lo que puede suceder en su fiesta con su decoración".

Con dos millones de seguidores en redes sociales, Raviola es referente e inspiración para muchas mujeres. "Me dicen que quieren ser como yo. Pero quiero que sepan que esto no fue fácil. Pasé por muchas piedras para llegar hasta acá", aclara.

También pone en valor el esfuerzo colectivo. "Sin equipo no hay magia. Nada se logra sin humildad y compañerismo. Y tener buenos compañeros de trabajo hacen al buen equipo". De una infancia no como hubiera soñado, a una adultez llena de magia para otros, Raviola se define: "Soy una vendedora de sueños. Y los cumplo".