Por qué, para esta experta, la planificación temprana de la vida familiar es la verdadera herramienta de igualdad
Francisca Bravo Cox creó una academia de Equidad Puertas Adentro y un método que rompió el molde de lo que hace un estudio jurídico tradicional de familia al darse cuenta que los abogados suelen llegar tarde al conflicto, y que no hablar de dinero en la pareja es el mayor riesgo económico.

Especialista en derecho de familia y autora del libro "Lo nuestro, ¿es nuestro?", Francisa Bravo Cox divide su tiempo entre los clásicos litigios y la divulgación de esta renovada perspectiva en donde se asesora de manera temprana la unión de pareja, con un paquete de herramientas legales a medida. Para la abogada chilena, la planificación temprana de la vida familiar es la verdadera herramienta de igualdad.

Sus clientas eran mayormente mujeres profesionales consultando por divorcios en curso. Todo iba bien para Bravo Cox, hasta que luego de años de ver que la fuente de desacuerdo siempre era el dinero, algo propio le resonó y la incomodó. Para poner números a lo que intuía, hizo una encuesta que disparó desde Google Forms consultando a otras mujeres sobre lo que les pasaba patrimonial y económicamente al interior de sus matrimonios. La respuesta la impactó. Fueron borbotones de respuestas: "Eran desahogos de mujeres que nunca habían hablado de estos temas que encontraban absolutamente injusta la forma en que se organizaban económicamente al interior de la pareja". Las formas eran las de todas, las establecidas. Por eso, las reconocía y conocía bien.

Así, se dio cuenta que muchas mujeres con un alto nivel educativo siguen asumiendo el cuidado de los hijos en mayor medida que sus parejas hombre, ralentizando carreras y, al enfrentar una separación, suelen quedar expuestas a una "nueva pobreza": no tienen ingresos ni patrimonio propio, son prácticamente invisibles para el sistema financiero y deben reinsertarse en el mercado laboral compitiendo con nuevas generaciones con conocimientos actualizados, llenos de energía y ambiciones. Es decir, están en desventaja por haber priorizado su trayectoria familiar. Algo que no solamente no tiene un valor económico y por ello afecta lo cotidiano, sino que además repercute en su futura tercera edad, patrimonio y por tanto, en su autonomía.

"Era una de las miles de mujeres que puso en pausa su desarrollo profesional en un momento determinado por la maternidad, sin embargo el ser abogada de familia me permitió tener las herramientas que hoy comparto con todas las mujeres", explica. Entonces, puso manos a la obra. Y, sobre todo, se propuso cambiar el foco del problema a la solución. Había que desarmar el tabú del amor romántico, buscar la manera de igualar trayectorias profesionales y empezar a incorporar la conservación del dinero al empezar a fantasear con una vida juntos. De esta manera, su experiencia personal y profesional se encontraron para redefinir su práctica legal para siempre.

 Para la abogada chilena, la planificación temprana de la vida familiar es la verdadera herramienta de igualdad.

"La planificación financiera en pareja es la estrategia de compliance más crucial para la mujer profesional", asegura. Su método consiste en abordar tres ejes para transformar la inequidad económica naturalizada en una estrategia de riqueza y autonomía para la mujer profesional.

¿Cuál fue la mayor sorpresa de esa encuesta que se viralizó y te cambió la forma de ejercer la profesión a diario?

La sorpresa fue que esos tremendos desahogos y sentimientos de injusticia se daban al interior de matrimonios buenos, entonces era muy ambivalente y culposo estar conversando estos temas. Era totalmente tabú. Fue muy impactante darme cuenta que la seguridad económica se vivía como un privilegio y no como un derecho.

Afirmás que, aunque se manifieste en lo legal, la raíz es un problema sistémico que trasciende las fronteras ¿Cuál es ese núcleo cultural que afecta a las mujeres hispanoamericanas?

Digo que es un problema sistémico porque emerge de cómo las mujeres, al menos las hispanoamericanas, fuimos criadas. Por nuestra exclusión de pertenecer a lo público y al mundo del dinero, nos excluimos de esa conversación al interior de nuestra pareja. La consecuencia es el empobrecimiento femenino, la pérdida de autonomía y la asimetría de poder en la pareja. Es decir, las mismas dinámicas basadas en sesgos de género que se replican en la sociedad se traspasan en tu vínculo principal. Y lo que nos genera rabia es la normalización de esta situación injusta en la cual se da por sentado que la mujer cría en mayor medida y se empobrece por hacerlo.

Entonces, ¿cómo se logra ponerle valor económico a lo que la sociedad considera solo un "acto de amor", como el trabajo de cuidado?

Lo que no se menciona y lo que no se mide y no se pone en valor, no existe. La innovación de mi método es justamente eso, que a través de llevarlo o tarifarlo en lo económico podemos decidir en conjunto la mejor manera de resolverlo, planificarlo y evitar que esa sensación de injusticia crezca e impacte en las mujeres más adelante. Si uno de los dos dedica mayor tiempo a los cuidados, no solo deja de ganar sino que permite al otro hacerlo. Al ponerlo en cifras, puedo dialogar con la otra persona y decir: "OK, ¿cómo lo mejoramos de ahora en adelante?".

 

Aconsejás centrar la planificación en tres ejes. ¿Cuáles son y qué rol juega la autonomía en cada uno?

Son tres ejes importantes que cualquier pareja tiene que tomar en consideración: el día a día, el patrimonio y la vejez. Día a día: preguntarnos si alguno de los dos está ejerciendo en mayor medida el cuidado de los hijos, y cómo reajustamos este aporte para financiar el estilo de vida que acordemos o podamos tener. Patrimonio: si no estamos casados en sociedad conyugal, cada 3 o 4 años hay que ir mirando cómo vamos creciendo cada uno en patrimonio. De esa forma, el patrimonio debería reflejar una equidad en ese aspecto. Y, si no, tomar medidas. Si hay solo unión convivencial, los bienes hay que registrarlos 50% y 50% por ejemplo. Vejez: no vale que la vejez la administre uno. Ambos deben tener un sistema que les permita tener autonomía. La palabra clave acá es sin dudas autonomía en todas las etapas. Es decir, la vejez tiene que ser equitativa, estemos juntos o separados, si hicimos una vida juntos.

¿Cuál es el consejo más urgente para esa mujer profesional que planea pausar su carrera por la maternidad?

Hay que tener conciencia, ser compasiva con los límites que no se pudieron poner antes, y luego de estudiar bien la situación, convertir en sala de reuniones y de negociación el dormitorio matrimonial. Y prestar atención al foco del planteo: esto no es interés personal, es también amor y pensar en la familia. No puede ser que la construcción familiar implique este gran sacrificio para las mujeres; de hecho, repercute en la baja tasa de natalidad que tenemos actualmente. Ese índice no es fortuito, tiene esta explicación. Cada vez más mujeres se dan cuenta lo que implica la maternidad en esta sociedad desigual. Y algo más: como familia, es clave prevenir y planificar la salud. Tenés que tener un seguro catastrófico para vos y para los tuyos para evitar la bancarrota.

¿Cuál es el fin último de tu propósito diario?

Evitar la asimetría de poder, que es lo que finalmente quiebra las relaciones, y lograr trayectorias laborales expansivas de mujeres autónomas, felices y que puedan apostar a la familia y la maternidad sin miedo a perder autonomía.