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Pepe Mujica. Foto: Nicolás Garrido
Liderazgo

"Civilicemos al Pepe": claves de marketing político sobre la transformación de Mujica en presidenciable

Magdalena Cabrera

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Peinarse, usar la prótesis dental, cambiar su vestuario, suavizar su discurso y mostrarse como un hombre capaz de respetar las reglas de juego, fueron algunas de las tantas premisas que José Mujica debió adoptar para llegar al sillón presidencial.

15 Mayo de 2025 09.09

"Como te digo una cosa, te digo la otra". Este dicho popular que inmortalizó el expresidente José Mujica, bien podría oficiar de resumen de lo que fue el proceso de transformación de un exguerrillero de izquierda radical a un presidenciable y su consiguiente llegada al piso 11 de la Torre Ejecutiva. Una hazaña, que como bien señaló él mismo varias veces, nunca soñó, ni imaginó. 

En esa tesitura se encontraba, siendo ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca del primero gobierno de Tabaré Vázquez (2005 - 2010), cuando la realidad se impuso a lo políticamente correcto. El primer gobierno de la izquierda estaba entrando en su último tramo y urgía buscar un candidato para suceder a Vázquez en el poder. Si bien el presidente ya tenía decidido quien era su delfín: el entonces ministro de Economía, Danilo Astori, un economista con extensa trayectoria, proveniente de las filas más conservadoras del Frente Amplio, el sentir popular de la militancia izquierdista iba por otros carriles. 

Así lo entendió una buena parte de la dirigencia frenteamplista, entre ellos, el propio José Mujica, a quien, con más de 70 años, no le quedó otra que colarse como un intruso en la carrera presidencial. "Yo no quería ser presidente", dijo Mujica al periodista español Jordi Évole, en la entrevista denominada La última charla de Pepe Mujica, realizada el año pasado. 

En 2008, el desafío para los sectores de la izquierda que apoyaban su candidatura era enorme. Cómo convertir a aquel exguerrillero, desaliñado, desprolijo e irreverente en un presidenciable. Con ese propósito recurrieron al reconocido publicista Claudio Invernizzi, pero este no aceptó el reto y le trasladó el desafío a su colega Francisco Vernazza, quien ya había trabajado con el expresidente Julio María Sanguinetti y lo había llevado al sillón presidencial por segunda vez. Este sí, aceptó la apuesta. 

Un personaje atractivo con muchas flaquezas

"Tenés que demostrarle a la gente que podés aceptar las reglas", fue una de las primeras cosas que le dijo Vernazza al entonces candidato frenteamplista, según recoge El Observador en una nota de años atrás. Mujica lo escuchó y se comprometió a hacerle caso, algo que de por sí no era fácil en alguien con su personalidad. 

"Mujica tenía mucho atractivo para algunos sectores, pero también tenía flaquezas muy importantes desde el punto de vista de cómo lo percibía la opinión pública.  Yo le decía: Pepe en la Ámsterdam tenés todos los votos; en la América no tenés ni un voto, es imposible. Tú problema es la Olímpica, allí donde habitan las clases medias", contó Vernazza a En Perspectiva. "Seguramente allí había muchas resistencias, por su estilo, su imagen y su historia, que hacían difícil que se pudiera votar al Pepe sin miedo", pero no había dudas: de ahí había que sacar los votos que lo llevarían a la presidencia. 

Si bien, para ese entonces, Mujica ya se había convertido "en un institucionalista sólido, partidario de las formas democráticas de gobierno", aún "mantenía una imagen llena de dudas en varias dimensiones". Una de ellas, era "la presentabilidad". La gran interrogante que se hacían todos, incluso, los de su círculo más cercano era: "¿Puede Pepe ser presidente con esa pinta?", relató Vernazza. 

Por eso, entre las primeras cosas que el publicista le pidió al candidato como condición "innegociable", fue que se peinara y usara los prótesis dentales cada vez que apareciera en público y que renovara su vestuario. A su "pinta" se sumaba el hecho de que no tenía estudios terciarios y hasta ahora todos los presidentes del Uruguay habían sido profesionales universitarios. El exguerrillero "era un personaje extravagante, con mucho encanto, pero con un biotipo extraño para las dirigencias mayores de la política tradicional". 

"Que vaya a la nocturna para que se enderece, hay que educarlo. Que aprenda a decir 'haya' en vez decir 'haiga' y pronuncie las 'eses' (...). No puede ser presidente así, va a llevar a la ruina al país. Hay que cambiarlo, hay que tuneralo, hay que civilizarlo ya", ironizaba años después, ya siendo Mujica presidente, la murga de sus amores, Agarrate Catalina, en su cuplé Civilicemos al Pepe. 

Los prejuicios del Pepe y el fin de las utopías

Como si esto fuera poco, el candidato también tenía sus prejuicios. "Pepe tenía muy arraigado el prejuicio de que ser prolijo, cuidarse, afeitarse, ponerse los dientes y vestirse formalmente era un acto de falsificación de sí mismo. Pensaba que lo consistente era que su personaje político estuviera representado en su imagen desprolija". De esto también tuvo que deshacerse para llegar a la presidencia. "Una de las exigencias que le planteé fue que él tenía que ser consciente de que el era el portador principal del discurso de la campaña. No era parte de la campaña, era toda la campaña". 

Así fue como en agosto de 2009, durante una visita que realizó al por aquel entonces también presidente de Brasil, Lula Da Silva, Mujica sorprendió al mundo vestido con un traje a medida de Studio Muto. Sin duda, una jugada de efecto de gran impacto, que encontró su límite, por decisión del propio Vernazza, en el uso de la corbata. "Ya era bastante golpe visual con el traje a medida y chaleco", explicó a En Perspectiva.

José Mujica y Lula da Silva. Foto: Wikimedia Commons.
José Mujica vestido de traje en uno de sus encuentros con el presidente brasileño Lula da Silva durante su presidencia. Foto: Wikimedia Commons.

En este proceso de metamorfosis, el líder del MPP también tuvo que aprender a suavizar su discurso, sin por ello faltar a sus convicciones más profundas. Allí la estrategia fue ensalzar y hacer referencia una y otra vez a las democracias de los países nórdicos europeos. "Pepe, este mensaje lo tenemos que decir con la boca bien abierta, a cara de perro. ¿Me entendés?", le dijo Vernazza, según relata la nota de El Observador. 

"El estaba de acuerdo con las mejores sociedades del mundo, con las sociedades escandinavas, que habían transitado un proceso profundo hacia la sociedad socialdemócrata. Él soñaba con un Uruguay así, no con un Uruguay de comunas populares. Pepe era consciente de que los proyectos utópicos se habían dado contra la pared", dijo el publicista. 

La metamorfosis no fue fácil, pero dio resultados. El 1° de marzo de 2010 Mujica asumió la presidencia de la República y, con las lecciones aprendidas de Vernazza, debió acomodarse a su nuevo papel. Quizás su gran logro fue aprender de los errores y dejarse guiar, para encarnar  eso de "como te digo una cosa, te digo la otra". Al fin y al cabo, como lo dijo él mismo, en su discurso de renuncia al Senado, en octubre de 2020: "Triunfar en la vida no es ganar. Triunfar en la vida es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae". 

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