El hub creativo argentino Good People aterrizó en Uruguay con una apuesta clara: que la creatividad, el marketing y los negocios digitales pueden convertir al país en un actor clave de la economía colaborativa de América Latina. En ese camino, la firma que trabaja con 10 empresas al año las potencia a tal punto de que duplica su crecimiento anual.
En el marco de su arribo, Camilo López, CEO de Good People, dijo a Forbes Uruguay que, si el país capitaliza la oportunidad de convertirse en referente de la gig economy en Latinoamérica, la riqueza generada por esta industria basada en los trabajos por proyectos le podría significar dos puntos del PBI. "A nivel político y económico puede transformar un país", afirmó.
¿Por qué Good People se instaló en Uruguay?
Nosotros trabajamos 10 proyectos al año, que seleccionamos haciendo una curaduría muy fina. Para nuestro modelo de negocios, nos pareció ideal Uruguay. El marketing cambia abruptamente y los negocios digitales transforman la economía. Ya no se trata de ayudar a un volumen sideral de empresas, sino de elegir algunas con valor y trayectoria y ayudarlas a lograr mejores resultados.
Hay tres cosas que nos llevaron a acelerar el proceso. Primero, la estabilidad fiscal y política. Segundo, la política pública de (Yamandú) Orsi que, entre otras cosas, propuso la creación de la Secretaría de Ciencia e Innovación. Nos parece un elemento importante porque la única industria en el mundo que crece en volúmenes muy altos es la creator —impulsada por creadores de contenidos— y la gig economy —o economía de trabajos por encargo—. Tercero, creemos en la gran propuesta de valor que nosotros podemos aportar, ayudar a transformar negocios.
¿Cómo puede beneficiarse Uruguay del crecimiento de la gig economy?
De todo el crecimiento de la gig economy en la región, Brasil se va a llevar la mitad, por su volumen y porque a nivel digital está muy avanzado. Un 30% se lo van a repartir entre Argentina y Colombia. El resto estará en disputa entre Paraguay, Perú y Uruguay. Uruguay tiene todo para quedarse con el 10% de esa riqueza en los próximos cinco años, lo que podría significar dos puntos del PBI.
A nivel político y económico puede transformar un país. Uruguay tiene un mercado chico, que permite hacer pilotos interesantes, y una buena reputación, que es un sello de calidad. Pero tiene un desafío importante que es ir más rápido. Las discusiones sobre esto no pueden demorarse cinco años.
Seleccionan a las empresas con las que trabajan. ¿Cómo las eligen?
Priorizamos coincidir con el propósito de la empresa. Buscamos que aporten algo copado al mundo, que respeten a la gente y tengan políticas internas interesantes. En definitiva, ideas que transformen el mundo. Nuestro proceso de trabajo con ellas dura, por lo general, 12 meses. En ese lapso, hacemos crecer a las empresas un promedio de 70% o 100% anual. Hoy tenemos lista de espera.
¿Qué estrategia tienen pensada para posicionarse?
Nuestro primer objetivo es aportar mucho valor. Muchas veces el empresario uruguayo piensa que aquí tiene poco mercado y automáticamente empieza a proyectarse hacia afuera. Yo sería más cauto. Si comunicás mejor, usás tecnología y entendés cómo funciona el mercado, tenés mucho por explorar. Entonces, creo que nuestra mejor publicidad es mostrarle a la gente el potencial que tiene Uruguay.
*Este artículo fue publicado originalmente en la edición impresa de Forbes Uruguay de agosto de 2025. Para suscribirte y recibirla bimestralmente en tu casa, clic acá.