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Steve Forbes apoyó el plan económico de Milei: "No exagera con las reformas"

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El nieto del fundador de la revista Forbes, de 77 años y actual editor jefe de Forbes Estados Unidos, es un viejo defensor de la libertad económica y simpatizante del Partido Republicano. Qué piensa sobre la situación actual de la economía global y cómo ve las medidas que viene adoptando el presidente de la Argentina.

Forbes Ucrania cumplió cinco años y, para festejar su quinto aniversario, dialogó con Steve Forbes, nieto del fundador de la revista y actual editor jefe de Forbes Estados Unidos. Además de dirigir medios, Forbes, de 77 años, es economista, escribió y coescribió más de 20 libros, y también se metió en política: fue candidato a la nominación presidencial del Partido Republicano en 1996 y 2000. 

Petro Chernyshov, colaborador de Forbes Ucrania, y Tetiana Pavlushenko, editora, charlaron con él sobre el presente y el futuro de la economía mundial, y también sobre el impacto que pueden tener ciertos liderazgos, como el de Javier Milei, en países como Argentina. También hubo tiempo para hablar sobre Donald Trump, su política arancelaria y el rol que tuvo Elon Musk para erradicar el gasto excesivo en el gobierno norteamericano.

La entrevista fue editada y resumida para hacerla más clara.

- En su libro "El manifiesto de la libertad: por qué los mercados libres son morales y el gobierno no", usted destaca la importancia de la libertad económica. ¿Cuándo cree que Estados Unidos dejó de tener una economía libre y empezó a estar más regulada?

- El retroceso del libre comercio es una excepción. Después de la Segunda Guerra Mundial, los países trabajaron para reducir las barreras comerciales. El crecimiento del comercio global desde 1945 mejoró la situación en todo el mundo, a diferencia de lo que ocurrió en la década de 1930, cuando dominaban las políticas proteccionistas. Las políticas arancelarias son pasajeras. Los impuestos afectan negativamente a las empresas y los aranceles rompen las cadenas de suministro. Esta situación es una excepción, no una nueva normalidad. Adam Smith enseñó que un acuerdo beneficioso para ambas partes no es un juego de suma cero, y que los países que impulsan el libre comercio prosperan más. Este período va a terminar, y en la práctica se va a demostrar que lo mejor es reducir barreras, impuestos y regulaciones. Vamos a tener que revisar algunas lecciones.

Steve Forbes.
Steve Forbes

- ¿La globalización está retrocediendo o simplemente está cambiando?

- Vivimos en un mundo globalizado. Aunque los patrones se modifican, el principio de mantener mercados abiertos y la posibilidad de armar cadenas de suministro eficientes sigue vigente. Vamos a encontrar nuevas formas de adaptarnos a los cambios en las relaciones internacionales, sobre todo con el mercado chino. Para que haya prosperidad, los mercados amplios son claves. En el siglo XIX, Estados Unidos ya tenía una gran zona de libre comercio entre estados, pero hoy ese mercado nos queda chico. Cuanto más comerciamos con otros países, más chances aparecen para desarrollar nuevos productos, servicios, cadenas de suministro y avances tecnológicos. Ya empezamos a ver señales de este cambio con el desarrollo de la inteligencia artificial, que puede generar un fuerte aumento en la productividad. Por ejemplo, antes aprobar un nuevo medicamento en Estados Unidos costaba unos US$ 3.000 millones y llevaba entre 10 y 15 años. Con la IA, ese proceso podría reducirse a apenas unos meses.

- ¿Por qué el mundo se alejó de los mercados abiertos y cuánto falta para volver al desarrollo global?

- Este período va a ser complicado. Vamos a darnos cuenta de que es mejor no aplicar impuestos que imponerlos, y que el desorden no genera prosperidad. Quizás pasen varios años, pero ya hubo momentos parecidos en la historia. En los años 70, Estados Unidos atravesó años de inflación y retroceso, pero después de las reformas de Reagan, el país recuperó la prosperidad. Lamentablemente, algunas lecciones quedaron sin aprender. Una de las razones de la inestabilidad política actual es que las élites no cumplieron con sus promesas sobre seguridad global y estabilidad monetaria. El dinero tiene que ser una medida de valor estable, como un reloj con 60 minutos fijos. También caímos en una regulación irracional en lo referido al clima. Ahora empieza a quedar claro que las grandes inversiones en turbinas eólicas y paneles solares no pueden reemplazar al gas natural.

- ¿Podés mencionar algunas de las regulaciones más absurdas en Estados Unidos?

- Un ejemplo es el de un huerto de manzanas en Nueva York: está sujeto a 5000 normas de 17 programas distintos. Una de ellas obliga a cubrir las manzanas cosechadas con una lona durante el traslado al almacén para protegerlas de los excrementos de pájaros. Sin embargo, esas manzanas pasaron 15 meses colgadas del árbol y después se lavan antes de guardarlas. Es ridículo. Otro caso absurdo es una regulación que está cambiando la forma de hacer pizza en Nueva York por las emisiones. Pero para que una pizzería genere tantas emisiones como un jet privado en un año, deberían pasar 849 años.

musk trump
 

 

Estas regulaciones le cuestan a la economía de Estados Unidos hasta US$ 2,5 billones. Elon Musk y su equipo, a quienes llamo "muskovitas", están trabajando activamente para eliminar normas absurdas. En la industria manufacturera, la situación es todavía peor: las regulaciones les cuestan a las empresas un promedio de US$ 25.000 por empleado, mientras que los impuestos rondan apenas los US$ 5.000. No sorprende que los fabricantes enfrenten tantas dificultades. Las reglas siguen multiplicándose en todos lados. Hace poco, el presidente Donald Trump alivió las restricciones sobre el caudal de agua en las duchas del país.

- Las duchas, lavarropas y lavavajillas están regulados en Estados Unidos por razones absurdas...

- La base del crecimiento económico futuro en Estados Unidos tiene que ser la democratización y la eliminación de regulaciones excesivas. Hay que dejar de gastar plata en fuentes de energía alternativas que no solo son más caras, sino también más contaminantes que el gas natural o la energía nuclear. Por ejemplo, las turbinas eólicas generan más residuos plásticos que los tubos de plástico que pretendían reemplazar.

- Europa está muy regulada. Dicen que es por la protección del consumidor. ¿Cómo se encuentra el equilibrio?

- Lamentablemente, en la Unión Europea la burocracia suele exigir no hacer nada hasta que se pruebe que es completamente seguro. Eso frena la innovación. Si la UE hubiera tenido que autorizar el uso de autos hace 120 años, no lo habría hecho por miedo a los accidentes y al precio del combustible. En cambio, en Estados Unidos se permite innovar, y las leyes se van ajustando según la situación. Por ejemplo, la aparición de la tecnología de copiado de Xerox llevó a cambios en las leyes de derechos de autor en los años 60.

La diferencia entre nosotros y la gente de la Edad de Piedra está en el conocimiento. Un mejor nivel de vida nace de generar nuevo conocimiento, ya sea en un laboratorio o en el mercado. Un buen ejemplo es la historia de Margaret Rudkin. Su hijo era alérgico al pan blanco, así que empezó a probar recetas en su cocina hasta que inventó el pan integral. En 1937 fundó Pepperidge Farm Bakery, que más adelante sacó las galletitas Goldfish. Levantó un gran negocio y se lo vendió a Campbell's. El éxito de Rudkin no vino de una planificación económica, sino de un experimento. Ese es el espíritu emprendedor que empuja la innovación. Lo mismo se puede decir de Amadeo Pietro Giannini, que cambió el sistema bancario, o de Norman Borlaug, quien impulsó la Revolución Verde y recibió el Premio Nobel de la Paz en 1970. En Estados Unidos, cualquiera puede probar nuevas ideas y, cuando funcionan, el beneficio es para todos.

- Seguimos de cerca las reformas del presidente Javier Milei en la Argentina. ¿Cree que hace falta una "medicina dura" para estabilizar la economía?

- El presidente Milei no exagera con las reformas. Son radicales, sí, pero hacen falta. Sin embargo, todavía no reemplazó el peso por el dólar ni cerró el Banco Central, que es una máquina de despilfarro, como prometió en campaña. Eso habría sido un paso clave para frenar la inflación. Ecuador y El Salvador ya se dolarizaron, y les funcionó. Milei también tiene que avanzar en esa dirección y aplicar otras reformas si quiere que la Argentina recupere la prosperidad que supo tener cuando era uno de los países más ricos del mundo.

Trump y Milei jugando al ajedrez
 

- ¿Hay alguna decisión de Milei que pueda servirle a Ucrania?

- Si se quiere construir una economía en paz, hay que achicar las burocracias estatales y simplificar las reglas. Es clave prestar atención a lo difícil que es abrir una empresa, hablar con los emprendedores y sacar del medio las trabas.

- Usted apoya desde hace mucho tiempo al Partido Republicano. ¿Le parece eficaz la política económica actual de Trump?

- Siempre apoyé las buenas decisiones de Trump y critiqué a quienes no estuvieron a la altura. Tomó el control de la frontera rápidamente, después de que entraran 10 millones de inmigrantes ilegales, algo que Joe Biden no logró en cuatro años. Su designación de Elon Musk para avanzar con la desregulación y los recortes presupuestarios fue un acierto: ya se detectaron gastos excesivos por US$ 150.000 millones. Ahora estamos trabajando en una nueva ley de alivio fiscal, ya que muchas de las medidas que Trump impulsó en 2017 vencen este año. Los aranceles son una forma de impuesto. Espero que pronto se termine la incertidumbre alrededor de ellos y podamos enfocarnos en reglas claras. También creo que Trump tiene que enviar más armas a Ucrania y actuar con firmeza para evitar que Irán se transforme en un estado con capacidad nuclear.

- ¿Cuáles son los mayores errores económicos que detecta en la política de Estados Unidos hacia China?

- Hoy estamos en una verdadera guerra comercial con China. Espero que, con el tiempo, los aranceles se apliquen de forma más específica y no de manera general. China roba nuestra propiedad intelectual y lanza ciberataques contra la infraestructura del país. Me gustaría que el Pentágono tuviera contramedidas listas para este tipo de situaciones. Pekín tiene que entender que sus malas acciones van a tener un costo. Además, China quiere controlar aguas internacionales, empezando por los mares de China Meridional y Oriental, y está metiéndose en lo que pasa en Ucrania y Medio Oriente. Hay que enfrentar estos temas uno por uno, y parte de la solución pasa por recuperar la capacidad del ejército estadounidense, en especial con la ayuda de los astilleros de Corea del Sur y Japón.

- ¿Cómo debería reaccionar Ucrania en este escenario de guerras comerciales?

- Ucrania tiene que bajar las barreras al comercio. El caso de Suiza demuestra que no hace falta formar parte de bloques como la Unión Europea para alcanzar la prosperidad. Después de la guerra, el país podría transformarse en una puerta de entrada para las empresas, como hicieron Suiza o Singapur. Mirá lo que pasó con Eslovaquia: se convirtió en un actor clave de la industria automotriz en Europa.

- ¿Qué consejo les daría a los empresarios ucranianos que quieren tener éxito a nivel global?

- El futuro de Ucrania depende de que la guerra termine con una solución pacífica. Después, el país debería mirar a modelos como Hong Kong, Singapur y Suiza para construir una economía abierta. Hay que facilitar la creación de empresas, como hace Nueva Zelanda, con impuestos bajos y menos cargas sociales. También sería clave que Ucrania ate su moneda a una divisa estable, como el euro o el dólar, tal como hicieron los Estados Bálticos. Lo fundamental es tener impuestos bajos, una moneda fuerte y un Estado que no gaste de más. Las experiencias de Polonia y Singapur muestran que Ucrania puede convertirse en un centro financiero y tecnológico.

- En 2023 usted dijo que, si el mundo pierde Ucrania, podría desatarse una catástrofe global. ¿Sigue pensando lo mismo?

- Ucrania es clave para la seguridad global, como lo fue Checoslovaquia en 1938. No podemos repetir el error de Gran Bretaña y Francia, que abandonaron a Checoslovaquia y terminaron desencadenando la Segunda Guerra Mundial. Por eso hay que hacer mucho más para apoyar a Ucrania en su defensa frente a los invasores. Mi propuesta es adoptar un nuevo lema: que Ucrania vuelva a ser grande.

- Actualmente, en Ucrania se discute la apertura a la migración laboral. La idea es permitir que ciudadanos de países con un PIB per cápita más alto puedan residir y trabajar en Ucrania de forma automática. ¿Le parece una opción viable?

- Esto debe manejarse caso por caso. Lo importante es que Ucrania se convierta en un país al que la gente con ambición quiera venir por las oportunidades que ofrece. Hay que evitar errores como el de Europa en 2015, cuando Angela Merkel habilitó la migración abierta sin controlar quién llegaba ni qué capacidades tenía. Se necesitan políticas inteligentes para atraer trabajadores calificados. También hay que mirar a los ucranianos que viven en el exterior: pueden ser un recurso valioso si ven que el país avanza y deciden volver. Eso puede impulsar tanto la migración interna como la inversión en Ucrania.

- Dale dos consejos al presidente Trump.

- Primero, en lo económico y en materia de aranceles: cuando se aplican grandes reducciones de impuestos, hay que asegurarse de que sigan siendo efectivas. No hay que perder el foco. Segundo, en relación con Ucrania e Irán: con Putin solo sirve la fuerza. Estados Unidos tiene miles de aviones A-10 Warthog, y Ucrania necesita cientos. Hay que hacerle entender a Putin que va a empezar a perder, no a ganar. Las palabras no alcanzan. Putin siempre va a decir lo que sea para engañarte, como intenta hacer con el enviado de Trump, Steve Witkoff. Hay que ser firmes tanto con Irán como con Putin. Solo con fuerza se consiguen acuerdos reales. Las palabras, ya lo vimos muchas veces, no sirven de mucho.

 

*Con información de Forbes Ucrania.

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