Llegar a la cima de un sector históricamente dominado por hombres no es tarea fácil, y aún menos cuando se trata de transformar esa experiencia en un legado que trascienda generaciones. Susana Balbo, la primera enóloga de Argentina, y su hija Ana Lovaglio Balbo, directora de Marketing y Hospitalidad de la reconocida bodega que lleva su nombre, son ejemplo de cómo la pasión, la visión y la colaboración familiar pueden convertirse en una fuerza transformadora en el mundo de los negocios.
"Llegué al mundo del vino porque era mi destino. Pero al principio nadie quería darme trabajo porque era mujer", recuerda Susana Balbo sobre sus inicios durante la Forbes Mujeres Power Summit, que se llevó a cabo el 18 de septiembre en el Four Seasons de Buenos Aires. Su historia no solo habla de talento y preparación académica, sino también de resiliencia y determinación frente a los obstáculos de género en la industria vitivinícola.
Después de graduarse con honores en enología e industria frutihortícola, Balbo se enfrentó a un mercado laboral que no reconocía su capacidad. "Fui consciente de que era la primera cuando fui a buscar trabajo y nadie me quería dar empleo, porque era mujer", relata. A pesar de ello, su perseverancia dio frutos: de 87 postulantes, 86 hombres y una mujer, fue elegida para ocupar un puesto en una bodega de Salta, marcando el inicio de una carrera que redefiniría el panorama del vino argentino.
Su llegada a Cafayate, un pueblo a 1.400 kilómetros de su hogar, representó un desafío tanto profesional como personal. "Fue un momento total de quiebre. Era un lugar básico, sin luz permanente y con recursos limitados, pero me enamoré de la región y su potencial", rememora. Esa experiencia, lejos de desanimarla, consolidó su pasión por el vino y la llevó a fundar su propia bodega años después, con un enfoque que combina excelencia, innovación y responsabilidad social.
Ana Lovaglio Balbo, por su parte, creció entre viñedos y barricas, pero con libertad para elegir su propio camino. Tras estudiar Administración de Empresas en Buenos Aires y trabajar en distintas compañías, decidió unirse al proyecto familiar, aportando una visión moderna y estratégica al marketing y la hospitalidad de la bodega.
"Siento que mi camino y el de mi mamá son complementarios; juntas llevamos la marca y nuestros proyectos al próximo nivel", afirma Lovaglio Balbo, destacando cómo la colaboración intergeneracional fortaleció a la empresa. Su llegada al equipo coincidió con una etapa de profesionalización de la bodega, donde Lovaglio Balbo comenzó a desarrollar el área de marketing y a implementar proyectos innovadores en turismo y gastronomía. "Tenemos confianza absoluta en que juntas llevamos la marca y nuestros proyectos a un próximo nivel".
El impulso de Lovaglio Balbo permitió que la bodega expandiera su propuesta más allá del vino. En 2013 inauguró Osadía de Crear, un restaurante que se convirtió en el primer paso hacia el desarrollo del turismo enológico en la región. Hoy, ese sector representa un 20% de la facturación de la empresa, con más de 35.000 visitantes anuales que disfrutan de experiencias de cata, almuerzos y recorridos guiados.
Para Balbo, la sostenibilidad y la responsabilidad social son pilares fundamentales de su empresa. "Cualquier empresa, sea una bodega, un hotel o un restaurante, no puede ser exitosa si su gente no crece. Para mí, la responsabilidad social es básica", subraya. Su enfoque incluye el bienestar de colaboradores, proveedores y comunidades, así como un compromiso con prácticas sostenibles en todas las operaciones.
Lovaglio Balbo complementa esta visión con la implementación de programas concretos que fortalecen la cultura empresarial y el vínculo con la comunidad. "La bodega ha definido su propósito: generar crecimiento compartido entre nosotros, nuestros colaboradores, nuestros proveedores y nuestra comunidad. La sostenibilidad no es sólo medioambiental, sino también social y económica", explica.
Más allá del éxito empresarial, lo que destaca en esta historia es la transmisión de valores y la construcción de un legado que trasciende la rentabilidad. Como resume Lovaglio Balbo: "Con los años me he dado cuenta de que crecí en este ambiente y es muy natural para mí. La cabeza de mi madre es única; siempre nos permitió explorar y proponer, y eso nos da libertad para innovar sin perder la esencia de la empresa".