La macroeconomía argentina, con su inesperado horizonte de inflación en baja y un gasto bajo control, no termina de superar los intrincados desafíos en un año de elecciones de medio tiempo que siempre resultan decisivas. La radiografía de hoy y los escenarios posibles del día después fueron los ejes de un intenso debate en el reciente Forbes Money & CFO Summit, en el que se repasó la nueva hoja de ruta para la inversión en la Argentina.
Entre las voces más escuchadas en el ámbito económico y empresarial, Marisa Bircher, founder de Biglobal; Miguel Kiguel, director de la consultora Econviews y Gustavo Marangoni, director de M&R Asociados, analizaron en la apertura del evento las urgencias de la reactivación, la competitividad y el tipo de cambio, la crítica necesidad de acumular reservas y la innegable influencia del escenario político. La conclusión anticipada es que, una vez más, el país se encuentra en un momento definitorio.
Kiguel fue enfático al señalar que "bajo una mirada de largo plazo la economía está bien orientada, pero la economía no termina de levantar y no nos estamos recuperando" de la crisis y la gran recesión. Sin embargo, parece haber una buena base a partir de que el gobierno logró fortalecer dos pilares fundamentales de su programa.
"Por un lado, el equilibrio fiscal, que por primera vez la Argentina lo tiene con una convicción nunca vista y es una piedra fundamental para bajar la inflación, el riesgo país y ganar credibilidad en el mundo. A esto se suman las reformas estructurales, un programa que cuesta llevar adelante, pero hay una vocación de que sea una economía de mercado, liderada por el sector privado y con menos trabas burocráticas", afirmó el director de Econviews.
En sintonía, Bircher destacó la "intensidad de las medidas tomadas por el gobierno", resaltando que la secuencia de acciones en el último año y medio es "significativa". Si bien la sociedad y el sector privado están "ansiosos" por la reactivación, la analista subrayó que el gobierno persigue un objetivo "necesario y entendible como es bajar la inflación. Lo que se logró es lo que más necesitaba la Argentina después de una tragedia insostenible que también le pegaba al exportador".
El debate también se extendió a las reservas internacionales del Banco Central, un punto en el que la founder de Biglobal analizó que "con un superávit del comercio exterior proyectado de 10.000 millones de dólares para este año, la clave es que el gobierno tenga claro en qué se van a utilizar esas reservas". Sin embargo, el desafío de la competitividad es persistente: "Aún no somos competitivos a nivel internacional", dijo Bircher, atribuyendo esto en parte a que, "a pesar de la vocación de integración, los socios comerciales adoptan enfoques más proteccionistas".
Sobre el tema, Marangoni analizó que "si bien Estados Unidos es el referente hemisférico, la presencia de China en Argentina y en el capitalismo global es innegable"; por lo que resaltó que "el pragmatismo debe guiar las decisiones en base al interés nacional. Los países no tienen dignidad, sino intereses. Y un país que identifica sus intereses hace alta política. El presidente que elige por preferencias personales hace otra cosa que no es política", sentenció.

El director de M&R Asociados dio un contexto político al momento económico de la Argentina y señaló que "las elecciones de medio término fueron presentadas por el propio gobierno como un termómetro crucial para el rumbo del país" al interpretar la dinámica de un presidente que busca "acumular poder político y que ahora plantea la elección de octubre como un plebiscito, donde la gente votará para darle carta blanca o no a quien está gobernando".
Marangoni proyectó un "buen octubre" para el oficialismo debido a la fragmentación de la oposición. "Si La Libertad Avanza logra ser un sello en los 24 distritos, aunque no alcance la mayoría parlamentaria, obtendrá un poder de bloque propio para influir en las decisiones. Este escenario, de concretarse, dará inicio a una nueva agenda en la que los votantes serán "más exigentes con el mismo gobierno".
Además, Marangoni advirtió sobre el problema de la "gran baja participación electoral", que genera un desafío para una política que "opera bien con el odio y con el amor, pero con la indiferencia tiene un problema".
Retomando la discusión económica, esa misma dualidad de amor y odio es la que se personifica en la variable omnipresente para la Argentina que es el tipo de cambio. Kiguel observó que "el consenso es que Argentina está cara y la corrección debería venir de una baja de impuestos, pero en un país con mucho gasto, el espacio para eso es limitado".

Si bien -continuó-, la flotación del tipo de cambio fue "un paso enorme", advirtió que tras la estabilidad actual por una coyuntura favorable debido al grueso de las exportaciones puede venir un "tercer trimestre un poco más desafiante por un menor flujo de entrada de dólares, aunque el gobierno tiene instrumentos para mantenerlo estable".
Finalmente, la apertura comercial y la búsqueda de inversiones estratégicas tomó espacio del debate y fue un punto de convergencia, aunque con matices sobre su implementación. En ese aspecto, Bircher destacó que Argentina tiene "una gran oportunidad en un mercado internacional convulsionado en sectores como el agro, la energía y la minería". Sin embargo, enfatizó que "la gran oportunidad que se está perdiendo es diversificar esa relación comercial, y no solo mirar a Estados Unidos o Europa, sino también a mercados como China y el sudeste asiático".
El cierre dejó una perspectiva común de buscar una política de integración con una mirada más transversal, más estratégica y no tan ideológica, para lo cual el gobierno debe ir en la dirección de una apertura importante que ayude a la eficiencia, con una visión estratégica de cuáles sectores abrir primero, y no solamente con una visión de controlar los precios para bajar la inflación.