Durante medio siglo, Giorgio Armani protegió la independencia de su marca con determinación. Rechazó oferentes, evitó cotizar en bolsa y mantuvo el control total para preservar su visión artística. Sin embargo, tras su fallecimiento, su testamento reveló un plan que cambia esa postura histórica: permite una venta parcial del Grupo Armani o una eventual salida a bolsa si no se concreta un comprador adecuado.
El testamento establece que no antes de un año, pero dentro de un plazo de 18 meses, los herederos podrán vender hasta el 15% de la compañía. Posteriormente, entre tres a cinco años, podrá concretarse una segunda venta de entre 30% y 54,9% al mismo comprador.
El diseñador dejó instrucciones claras respecto a los destinos posibles de su legado: nombró como compradores preferentes al grupo de lujo LVMH, a su socio histórico en gafas EssilorLuxottica, y a L'Oréal, con quien mantuvo una alianza en productos de belleza. Si ninguna de estas firmas concreta la compra, entonces se habilita una oferta pública inicial (IPO) en una bolsa de valores, de preferencia en Italia o una plaza bursátil de similar categoría. En ese caso, la Fundación Giorgio Armani deberá conservar al menos el 30,1% de las acciones.

Así se repartió el control del Grupo Armani
El testamento repartió las acciones y el control del grupo de manera detallada. Pantaleo Dell'Orco, su colaborador más cercano y líder del segmento masculino, recibió el 40% del negocio. La Fundación Giorgio Armani, que desde 2016 resguarda los activos de gobernanza y garantiza la estabilidad institucional del grupo, ahora obtiene el 30% de las acciones y los derechos de voto. La condición es que esa participación nunca debe descender de ese nivel.
El resto de la estructura hereditaria quedó en manos de la familia. Su sobrina Silvana Armani, quien supervisa la línea de ropa femenina, y su sobrino Andrea Cameana, actual director general de sostenibilidad, recibieron un 15% cada uno. Además, su hermana Rosanna, que forma parte del consejo de administración, y otra sobrina del mismo nombre recibieron acciones, pero sin derecho a voto.
Las decisiones estratégicas a corto y medio plazo recaerán en Dell'Orco y su familia, con respaldo de la Fundación. Sin embargo, todas esas decisiones ya fueron guiadas por el propio Armani, quien dejó pautas sobre la misión de la marca y también sobre las acciones que puedan modificar la estructura del grupo en el futuro.
"La responsabilidad de las decisiones y la gestión de este proceso recaerá en el Sr. Dell'Orco y su familia, bajo la guía de la fundación, pero siempre dentro de los principios y normas definidos por el Sr. Armani", explicó el comité ejecutivo de la empresa.

Las opciones: venta a un socio o salida a bolsa
Entre los tres compradores que Giorgio Armani identificó como candidatos prioritarios hay diferencias notables. El conglomerado LVMH, liderado por Bernard Arnault, tiene un modelo de gestión que respeta la autonomía de las marcas. En 2024, sus inversiones en moda y artículos de cuero ascendieron a US$ 48.000 millones, mientras que el Grupo Armani registró ventas por US$ 2.700 millones.
Según el analista Mario Ortelli, Armani tiene un "gran espacio en blanco" en la categoría de accesorios, donde LVMH podría aportar experiencia para mejorar su presencia. Aunque los rumores sobre una posible compra por parte de Arnault circulan desde hace tiempo, nunca se concretó nada.
El otro candidato, EssilorLuxottica, mantiene una relación de larga data con Armani a través de la licencia de gafas. Esta empresa también tiene presencia en moda: el año pasado compró Supreme, marca de indumentaria urbana, por US$ 1.500 millones, y además es dueña de las marcas deportivas Oakley y Costa.
Por último, L'Oréal comparte historia con Armani en el segmento de la belleza. Sin embargo, no tiene experiencia en moda ni posee marcas en ese rubro. De hecho, la propia compañía afirma: "Un enfoque: belleza, nada más que belleza y toda la belleza".
En caso de no avanzar con ninguna de estas tres alternativas, el camino sería una salida a bolsa. Aunque Giorgio Armani evitó durante toda su vida cotizar, su testamento ahora abre esa posibilidad si el objetivo es mantener la esencia de la marca y respetar sus principios.
Aún no se designó un director ejecutivo. Dos nombres suenan como candidatos probables: Giuseppe Marsocci, actual responsable de ventas y marketing, y Daniele Ballestrazzi, a cargo de finanzas y operaciones. Ambos fueron promovidos a subdirectores generales a comienzos de este año y tienen trayectoria dentro del grupo.
El giro que introduce el testamento de Armani marca un antes y un después. La empresa que evitó cualquier intervención externa durante casi 50 años podría abrir sus acciones a terceros o a los mercados bursátiles. Todo bajo una estructura definida por el propio diseñador, con nombres, porcentajes y reglas precisas. La independencia podría tener nuevos matices, pero siempre dentro del marco que Giorgio Armani dejó establecido con absoluta claridad.
Con información de Forbes US.