En junio de 2015, con US$ 35.000 ahorrados por la compra y venta de ropa, Matías Seijas, junto a sus amigos Julián Martínez Lenuzza y Martín Manini, decidió dejar su trabajo estable en el sector mayorista textil y lanzarse a emprender. Lo que empezó con unos rollos de tela y una mesa de corte prestada hoy se traduce en Luxo, una empresa con más de 140 empleados, tres plantas de producción —una de ellas 100% sustentable—, 10 locales propios y una proyección de facturación de $ 7.000 millones para fines de 2025.
Después de registrar la marca y testearla de forma casi artesanal, los amigos devenidos socios alquilaron el primer espacio de trabajo: un 4° piso de 200 m2 en Flores. Seijas, que venía de trabajar desde los 20 años en una PyME de sweaters, se tiró de lleno al nuevo proyecto. "Hacer ropa fue empezar de cero porque yo venía de hacer otras prendas. Entonces, salimos a buscar clientes mayoristas por todo el país, sin que nadie nos conociera", recuerda.
El comienzo fue duro. Con la inversión inicial compraron telas, montaron lo básico y financiaron su producción con cheques. Pero la jugada inicial salió mal: "Perdimos casi todo el capital en ese primer semestre. Fue muy duro. Desde octubre hasta abril del año siguiente nos empezaron a rebotar todos los cheques que habíamos firmado. Pero siempre respondimos. Y, en este rubro, nos salvó una máxima fundamental: 'El crédito hay que cuidarlo más que la salud'".

La resiliencia se transformó en crecimiento. Entre 2015 y 2016 participaron dos años consecutivos en la feria Puro Diseño y comprobaron que tenían tracción con el consumidor minorista. En 2016, Luxo abrió su primer local en Palermo Soho. Le siguió un espacio en Ramos Mejía y luego una expansión a una planta de 400 m2. El 2020, lejos de ser un traspié, aceleró un proceso que ya se venía gestando.
"Como mis negocios siempre tuvieron una web, ya dominábamos ese tema y por eso con la pandemia el negocio explotó. No solo vendimos una cantidad enorme de barbijos sino que, para nosotros, fue un año bisagra. Ya teníamos dos locales y 30 empleados. En ese año, nos mudamos a una planta de 1.500 m² en Flores", relata Seijas.
La marca pasó de ser un experimento a consolidarse como un actor serio en la moda argentina. En 2021, los socios abrieron nuevos locales en Villa Crespo y Lomas de Zamora. Pero incluso así, había un problema: faltaba capacidad de producción. "Nos quedábamos cortos de mercadería y, aunque teníamos la tela, nos faltaba mano de obra. En ese momento, ese era un limitante para crecer", explica el CEO.
En 2022, llegó uno de los hitos más importantes. Luxo firmó un acuerdo con el Gobierno de La Rioja y fundó Luxo Solar Park, una planta de confección 100% de energía solar. La fábrica emplea a 50 personas, genera 30.000 kWh mensuales a través de 180 m² de paneles solares y fue financiada con un crédito de sustentabilidad de US$ 50.000 del Consejo Federal de Inversiones. "Fue un proyecto pensado como empresa de triple impacto. Trabajamos mucho la comunicación sustentable. Y este paso nos permitió certificar como empresa B en 2023", resalta Seijas con orgullo. Hoy, sus tres plantas de producción están certificadas bajo ese estándar.
En expansión
A lo largo de 2023 y 2024, Luxo siguió su expansión con aperturas de locales en La Rioja, Montevideo y el Dot Baires Shopping. En 2024, para su 10° aniversario, la empresa inauguró tiendas en La Plata, Mar del Plata y en La Barra (Punta del Este), lo que significó llegar a los 10 locales propios, distribuidos entre la Argentina y Uruguay. En este sentido, la marca tiene una política clara: no vender franquicias. "Desde el inicio nos enfocamos en la experiencia del cliente. Queremos que cada local sea 100% Luxo, no un multimarca con nuestro nombre", señala Seijas.
En la actualidad, Luxo tiene presencia en más de 100 comercios en todo el país. A nivel ventas, los números hablan por sí solos: en 2024 facturó $ 5.000 millones y proyecta un crecimiento anual del 30%, con una estimación de $ 7.000 millones, para fines de 2025. En su primer año, la empresa ya había duplicado su inversión inicial, y lo hizo de forma sostenida en los años subsiguientes.

La compañía se autodefine como una marca de "ropa sin género para humanos". Sus prendas —remeras, buzos, camperas, ropa interior, gorras, bolsas, accesorios— están pensadas desde la inclusión y la autoexpresión. "Nuestro mundo es el club, el raver, la escena electrónica. Esa esencia está en Luxo", subraya Seijas. Vestir a íconos como Carl Cox o Michael Bibi, con cápsulas especiales para DJs, fue parte del posicionamiento en ese nicho, que tiene una audiencia principal en adultos de entre 30 y 40 años. "Crecimos con ellos. La madurez de la marca acompañó la nuestra", reflexiona.
En 2023, Luxo dio otro gran paso: firmó una licencia oficial con Disney para lanzar una línea exclusiva. "Fue un salto de prestigio. Aprender del ritmo de una empresa tan grande fue un desafío que nos enriqueció muchísimo", remarca el CEO.
Hacia adelante
Luxo produce unas 300.000 prendas por año. Su estructura comercial se divide en tres canales: locales retail propios, tienda online y venta mayorista B2B. Cada uno de los socios tiene un rol definido: Martínez Lenuzza lidera locales y el e-commerce; Manini maneja la estrategia B2B y la red de representantes; y Seijas se enfoca en la dirección general, producción, finanzas y expansión. En 10 años pasaron de ser un trío emprendedor a una empresa de más de 140 empleados sin inversión externa: "El 100% del equity es nuestro. Tuvimos mil oportunidades de franquiciar o buscar capital, pero elegimos mantener el control", afirma Seijas.
A futuro, los socios buscan consolidar su presencia en Uruguay, conquistar mercados en Paraguay, Bolivia y Chile, y diversificar sus productos. Por eso, ya comenzaron con algunas líneas de producción externa en Asia para sumar productos que antes no fabricaban. Antes de fines de 2025, esperan avanzar en relaciones B2B en países de la región. "Tenemos una actitud comercial muy agresiva, todo el tiempo buscamos nuevos representantes y clientes. No queremos seguir abriendo locales propios, sino afianzar los que tenemos y entrar en nuevos mercados", concluye. "Queremos que la ropa acompañe experiencias. Que sea útil, cómoda y duradera. Que conecte a las personas con quiénes son, no con lo que dicta la moda", afirma el CEO. Y esa filosofía, que empezó con una mesa prestada en 2015, hoy es un ecosistema textil y cultural que proyecta seguir creciendo desde la Argentina hacia el resto del continente.