Dicen que las mejores innovaciones parten de una necesidad, y ese fue el caso de Fenikks. Tomás Machuca tenía 17 años, jugaba al fútbol en el club del barrio y necesitaba un par de canilleras nuevas para el próximo entrenamiento. Sin embargo, no podía comprarlas. Se le ocurrió tomar un balde que encontró en su casa y cortarlo para crear sus propias canilleras. Tomó una sierra, un secador de pelo y así creó lo que hoy considera el primer prototipo. El broche de oro fue la personalización, gracias a un diseño que creó en Paint.
"Al siguiente partido voy al club y las quiero sacar a escondidas, las ven mis compañeros y me empiezan a decir: '¿Che, de dónde salieron? Están buenísimas, yo quiero unas'", recordó Machuca en la charla que cerró la última edición de la Mega Experiencia Endeavor. Así, rápidamente, validó su producto. De niño, el rosarino ya había demostrado instinto emprendedor con iniciativas como comprar un metegol para alquilar, o vender DVDs en la puerta del supermercado. Pero esta idea se sentía más real que las otras, porque tenía un producto con un diferencial claro y un público interesado por comprarlo.
Fenikks fue escalando y mejorando sus canilleras, que dejaron de ser de baldes y caños de PVC que pedían en las obras de construcción, y pasaron a ser hechas con tapas de botellas recicladas, dándole al emprendimiento un impacto ambiental positivo. Cada canillera está hecha de alrededor de 20 tapas.
Machuca también sumó un costado social a su emprendimiento: por cada par de canilleras que venden, regalan otro a clubes de barrios de contexto crítico, donde además hacen acopio de las tapitas. Esto los llevó a ser reconocidos por organismos internacionales, como la ONU.
En seis años Fenikks invirtió más de ARS 100 millones (unos US$80.000) en desarrollo de producto, que es fabricado por una empresa en Córdoba, Ecolif, que trabaja con ellos desde el principio.
Actualmente producen alrededor de 10.000 pares por mes y tienen la capacidad de ampliar su producción hasta 40.000. Cada par cuesta alrededor de ARS 30.000 ($1.000). En Argentina son producto oficial de todos los clubes profesionales de fútbol y deportistas como Lionel Messi y Leandro Paredes usan sus canilleras —les crearon pares personalizados, así como también una edición especial para celebrar el triunfo de Argentina en el Mundial de Fútbol—.
"Yo jugaba al fútbol con la idea de mejorar la calidad de vida de mi familia. Las cosas no salieron como quería, pero terminé desarrollando un proyecto que busca lograr eso mismo a través del fútbol. Fenikks es mi proyecto de vida: buscamos generar la mayor cantidad de oportunidades posibles para chicos y chicas que tienen un sueño", contó al público de la Mega Experiencia Endeavor.
Su siguiente paso, dijo, es desembarcar en Uruguay, Chile, Paraguay, Perú, Estados Unidos y México. También adelantó el diseño creado para Uruguay: celeste y con alusión a la garra charrúa. Al igual que en Argentina, pretenden ser producto oficial de los clubes profesionales y donar un par por cada uno vendido, democratizando el acceso al producto y garantizando que ningún joven se quede sin jugar por no tener el equipamiento necesario. Por eso, pretenden sumar a las donaciones championes (tienen un diseño hecho también de plástico reciclado) y kits.
Machuca ya no es un adolescente que corta caños de PVC en casa de sus padres todos los días después del liceo. Con 23 años el emprendedor busca demostrar que se puede integrar el impacto en el modelo de negocios. "Quiero que sirva como fomento para que se entienda que todos los modelos de negocio pueden tener anclado el impacto ambiental o el impacto social. Y también sirve para que, justamente, no se piense que el impacto solo lo puede lograr ONG o una fundación, sino que hay modelos de negocio que hacen que sea sostenible en el largo plazo, poder generar un impacto positivo, son dos mundos que se pueden combinar", subrayó en conversación con Forbes Uruguay.