Tasas por las nubes y stress cambiario, un patrón que se repite en la previa electoral
En cada elección, los gobiernos apelaron a tasas de interés elevadas para evitar una corrida cambiaria y llegar con el dólar bajo a las urnas. Los datos muestran que, en los últimos diez años, quedarse en pesos fue más rentable. Pero la ausencia de PASO en 2025 podría acumular tensiones y alterar ese esquema.

En la Argentina, cada calendario electoral activa algo más que la maquinaria política: enciende alarmas en los mercados financieros, modifica comportamientos y transforma al dólar en un termómetro social y económico. Según un informe de la consultora Focus Market, las elecciones producen lo que se conoce como "estrés cambiario", un fenómeno repetido en los últimos diez años donde el Gobierno de turno utiliza la tasa de interés para evitar una devaluación brusca.

"Cada elección, sea legislativa o presidencial, genera un contexto de estrés cambiario en el que el dólar deja de ser sólo una moneda para convertirse en un termómetro de expectativas", explicó Damián Di Pace, director de Focus Market.

El patrón es claro: frente a un clima de incertidumbre electoral, la reacción del oficialismo consiste en endurecer la política monetaria. En los cinco ciclos electorales recientes, los plazos fijos en pesos rindieron más que refugiarse en dólares, incluso cuando hubo fuertes movimientos en los distintos tipos de cambio.

Un patrón que se repite: tasas altas para contener el dólar

El informe de Focus Market muestra que en los años 2015, 2017, 2019, 2021 y 2023, el peso superó al dólar como resguardo de valor en los meses previos a las elecciones. Esto ocurrió tanto en contextos de cepo como con esquemas cambiarios más flexibles.

Durante las presidenciales de 2015, con el cepo en plena vigencia, el dólar oficial quedó casi congelado en torno a los $9, mientras que el blue osciló entre $13 y $15. A pesar del cambio de signo político con la llegada de Mauricio Macri, no hubo un salto inmediato. Recién en diciembre, tras el fin del cepo, el oficial pasó de $9,84 a $13,95. Entre las PASO de agosto y el balotaje de noviembre, el dólar oficial se mantuvo estable, y la tasa efectiva anual de los plazos fijos superó la suba del blue.

Las legislativas de 2017 también mostraron esa tónica. El oficial subió apenas 3,9%, de $17,68 a $18,37, al tiempo que el paralelo tuvo una variación similar. En ese período, la tasa de interés promedio de los plazos fijos fue de 23,19% en términos efectivos, con lo cual quedarse en pesos fue más conveniente.

La situación cambió en 2019, aunque el resultado final volvió a favorecer al peso. Tras las PASO de agosto, el oficial saltó de $46 a $57. El mercado reaccionó con pánico y el gobierno de Macri reimplantó el cepo. A pesar de una suba del 44% en el MEP y del 37% en el blue, la tasa efectiva de los plazos fijos alcanzó un 72%, ganándole nuevamente a la devaluación.

En las legislativas de 2021, el oficial casi no se movió y el blue tuvo una leve oscilación. En paralelo, las tasas de interés volvieron a jugar su papel de ancla. El patrón se repitió en 2023: mientras los dólares paralelos se dispararon tras las PASO (el blue pasó de $493 a más de $900), la tasa efectiva anual de los plazos fijos minoristas superó el 145%.

En todos los casos, la intervención oficial se centró en utilizar las tasas como freno a la dolarización. El peso se mantuvo fuerte ante un escenario de expectativas cambiarias al alza, y quienes permanecieron en moneda local obtuvieron mayores rendimientos.

Una estrategia política con consecuencias económicas

La utilización de la tasa de interés como herramienta para frenar el estrés cambiario responde a una razón clara: todos los gobiernos quieren mostrar una economía estable en la previa electoral. Y en la Argentina, el dólar es sinónimo de estabilidad (o su falta). Por eso, se ofrecen rendimientos elevados en pesos para desalentar la fuga hacia el dólar.

Focus Market subraya que esta estrategia se repite con lógica milimétrica. Se busca apreciar o estabilizar el peso en el corto plazo, sabiendo que después de los comicios habrá margen para ajustar los desequilibrios. "En todas las elecciones de los últimos 10 años, quedarse en pesos rindió más que anticipar una devaluación. Y esto no fue casual: fue el resultado de decisiones políticas que utilizaron la tasa como ancla para contener expectativas y evitar desbordes", afirmó Di Pace.

 

Pero no todo está garantizado. Las tasas pueden bajar, lo que afectaría los rendimientos en pesos, o bien puede producirse una devaluación abrupta si las bandas de intervención se ven superadas. Sin embargo, hoy por hoy el mercado ya descuenta movimientos moderados, por lo cual el salto debería ser muy superior a lo proyectado para que convenga pasarse a dólares de forma anticipada.

Lo que revelan los años electorales sobre el "dólar stress" y por qué la calma puede ser más frágil de lo que parece

El informe advierte que este año el esquema podría sufrir una alteración importante: no habrá PASO. Esa instancia, que suele anticipar resultados y generar movimientos en los mercados, fue suspendida para 2025. Su ausencia podría provocar una acumulación de tensiones, que se liberen de forma abrupta más cerca de la elección general.

Por ahora, el escenario aparece más contenido. La Tasa Nominal Anual (TNA) del plazo fijo a 30 días es de 33,65%, lo que implica una Tasa Efectiva Anual (TEA) de 39,36%. En comparación, la TEA proyectada por el mercado de futuros del dólar varía entre 21% y 26% según el mes considerado.

Esto implica que, si se cumplen las proyecciones del mercado, el plazo fijo seguiría ofreciendo un mejor rendimiento que el dólar, al menos hasta abril de 2026. Claro que este escenario está sujeto a los imprevistos que puedan surgir en un contexto político como el argentino.

"No podemos afirmar con certeza absoluta que este año sea distinto. Sin embargo, sin PASO en el horizonte, el mercado parece transitar una calma relativa. Pero si algo enseña la experiencia argentina es que las ventanas de estabilidad son tan valiosas como frágiles. La clave estará en leer bien los tiempos y ajustar las decisiones a la evolución de las tasas y expectativas devaluatorias", concluyó Di Pace.

Así, mientras se acerca un nuevo turno electoral, la historia reciente ofrece una advertencia concreta: cada calma previa a las urnas suele esconder tensiones que, tarde o temprano, estallan. Y aunque los plazos fijos hayan ganado las últimas rondas, el juego aún está abierto.