A pocas semanas de que termine el año, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) enfrenta un nuevo compromiso que vuelve a tensar la meta de acumulación de reservas pactada con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Este lunes, la autoridad monetaria debió cancelar US$ 1.012 millones correspondientes al vencimiento del Bopreal 2026, el bono creado para que los importadores regularicen deudas comerciales en un momento de fuerte escasez de divisas y restricciones cambiarias.
El pago se hizo con reservas internacionales, un punto que preocupa al mercado porque impacta directamente sobre el nivel de reservas netas, el indicador que el FMI monitorea de manera prioritaria.
Si bien el efecto sobre las reservas brutas no fue total, debido a que parte de los tenedores de los bonos está en el mercado local, el golpe sobre las reservas netas fue inevitable.
Según estimaciones privadas, al 23 de noviembre el BCRA registraba un nivel de reservas netas negativo en torno a US$ 14.579 millones, una cifra que ya anticipaba dificultades para alcanzar la meta de fin de año.
En este contexto, la cancelación del Bopreal volvió más compleja la situación, porque obligó a una nueva salida de dólares en un momento en el que la acumulación es prácticamente nula.
En paralelo, otras operaciones recientes deterioraron aún más la posición neta del organismo. La activación del swap con el Departamento del Tesoro de Estados Unidos por US$ 2.500 millones, utilizada en parte para saldar vencimientos con el FMI, implicó un aumento significativo de pasivos en moneda extranjera.
Consultoras privadas estiman que este movimiento redujo las reservas netas en aproximadamente US$ 3.500 millones, lo que dejó al indicador prácticamente en cero o incluso en terreno negativo si se consideran todos los compromisos pendientes.
Para alcanzar la meta pactada con el FMI antes de fin de año, el BCRA debería sumar entre US$ 9.000 y US$ 11.940 millones, un objetivo que el mercado considera hoy prácticamente imposible.
Frente a este escenario, el Gobierno sostiene que la acumulación de reservas no debe analizarse como un fin en sí mismo, sino como una consecuencia del equilibrio macroeconómico.
No obstante, este argumento choca con las obligaciones asumidas en el acuerdo vigente con el FMI, donde el indicador de reservas netas es un requisito central para la continuidad del programa.
"El cierre del año encuentra así al Banco Central atrapado entre un cronograma de vencimientos que exige dólares y una capacidad de acumulación prácticamente agotada. Con los números en rojo y sin margen para grandes recuperaciones en el corto plazo, la Argentina se acerca al final de 2025 con un escenario de tensión creciente, donde cada movimiento en las reservas se convierte en un test de resistencia para la política económica", relató Ignacio Morales, director de Inversiones en Wise Capital.
"El panorama para 2026 también plantea fuertes compromisos: se acumulan vencimientos por alrededor de US$ 17.100 millones, entre ellos US$ 4.400 millones con el FMI en enero, US$ 4.200 millones con otros organismos internacionales y US$ 8.500 millones correspondientes a bonos soberanos. En este escenario, resulta clave que el Gobierno logre volver a los mercados voluntarios de deuda, lo que exige una reducción significativa del riesgo país hasta niveles cercanos a los 400 puntos básicos", añadió.
En esta línea, Javier Casabal, estratega en Adcap Grupo Financiero, fue claro: "Tal como sigue enfatizando el equipo económico, la acumulación de reservas dependerá, y llegará después, de la restauración de la confianza del mercado. En nuestra opinión, para que el tono alcista se mantenga, el gobierno deberá generar un catalizador significativo —muy probablemente una recompra al estilo Colombia mediante TRS o una operación de manejo de pasivos, como un canje hacia un bono bullet 2030, que permita comprimir el riesgo país".