Tras los ataques de Musk, Donald Trump se convierte en la nueva pesadilla de Tesla y amenaza con hundir sus planes en EE.UU.
El conflicto entre el CEO de la compañía y el presidente estadounidense abre un frente político y judicial que podría frenar subsidios, acelerar investigaciones y obstaculizar el debut del robotaxi. Las acciones se desplomaron y crecen las dudas entre los inversores.

Alan Ohnsman Colaborador

La situación en Tesla ya era complicada. Pero el colapso entre Elon Musk y el presidente Donald Trump, que el jueves derivó en una catarata de amenazas e insultos, promete hacerle mucho más daño a la compañía que la caída en las ventas, la falta de modelos nuevos y una marca muy desprestigiada. Ahora queda expuesta a represalias federales por parte de una administración desbordada por las quejas.

Con todo el poder del gobierno federal a mano, Trump puede intensificar las investigaciones abiertas contra Tesla. La Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA) ya investiga desde hace tiempo las funciones de piloto automático y conducción autónoma total de la empresa, ligadas a varios accidentes fatales. 

También podría presionar a la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) para que revise si algunas declaraciones públicas de Musk sobre Tesla fueron ciertas, e incluso poner el foco en la fuerte dependencia que tiene la compañía de su producción en China.

La NHTSA también le pidió información a Tesla sobre sus planes para lanzar un robotaxi, luego de que Musk anunciara que quiere arrancar un programa piloto este mes en Austin. Hoy no existen normas federales para los vehículos autónomos ni para los robotaxi. Esa regulación depende de cada estado. Sin embargo, según cómo avance la revisión de la NHTSA, Trump podría presionar al gobernador de Texas, Greg Abbott, para que frene el debut del robotaxi de Tesla.

 

"Su margen de ataque es notable", dijo un veterano ejecutivo del sector automotor que pidió no ser identificado para poder hablar con libertad. "Lo más fácil sería reanudar las investigaciones. Cosas que Elon creía ocultas podrían resurgir".

La tensión entre los dos multimillonarios explotó en público el jueves, cuando Musk salió con fuerza a criticar el proyecto de ley de presupuesto "One Big Beautiful" de Trump, que sumará billones al déficit nacional que Musk dice querer achicar a través de DOGE. 

El cruce, que se dio en X y Truth Social, escaló rápido: Musk aseguró que Trump no habría ganado sin su ayuda y llegó a decir que apoya su destitución. Trump contestó con amenazas de "terminar los subsidios y contratos gubernamentales de Elon", lo que pone en riesgo los miles de millones que SpaceX recibe en contratos federales para cohetes y satélites. 

Algunos aliados de Trump, como Steve Bannon —crítico habitual de Musk—, dijeron al New York Times que el presidente debería abrir investigaciones sobre Musk, que nació en Sudáfrica, y deportarlo.

Incluso si la situación no escala tanto, los comentarios descontrolados de Musk contra Trump podrían convertirse en el golpe más duro que recibió Tesla desde su creación. En 2022, Musk se burló del expresidente Joe Biden y lo llamó "títere de calcetín mojado" en Twitter (ahora X), pero no hubo consecuencias. Biden lo ignoró. Trump no es así. Tiene fama de guardar rencor con quienes, según él, lo perjudican o lo insultan. Y como presidente, controla las agencias y políticas federales que pueden perjudicar a Tesla. Ya dejó claro más de una vez que no duda en usar ese poder como un garrote.

La reacción más inmediata fue la caída abrupta del precio de las acciones de Tesla. El jueves bajaron un 14%, lo que significó una pérdida de US$ 152.000 millones en su capitalización bursátil. Ese número supera el valor combinado de General Motors, Ford y Stellantis. En lo que va del año, Tesla acumula una baja del 30%.

"Parte de la reacción negativa de los inversores hoy podría deberse a que la gente apostaba a que la alianza Musk/Trump resultaría en políticas que beneficiarían directamente a Tesla", explicó Loren McDonald, analista jefe de Paren, una firma de datos del sector de autos eléctricos. "Trump ya no respalda a Musk y, con la ruptura, ya no tiene por qué hablar bien de Tesla ni de los autos eléctricos. Él y su gobierno pueden volver a la estrategia de atacar a los autos eléctricos como si fueran malvados".

 

Ross Gerber, un inversor que durante años fue fanático de Musk, pero que con el tiempo se volvió uno de sus críticos, compartió esa preocupación.

"Elon se está peleando con Trump y las acciones de Tesla están recibiendo un golpe fuerte. Trump va a devolver su nuevo Tesla y dice que Musk lo traicionó. Todo esto no puede ser bueno para los accionistas. Pero bueno, ¿a quién le importamos?", escribió Gerber, director ejecutivo de Gerber Kawasaki Wealth and Investment Management, en Threads. "¡Por favor, que alguien le saque el teléfono! ¡Qué demonios! 🤬 Tesla está siendo destruida".

El principal fabricante estadounidense de autos eléctricos ya atraviesa un trimestre complicado. Enfrenta un derrumbe de las ventas en Europa y China, mientras lidia con el aumento de los costos y los problemas provocados por los aranceles que Trump impuso al acero, el aluminio, las autopartes y las celdas de batería chinas.

El presupuesto que impulsa el Partido Republicano, que Musk detesta y que Trump quiere convertir en ley el mes que viene, también recorta los créditos fiscales federales para comprar autos eléctricos. Además, elimina varios incentivos destinados a proyectos de baterías y energía limpia, lo que suma otro golpe para Tesla.

Trump dijo el jueves en Truth Social que la oposición de Musk a ese proyecto de ley se debía a la eliminación de esos créditos. Sin embargo, Musk declaró públicamente más de una vez que está a favor de que se eliminen. Aun así, la chance de que los créditos se restablezcan en la versión final del presupuesto probablemente se achicó.

"Con Musk enfrentándose a Trump y a buena parte del Partido Republicano, es poco probable que la Cámara de Representantes o el Senado mantengan el crédito fiscal como un gesto hacia Musk o Tesla", dijo McDonald.

 

La falta de control de Musk sobre sus declaraciones públicas ya le trajo varios problemas a lo largo de los años. Entre ellos, multas de la SEC y la pérdida de su cargo como presidente de Tesla después de haber tuiteado falsamente en 2018 que tenía fondos asegurados para privatizar la compañía. Poco después, también tuvo que presentarse ante la Justicia por una denuncia de difamación tras haber llamado "pedófilo" a un crítico.

Este tipo de actitudes viene generando preocupación entre los inversores, incluso entre fondos de pensión públicos, que están especialmente molestos por la pasividad del consejo de administración de Tesla frente al comportamiento de Musk.

"A ningún otro director ejecutivo de una empresa que cotiza en bolsa se le habría permitido desentenderse así de sus responsabilidades como Musk. Sin excepción", declaró esta semana a Forbes el tesorero de Illinois, Michael Frerichs. "Y si hubieran hecho cosas en su vida personal que dañaran tanto la reputación de una empresa o marca, ¿los habrían tratado igual que a él?"

Ahora, con un Trump enojado, la situación podría complicarse todavía más. Desde nuevas investigaciones hasta trabas para los tan promocionados planes de Musk con el robotaxi de Tesla.

"Con Trump y Musk comportándose como chicos caprichosos o ex parejas resentidas, Trump podría hacer todo lo posible para frenar el lanzamiento del robotaxi", dijo McDonald. "No me sorprendería que empezara a decir que Waymo es genial y que Tesla está muy, muy atrás de ellos".

 

Nota publicada en Forbes US.