Una mañana cualquiera de la semana, a las 5, el multimillonario constructor de viviendas Pat Neal empieza a prepararse para el trabajo mientras reflexiona sobre los mercados de acciones y bonos. "Suelo empezar a pensar en la ducha y terminar a las 8", cuenta, e incluye la pregunta que se hace: "¿Qué hará hoy la letra del Tesoro a 10 años?".
Sin embargo, Neal no posee letras del Tesoro. De hecho, no tiene ningún bono ni ninguna acción pública. Observa esos mercados para anticipar cómo sus movimientos influirán en los hábitos de gasto de quienes compran viviendas. En su caso, casi toda su fortuna de US$ 1.200 millones está invertida en su constructora Neal Communities, que construyó 25.000 casas, todas en Florida.
"Me gusta controlar mi propio futuro", explica Neal, de 76 años, quien reinvirtió en el negocio desde que lo fundó en 1970. "No llevo una vida lujosa. Y mi jubilación es mi negocio. No necesitamos fondos de jubilación porque no nos vamos a jubilar", asegura.
Cuando Neal, que cobra un salario de US$ 150.000, necesita efectivo extra, vende terrenos sin urbanizar. Posee unos 105 kilómetros cuadrados, algunos en empresas conjuntas o junto a sus hijos, y calcula que su valor promedio ronda entre US$ 50.000 y US$ 150.000 cada uno.
Las primeras inversiones de Neal fueron más variadas. El exsenador estatal de Florida aprendió muchas maneras de ganar dinero mientras crecía en Des Moines, Iowa, en las décadas de 1950 y 1960. Embotellaba y vendía detergente, cortaba césped, repartía diarios y usaba su camioneta para llevar a compañeros a distintos trabajos, además de alquilarles sus servicios de limpieza y transporte. Para cuando cursaba la secundaria, ganaba miles de dólares al año, a veces más que su madre, que era maestra.
Hizo su primera inversión a mediados de los 60, cuando tenía unos 16 años: 100 acciones de Iowa Beef Packers, la empresa pionera en el envasado de carne. Recuerda que las compró por unos US$ 1.500 (unos US$ 15.400 actuales), o US$ 15 cada una. Conservó las acciones hasta su segundo año de universidad, cuando calcula que las vendió por unos US$ 3.000 (unos US$ 26.900 actuales), con lo que duplicó su inversión.
Pero su suerte cambió. Su primer corredor de bolsa lo convenció de apostar por Delta Corporation of America, una empresa de préstamos para casas móviles con sede en Florida, a principios de la década de 1970. Compró 100 acciones a US$ 28. Después de subir brevemente hasta US$ 34,50 en octubre de 1971, las acciones cayeron tras un mal informe de resultados y siguieron en descenso. El corredor insistió en que Neal comprara más, y así lo hizo, hasta que Delta se disolvió a mediados de la década. "Me pidió que comprara una acción promedio a US$ 14. La compré y la mantuve a flote hasta que llegó a 0 dólares", explica. (Su corredor dejó el negocio y se dedicó a ser carnicero).
Neal cuenta que le fue "igual de bien" con su segundo corredor. Por eso, decidió dejar de invertir en el mercado por completo después de 1972. Desde entonces, prefiere apostar solo a la industria que mejor conoce: la construcción de viviendas.
"Mis hijos y yo sabemos más que nadie sobre oportunidades de compra de terrenos", asegura. "Nos pasamos el día recorriendo propiedades, llamando a amigos, leyendo obituarios, escuchando lo que pasa, para asegurarnos de hacer buenas compras. Mi estrategia de inversión es comprar terrenos antes del crecimiento", agrega.
Esa táctica le permitió concretar una de sus mejores operaciones: 4.398.000 metros cuadrados en la Reserva de Caza LeBamby, en el condado de Sarasota, que compró a fines de los 80 por unos US$ 1,07 el metro cuadrado. Luego los vendió en los 90 y principios de los 2000. "No sabían que se acercaba la autopista interestatal", recuerda. "Y cuando se abrieron las carreteras colindantes, pude vender parte de la propiedad a US$ 613 el metro cuadrado", añade.
Otro acierto importante llegó cuando él y su hijo John pagaron al City National Bank of Florida US$ 14 por metro cuadrado por un terreno que estaba en ejecución hipotecaria en 2014. Lo urbanizó y el año pasado vendió partes por US$ 61,7 el metro cuadrado. "No sabían el valor de su propiedad", señala.
"Invertir es un negocio de conocimiento", afirma Neal, quien recomienda los libros de los inversores Seth Klarman y Peter Lynch como lecturas que sostienen esa idea. "Un conocimiento único debería permitirte obtener rentabilidades superiores a la media", concluye.