A partir del 31 de diciembre de 2025, Paramount Global apagará definitivamente las señales dedicadas exclusivamente a la música: MTV Music, MTV 80s, MTV 90s, Club MTV y MTV Live. Con ellos, se apaga una etapa que marcó la vida de más de dos generaciones.
Para quienes hoy rondan entre los 40 y los 60 años, MTV fue mucho más que un canal de televisión: fue el lugar donde se aprendió a bailar frente a la pantalla, a descubrir artistas y a entender que la música también se miraba. Allí estuvieron Michael Jackson y Madonna cuando el videoclip era un acontecimiento cultural, y más tarde los Backstreet Boys y las Spice Girls, cuando la coreografía volvió a convertirse en lenguaje universal.
Ese MTV, el que nació hace 44 años con la música como razón de ser y con el videoclip como bandera, empieza a decir adiós. No desaparece la marca ni se apaga la pantalla, pero sí se cierra una forma de entender la música, la televisión y la cultura juvenil. El canal que cambió para siempre la relación entre imagen y sonido deja de ser musical y entra en una nueva etapa, ajena a su espíritu fundacional.
El canal principal de MTV continuará al aire, pero enfocado en reality shows y formatos de entretenimiento. Los MTV Video Music Awards, uno de los eventos más emblemáticos de la industria, también seguirán realizándose. El cambio marca no solo un giro corporativo, sino el cierre de un modelo cultural que acompañó a millones de personas en todo el mundo.
La decisión forma parte de una reestructuración impulsada por la fusión entre Paramount Global y Skydance Media y por la transformación profunda del consumo audiovisual. La música dejó de necesitar una pantalla fija y un horario determinado: hoy circula de manera fragmentada, inmediata y personalizada a través de plataformas digitales y servicios de streaming.

Lo que alguna vez fue el epicentro del descubrimiento musical colectivo fue absorbido por YouTube, TikTok, Spotify y otros espacios donde el público elige en tiempo real qué escuchar y qué mirar. En ese nuevo ecosistema, la televisión musical perdió centralidad. MTV quedó asociada, cada vez más, a la nostalgia de una experiencia compartida.
Más que un canal de TV
Durante décadas, MTV no fue solo un canal de televisión, sino una verdadera travesía cultural. Desde su lanzamiento en 1981, con el histórico primer video de Video Killed the Radio Star, de The Buggles, la señal redefinió la promoción musical y transformó al videoclip en una pieza artística y en un fenómeno global. Fue el espacio donde Michael Jackson estrenó Thriller, una obra que estableció un antes y un después en la historia del formato.
La pantalla de MTV también fue escenario de momentos que quedaron grabados en la memoria colectiva: conciertos benéficos como Live Aid, transmisiones en vivo que unieron a millones en un mismo tiempo y emoción, y la irrupción de movimientos que trascendieron géneros, desde el grunge de Nirvana hasta la electrónica que empezó a ganar lugar en la cultura popular.
Entre los formatos que definieron la identidad de la señal, MTV Unplugged ocupa un lugar singular. El ciclo propuso una intimidad inédita, alejándose del volumen y la distorsión para mostrar a los artistas en versiones acústicas y despojadas, desde internacionales hasta figuras representativas de cada país donde la señal estaba presente.
En ese marco, el Unplugged de Charly García, grabado en 1995, se convirtió en un hito para el rock argentino y en una de las obras más recordadas de su carrera. Algo similar con el “(un)plugged” de Soda Stereo, mezclando lo acústico con lo eléctrico.
Una idea que (hoy) parece simple
Para entender cómo MTV pasó de ser una idea improbable a un fenómeno cultural global (y por qué hoy ese ciclo llega a su fin) hay que hablar de Tom Freston, cofundador del canal junto a Bob Pittman y uno de los arquitectos intelectuales y estratégicos de MTV desde su nacimiento, en 1981.
Ejecutivo de medios y visionario del cruce entre música, imagen y juventud, fue también quien impulsó la expansión internacional de la señal y defendió una idea central: la música no solo se escucha, también se vive y se mira. Desde esa convicción, Freston fue testigo privilegiado tanto de la edad dorada del canal como de su posterior transformación.
En aquellos años, lo más difícil para Freston fue convencer a los operadores de cable de sumar MTV a sus grillas. “Nadie nos quería. Los operadores de cable no querían gastarse el dinero y los anunciantes pensaban que nadie lo vería”, recordó con franqueza.
Describió esos primeros meses como los de “una startup clásica”, con poco dinero y un equipo reducido, pero con una convicción inquebrantable. “Todo se trataba de convencer a la gente, pasar de un ‘no’ a un ‘sí’”. El punto de quiebre llegó con la célebre campaña I Want My MTV!, en la que grandes estrellas alentaban a los espectadores a exigir el canal a sus proveedores de cable.
De Estados Unidos al resto del mundo
Ese impulso inicial no tardó en expandirse más allá de las fronteras de Estados Unidos. MTV dio rápidamente el salto a Europa y luego a Latinoamérica, consolidándose como un fenómeno global. Freston recuerda que la señal fue adoptada en territorios muy distintos casi como un lenguaje universal: “Vi que los videos magnificarían el impacto de una canción si se hacían bien, y serían muy atractivos visualmente porque era un estilo totalmente nuevo”. La expansión no solo amplió audiencias, sino que también permitió la emergencia de escenas locales y dio visibilidad internacional a artistas de distintos países.

Otra de las decisiones estratégicas que definieron el ADN del canal fue hablar directamente con los artistas, y no únicamente con sus representantes. “Descubrimos que ir al artista era mejor que ir al manager”. Ese vínculo directo con figuras como David Bowie, Duran Duran o Culture Club no solo legitimó la propuesta cultural de MTV, sino que transformó a esos músicos en verdaderos embajadores de la señal. Según Freston, esa cercanía fue clave para que el público percibiera a MTV como parte de su vida cotidiana, y no como un canal más del cable.
La nueva era on demand
Sobre la imposibilidad de adaptar MTV a la era on demand, Freston sostiene que no fue por falta de visión, sino por las condiciones estructurales de la industria. “No es que no supiéramos lo que venía… pensé: ‘Wow, esto va a ser fácil’”, dijo al recordar los primeros intentos de trasladar la vasta colección de videoclips al entorno digital.

Sin embargo, la resistencia de las discográficas a licenciar contenidos para su uso online y el crecimiento acelerado de plataformas como YouTube -que se convirtieron en la principal forma de consumo musical- hicieron inviable replicar el modelo tradicional de MTV en internet. “Tenían la idea de controlar su propio destino… y no permitirnos replicar MTV digitalmente”.
Al hablar de lo que este cierre representa en lo personal, Freston combina melancolía con pragmatismo. Reconoce que el canal que fundaron ya no existe en su forma original: “Cuando quitaron las palabras ‘Music Television’ del logo, estaban diciendo: ‘No somos más música’”.
Para él, ese gesto simbolizó el desplazamiento de una visión cultural por una lógica de entretenimiento general. Aun así, sostiene que la marca MTV conserva valor y que podría reinventarse en el entorno digital si se la piensa como un curador humano frente al consumo algorítmico. “Podría volver de alguna forma, pero no soy yo quien lo va a liderar: es un negocio para gente joven”.
Ese espíritu colectivo de descubrimiento y asombro musical, que moldeó gustos, audiencias y trayectorias artísticas, se extingue con MTV. Queda el archivo y el legado de una era que cambió para siempre la forma de ver y escuchar música. Y, para muchos, el recuerdo de viejos VHS grabados con los videoclips de sus artistas favoritos.
