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A real pain. Fotos: Difusión
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Qué ver: Un dolor real, viajes y héroes sin trofeos

Matías Castro

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Protagonizada, escrita y dirigida por Jesse Eisenberg, esta historia de dos primos está construida con sutileza para plantear cuestionamientos universales

13 Junio de 2025 09.52

Los trailers de Un dolor real que se exhibían en cines, hace algunos meses, llamaban la atención. No por sus imágenes, que mostraban a Kieran Culkin y Jesse Eisenberg caminando por Europa, sino por las citas de críticos cinematográficos que se les sobreimprimían. "Kieran Culkin es una fuerza de naturaleza", decía una. "Un triunfo". "De esto se trata el cine, carajo" y "Jesse Eisenberg ejecuta una obra maestra".

Ahora, que la película se puede ver en Disney Plus, aparece una buena oportunidad para hablar de ella y de esas frases en tono superlativo. Dirigida, escrita y coprotagonizada por Eisenberg plantea reflexiones no solo sobre su tema, sino sobre el cine en general.

Dolor falso, dolor real

La historia es muy simple y sólida a la vez. Dos primos, Culkin y Eisenberg, se reúnen en el aeropuerto dispuestos a viajar a Polonia con el objetivo de sumarse a un tour sobre la experiencia judía en la Segunda Guerra y, finalmente, visitar la casa de su recientemente fallecida abuela. Desde el inicio notamos que hay algunas particularidades que podrían traer consecuencias, como que el personaje de Eisenberg parece extremadamente obsesivo y Culkin llega al aeropuerto muy, pero muy temprano, solo para estar rodeado por la gente que circula en el lugar.

El viaje, por supuesto, empieza a detonar emociones y traumas de un lado y del otro, al mismo tiempo que los protagonistas conviven con el pequeño grupo que hace el mismo tour. Desde el primer minuto, la banda de sonido está compuesta por piezas de Chopin. La delicadeza y armonía de la música ya irá marcando la pauta del tono de la narración. Podrá haber sorpresas, momentos fuertes y hasta algún exabrupto, pero siempre en un tono medido y justo, sin jugar a sacudir al espectador por los hombros.

¿Hay un dolor falso que se opone al real que menciona el título? Esa es la exploración de los personajes y lo que genera conflictos internos en el personaje de Culkin. Parte de la respuesta aparece en el origen de la película, cuando Eisenberg vio un aviso de tours por Auschwitz para nietos de sobrevivientes. 

"Ese aviso resumía todo lo que siento sobre ser la tercera generación de sobrevivientes", dijo en una entrevista con Rolling Stone. "No hay una buena forma de experimentar esto. No hay una forma perfecta de honrarlo y reverenciar la historia, porque todo lo que puedas hacer será en el contexto de un privilegio moderno"

A su vez, en ese contexto de privilegios, los personajes lidian con sus traumas. No en vano una de las variantes del afiche es un dibujo en el que el personaje de Eisenberg carga una mochila gigantesca y, encima de ella, al personaje de Culkin.

A real pain. Fotos: Difusión
A real pain. Fotos: Difusión

Por ser el más expresivo, el personaje de Culkin tiene un gran peso en la historia. Es el que remueve las aguas, el que cuestiona y también el incómodo. Es esa clase de persona que por momentos se vuelve entrañable y por momentos uno querría tenerlo lejos porque no hay modo de lidiar con sus problemas. Si su dolor actual, motivado por su vida contemporánea, es más real que el que vivió su abuela en los campos de concentración de Polonia es lo que está en cuestión. 

En definitiva, es lo que se plantean varios de los personajes, que hacen turismo de cicatrices. Un turismo necesario, por cierto, como para muchos de quienes son familiares de desaparecidos en Uruguay se vuelve necesario conocer los viejos centros de detención y tortura de la dictadura. Hay una idea bastante universal y que incluso escapa a esa clase de traumas históricos que abarcan países enteros, y es la de que con el dolor ajeno uno siempre es visitante, o turista, por más empatía que se tenga. Ese concepto es lo que literalmente se ve en pantalla y se refleja con cierta sabiduría de parte del actor, director y guionista.

Exageraciones

Eisenberg ya ha escrito cuatro obras de teatro y cinco películas, incluyendo esta. Tiene muy claras las reglas dramáticas y sabe qué teclas tocar, como el pianista que ejecuta las partituras de Chopin. Su película saca del centro el tema de la identidad del pueblo judío y su historia, aunque eso esté presente. El motivo del viaje de sus personajes es familiar, tiene que ver con su abuela, es íntimo y se resuelve del mismo modo (con un toque de humor). Y por eso, si se trasladaran los personajes a otro contexto, el viaje y los cuestionamientos es probable que los personajes tendrían un impacto similar sobre el espectador.

En ese sentido y en los temas que plantea, que van más allá de la identidad judía y son bastante universales, es una película que, con pocos elementos aparentes, remueve mucho más de lo que parece. Y por ese motivo, afirmaciones como "De esto se trata el cine, carajo" o "Un triunfo" son muestras de esnobismo crítico que fueron bien utilizadas para promocionarla.

El cine no se trata solo de la historia y la forma en la  que está realizada Un dolor real. De hecho el cine, así como las series, tienen maneras infinitas de ser brillantes. Ninguno de los dos medios se trata de una única cuestión o forma. Jesse Eisenberg muestra que, además de actuar, puede escribir un muy buen guion y filmar una película compacta, pero que no necesariamente lo suyo es un hecho triunfal. Porque no es necesario triunfar para entregar una buena obra.

Es cierto que a parte de la crítica le gusta lanzar, con toda seriedad, sentencias irrevocables antes que reflexionar a partir de ellas. Cuando esa crítica formula sus opiniones en frases cortas, o blurbs, como se les dice, las productoras de cine piden permiso para usarlas de forma promocional. Lo curioso, en este caso, es que una película minimalista haya sido acompañada por comentarios tan grandilocuentes. 

A real pain. Fotos: Difusión
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Héroes sin trofeos

Un dolor real es una historia de viajes, un viejo formato de historias que se remite a los arquetipos de la Odisea. La gran diferencia es que aquí la aventura tiene como antagonistas a los propios sentimientos de los protagonistas, con los que luchan constantemente. 

Hay muchos aspectos por los que esta película hace pensar en producciones uruguayas. La resolución, en su simpleza y optimismo, tiene algo que recuerda a la de El cuarto de Leo. La escala de su producción y la solidez de su guion podrían recordar a las de Whisky e incluso a las de El viaje hacia el mar, ambas sobre viajes. 

Eisenberg no solo juega con un minimalismo cálido, sino que es astuto en su guion. Sabe, como cualquier buen guionista de cine y libretista de teatro, cuáles son los puntos que se deben cumplir en el arquetipo narrativo llamado "el viaje del héroe". Este arquetipo es un esquema de historias que fue definido por el académico estadounidense Joseph Campbell en base a estudios de mitología comparada tamizada por el sicoanálisis. 

Star Wars Una nueva esperanza es el mayor ejemplo, pero también lo son buena parte de las películas de Disney y Pixar. Una vez que se conocen los puntos que se atraviesan en el viaje del héroe, las narrativas pueden ser predecibles y frías si el esquema se aplica como fórmula.

El actor y director evita varios de los elementos comunes de ese esquema, a otros los cambia de lugar y a algunos les baja la intensidad. El final, en el viaje del héroe, suele implicar que el protagonista regresa a su tierra con un tesoro, que puede ser material o inmaterial. 

En esta película, es el espectador quien llega al final con conocimientos y preguntas, que valen como tesoros. Y, con acierto, el director, guionista y protagonista solo nos deja intuir qué cambio pueden haber atravesado. Pero esa elaboración será cosa de nosotros, posterior a la película. Cuando una obra queda dando vueltas en la cabeza es que valió la pena haberla rescatado de la marea de estrenos para dedicarle noventa minutos de atención.

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