Por qué las pymes lideradas por mujeres tienen menos probabilidades de estar activas
Por el Día Internacional de la Mujer Emprendedora, seis protagonistas analizan desafíos y oportunidades para impulsar el sector. Cuáles son las barreras que limitan el desarrollo de emprendimientos comandados por mujeres. El impacto de la pandemia.

Cuando todavía estaba en el colegio, Andrea Alsina tuvo su primer y tímido acercamiento al mundo emprendedor: hacía moños para atar el cabello, que comercializaba en un local de Lomas de Zamora, en la provincia de Buenos Aires. Eran tiempos de convertibilidad, de modo que, por entonces, vendió 1.000 unidades, cada una a razón de $/US$ 1, y reunió US$ 1.000. Pero, más allá de esta aventura adolescente, para dedicarse de lleno a su negocio propio tuvo que correr algo de agua bajo el puente. Se licenció en Comercio Internacional, se graduó con un MBA en Ucema, trabajó durante varios años en el área de auditoría del entonces Banco Boston, y recorrió la región. Hasta que decidió que era momento de salir de la zona de confort y de volver a las fuentes. De emprender

En 2003 comenzó a darle forma a Anchus, una firma dedicada al diseño y comercialización de indumentaria infantil. Abrió las puertas de su primer local en 2011 y hoy cuenta con cuatro puntos de venta exclusivos ubicados en los centros más comerciales de la zona sur de la provincia de Buenos Aires, llegada a través de mayoristas a 20 provincias y opera una tienda online que funciona con envíos a todo el país.

Alsina es una de las tantas mujeres que eligen comandar su propia empresa. Se estima que hay cerca de 274 millones de emprendedoras involucradas en startups o negocios de etapa temprana de desarrollo, además de 139 millones de propietarias o gestoras de empresas establecidas y 144 millones de inversoras informales a nivel mundial, de acuerdo al reporte Women's Entrepreneurship 2020/21, elaborado por el Global Entrepreneurship Monitor (GEM).

“Gracias al trabajo sostenido en el tiempo entre las organizaciones del tercer sector, el sector privado y los gobiernos en sus diferentes niveles hemos tenido un nuestro país un gran avance en la cantidad y calidad de los emprendimientos liderados por mujeres”, evalúa Cecilia Ribecco, consultora en Innovación y Diversidad y Vicepresidente de ASEA, Asociación de Emprendedores de Argentina, además de una de las impulsoras en la Argentina del  Women's Entrepreneurship Day (WED), una organización sin fines de lucro que nació en 2013 en Estados Unidos que estableció al 19 de noviembre como el Día Internacional de la Mujer Emprendedora.  

María Cecilia Ribecco.

El informe del GEM, producido a partir de un relevamiento entre 43 países, da cuenta de los siguientes datos que permiten obtener una fotografía del sector: la Tasa de Actividad Emprendedora (TEA, referida a emprendimientos en etapa inicial comandados por personas de entre 18 y 64 años) para mujeres es del 11%, lo que representa casi la mitad de todos los emprendimientos activos en el mundo. En tanto, hoy, las mujeres emprendedoras representan cerca de uno de cada tres emprendimientos activos orientados al crecimiento.

A nivel global, el 30,2% de las emprendedoras esperan contratar a seis o más empleados en los próximos cinco años en comparación con solo el 18,7% en el informe de 2019. Pero, el porcentaje de hombres que esperan hacerlo en ese mismo lapso es del 48%.

"Ha habido un cambio lento en la narrativa sobre el espíritu empresarial de las mujeres de alentar a un gran número de nuevas empresas a centrarse más en promover actividades de mayor crecimiento", analiza Amanda Elam, investigadora de GEM, investigadora del Instituto Internacional de Investigación Diana de Babson College y coautora del informe. 

“Las mujeres vivimos reinventándonos, generando con el imaginario qué hacer de novedoso; entendemos que de ese modo saldremos de los límites que nos pone el sistema, en lo laboral, como en el desarrollo pyme. La mirada es siempre '¿Qué hacemos?'. Eso nos empuja a volver a comenzar”, comparte Adriana Rodríguez, fundadora de Almaluz, un sello editorial que abarca temáticas en Ciencias Sociales, Geopolítica, Literatura, Infantil y Autoayuda, y presidenta de la Mesa Nacional de Mujeres Argentinas por las Pyme.

El relevamiento del GEM  da cuenta de que el espíritu empresarial de las mujeres se articula como un factor clave de promoción del crecimiento económico inclusivo en las economías en desarrollo. En los países de ingresos bajos y medios, el 17% de las mujeres son emprendedoras y el 35% aspira a hacerlo. En conjunto, esto implica que más de la mitad de las mujeres en los países en desarrollo ven el espíritu empresarial como un camino hacia un futuro mejor.

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“A pesar de todo, la situación que viven las mujeres emprendedoras en la Argentina es optimista; si bien estamos en medio de una crisis aún causada por la pandemia y afectados por las variables de la macroeconomía, que no favorecen al desarrollo de emprendimientos, muchas mujeres encontraron en esta actividad una forma de sustento luego de perder su trabajo, o complementar ingresos del hogar; para otras fue un punto de partida para hacer lo que soñaban y para quienes ya venían emprendiendo una oportunidad de implementar nuevas herramientas y crecer”, dice Ribecco. 

El punto es compartido por Cintia González Oviedo, directora y fundadora de la firma de consultoría Bridge The Gap: “El emprendedurismo es una salida frecuente de muchas mujeres que no pueden conciliar las tareas de cuidado con una jornada laboral extensa, y por ende han recurrido, ya sea como actividad secundaria o como única actividad, a emprender como una salida laboral”. 

Al buscar nuevas alternativas que le permitieran conciliar la vida laboral con la familiar, fue que en paralelo a su empleo en relación de dependencia, Alsina comenzó a vender ropa en locales multimarca, dando así los primeros pasos de Anchus. “Vi un nicho dentro de ese mercado que no estaba siendo explotado: crear una empresa que logre satisfacer todas las necesidades de los clientes con una amplia gama de productos”.

En ese momento, tuvo que enfrentarse a sus propios miedos. Renunciar a la estabilidad y a la rutina del trabajo en relación de dependencia fue una decisión difícil, pero gracias a su formación, a la experiencia adquirida y, sobre todo, al apoyo de su familia, pudo comenzar a imaginar y planificar su negocio.

También María Agustina Barbero, fundadora de Azore + Vida, un emprendimiento de regalos sustentables que surgió con el fin de generar conciencia ecológica, decidió emprender porque buscaba ser “su propia jefa”. Su primera hija nació con Síndrome de Down, requería una atención especial y Barbero necesitaba manejar sus tiempos. 

Karina y Agustina Barbero, al frente de Azore + Vida.

“Hay un imaginario que no coincide con el estereotipo de emprendedora. Hay diferentes tipos de emprendimientos, que van, por ejemplo, desde la venta de productos artesanales hasta negocios de mayor complejidad. Muchas economías miden el nivel de complejización de los emprendimientos para ver si son escalables, es decir, negocios que van a construir o son paliativos económicos  para solventar las economías domésticas. Hay diferentes tipos de emprendedorismo que me gustaría segmentar y, en la Argentina, el emprendedurismo femenino sigue siendo de baja complejidad”, analiza González.

El impacto de la pandemia

La pandemia tuvo un impacto enorme en mujeres emprendedoras debido a la combinación de la vulnerabilidad de las pequeñas empresas, el efecto sobre el sector de la industria pesada y la carga adicional de cuidados familiares, más allá de las demandas laborales. Los datos del GEM muestran que las mujeres fueron impactadas más profundamente por la pandemia que sus pares masculinos.

La dificultad para conciliar un equilibrio entre la vida laboral y personal durante las situaciones de confinamiento social afectó desproporcionadamente a las mujeres: el 23% de las dueñas de pymes reportó pasar seis o más horas por día en tareas domésticas y cuidado, en relación con el 11% de los hombres

El año pasado, la consultora Grow Género y Trabajo realizó una encuesta sobre el uso del tiempo en contexto de COVID-19 y encontró que, sobre una distribución de tareas en 24 horas, los varones duermen una hora más por día que las mujeres, dedican cerca de una hora y media más al trabajo remunerado (4,2 horas las mujeres frente a 5,6 los hombres) y realizan casi una hora más de actividades destinadas al ocio y al entretenimiento

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Las mujeres, en tanto, dedican casi dos horas por día más que los varones al cuidado de los hijos, cerca de una hora más a acompañarlos en sus tareas escolares y casi una hora más que los varones a cocinar, limpiar y desinfectar.  

En total, las mujeres destinan unas 10,4 horas por día a las tareas de cuidado y domésticas no remuneradas, mientras que los varones, 7. La misma diferencia (unas 3,5 horas diarias) se encontró en la encuesta sobre trabajo no remunerado y uso del tiempo, del Indec. En hogares con menores de 12 años, las horas de cuidado llegan a 13 en el caso de las mujeres y a 9,7 para los hombres. 

Bridge The Gap también abordó el tema, a través de un relevamiento que realizó junto a Bumeran en seis países de América latina, con una base de 8000 hogares (2500 en la Argentina). La ruptura de lo que era el sostén logístico, como las escuelas, el servicio doméstico y las niñeras, hizo que esa logística armada recayera más en las mujeres. Recordemos que hay tres horas de diferencia en el tiempo que las mujeres y hombres dedican a las tareas de cuidado y esto incide en la dedicación laboral. De hecho, de acuerdo al estudio, el 62,4% de las madres vieron afectada su productividad durante la cuarentena.

Cintia González Oviedo, directora y fundadora de Bridge the Gap.

“Las mujeres ocupamos tres veces más nuestro tiempo en las tareas de cuidado de otros/as y en tareas domésticas; es decir, por lo general estamos al cuidado de menores, personas con discapacidad y adultos mayores. Esto siempre fue el centro de la desigualdad de género en términos económicos y de inserción/deserción laboral, por una cuestión de cómo está organizada la sociedad y los roles estereotipados de género. Es algo en lo que se viene trabajando y poniendo en la agenda pública de cómo las tareas de cuidado y domésticos inciden en la economía de los países. La Argentina es uno de los pocos países que tiene medido el PBI de la economía del cuidado en un 16%”, comparte González Oviedo.

Según el Reporte global sobre el estado de las Pequeñas Empresas publicado por Meta, los negocios liderados por mujeres en la Argentina tienen 10% menos de probabilidades de estar operativos o participar en actividades generadoras de ingreso que los dirigidos por hombres.

A abril de 2021, un 78% de las pymes argentinas dirigidas por mujeres se encontraban operativas -la misma cifra que en julio de 2020, con la pandemia en su punto más fuerte- lo que representa un retroceso respecto a octubre, donde el 86% de estas empresas participaban de actividades generadoras de ingreso, de acuerdo al informe de Meta.

“Claramente, hay también emprendedoras en rubros muy afectados y que perdieron mucho dinero o tuvieron que cerrar, para ellas es necesario que se implementen más políticas de apoyo, en la mayor parte de los casos las emprendedoras que cierran sus negocios vuelven a desarrollar luego otros negocios si se les brinda acompañamiento”, dice Ribecco.

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A nivel global, el 55% de estas pymes en la app de Facebook tuvieron menores ventas en marzo de 2021 que en el mismo período del 2020, cuatro puntos más que aquellas dirigidas por hombres.

El 83% de las pymes en la app de Facebook informaron que continúan operativas o participando en actividades generadoras de ingresos, un número que refleja que muchas encontraron la manera de mantenerse a flote a través de las herramientas y plataformas online.

Acceso al capital

Una de las trabas que limita el crecimiento de emprendimientos liderados por mujeres tiene que ver con la falta de acceso al capital. “La falta de financiamiento y crédito hace que una pyme no pueda crecer; un país sin crédito no tiene futuro, por lo pronto es otro tema que me preocupa y nos preocupa a las mujeres pyme”, dice Rodríguez.

De acuerdo al informe Género y acceso al financiamiento empresario en Argentina, elaborado por el BID en mayo de 2020, hay una brecha importante en el acceso a crédito entre mujeres y hombres empresarios: solo el 20,5% de las empresas lideradas por mujeres utiliza créditos bancarios para financiar su inversión, frente a 42,9% en el caso de los hombres, siendo la brecha aún mayor en el caso de las pequeñas y  medianas empresas. Se estima que en la Argentina el 17% de las empresas lideradas por hombres están restringidas financieramente, frente a 60% en el caso de las lideradas por mujeres.

Los resultados sugieren que las diferencias se deben principalmente a cómo funciona el mercado de crédito.

El año pasado, el sector de Mujeres Empresarias de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) realizó un relevamiento a 309 empresas pymes. La encuesta abarcó a 21 distritos incluyendo a la Ciudad de Buenos Aires. Se llevó adelante con el propósito de conocer, desde una perspectiva de género, el nivel de acceso al financiamiento, así como también las ventajas y desventajas al momento de solicitarlo

El 35,6% de las mujeres nota alguna desventaja al momento de solicitar un crédito. Al indagar sobre los principales obstáculos encontrados, el 36,7% comentó que los requisitos son demasiado exigentes, principalmente, por no contar con las garantías requeridas (19,2%) y por la falta de antigüedad o antecedentes de su empresa (17,2%)

Hay un 16,4% que desconoce los programas con los que las pymes pueden recibir asistencia y /o financiamiento, y otro 16,4% tiene inconvenientes para presentar la documentación legal/impositiva debido a la complejidad.

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Para Ribecco, en pos de potenciar el sector emprendedor, es clave impulsar en todo el país medidas de financiamiento. “Es muy difícil comenzar con ahorros, también lo es crecer sin apoyo del crédito y aún hoy para muchas emprendedoras es muy difícil acceder a los servicios que ofrecen los bancos porque no cuentan con historial crediticio o no se encuentran formalizadas. En nuestro país y en el mundo las mujeres son mejores pagadoras que los hombres, ahí hay una gran oportunidad de acelerar el crecimiento de la actividad emprendedora”.

Las redes sociales y la transformación digital

La implementación de herramientas tecnológicas en el emprendimiento para vender online principalmente y el uso de las redes sociales como canal de ventas directo aún es un desafío en muchos casos. Vivimos un contexto en donde se transformó el consumo haciendo uso de la tecnología, las redes sociales son imprescindibles para que las mujeres que emprenden den visibilidad a sus productos y servicios, lleguen a más lugares, posicionar sus marcas y aumenten sus ventas a través de canales digitales. 

Facebook e Instragram, por caso, son dos redes sociales utilizadas por Eugenia Oriozabala, creadora de Coqueteadores, un emprendimiento en el que crea y diseña objetos. En 2010, Oriozabala renunció a su trabajo como publicista y comenzó un viaje alrededor del mundo. Durante 365 días conoció más de 20 países. Sin embargo, decidió volver a la Argentina cuando estaba frente a la Muralla China y había perdido capacidad de asombro, recuerda.

Eugenia Oriozabala, fundadora de Coqueteadores.

Tener presencia en redes es el camino para potenciar el emprendimiento y generar ventas online a través de una tienda propia o a través de un marketplace como espacios de venta digital relevantes, el marketing digital tiene una incidencia importante en la construcción de las relaciones de valor con los clientes, es importante que las emprendedoras proyecten la estrategia del negocio teniendo en cuenta el contexto y los canales que hoy utilizan los consumidores”, dice Ribecco.

Así lo entendió Anchus que, luego de abrir locales y expandirse en el canal mayorista, decidió impulsar su vínculo con el e-commerce y hace de sus redes sociales un canal de comunicación clave. “Consideramos las redes sociales como un canal de comunicación fundamental para nuestro negocio, un espacio de contacto directo con el usuario que a diferencia de otros, nos da la posibilidad de tener una imagen de marca que potencia los otros canales y por ende las ventas. Hoy es uno de los canales de comunicación con mayor llegada e interacción con nuestro público final”, suma Alsina.

Qué hace falta para sumar unicornios

En América Latina existen cerca de 24.000 startups y 34 unicornios, es decir, empresas de base tecnológica en etapa temprana de desarrollo que alcanzan una valuación de mercado de US$ 1.000 millones, de acuerdo al informe Latin American Landscape, presentado por Sling Hub en septiembre de 2021. Este año, varios emprendimientos comandados por argentinos, como Ualá, Tiendanube, Vercel y Mural, alcanzaron esa categoría. Todos ellos, liderados por hombres. 

¿Por qué, a pesar de que cada vez hay mayor participación de mujeres en el ecosistema emprendedor, todavía es una extrañeza encontrarlas entre startups de alto impacto?

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Existen varios factores que condicionan a las emprendedoras y sus negocios a la hora de recibir inversión. Uno de los puntos a analizar es la baja participación de las mujeres en el desarrollo de emprendimientos de base tecnológica. “Esto se relaciona con la menor cantidad de mujeres liderando proyectos en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y la matemática; actualmente menos del 40% de las mujeres integran ese universo", dice Ribecco. 

El Estudio de la Industria de Capital Privado, Emprendedor y Semilla en Argentina, presentado por La Asociación Argentina de Capital Privado, Emprendedor y Semilla (ARCAP) en colaboración con Microsoft, muestra una fotografía de cómo están los emprendimientos invertidos durante el primer semestre de 2021 en términos de diversidad de género. Solo el 6,1% de las startups que recibieron financiamiento el primer semestre de 2021 tienen una CEO mujer. Este número está por debajo del primer semestre 2020 (8,6%) y también es menor al promedio de la participación de mujeres que se vio entre 2016 y 2020. Asimismo, la proporción de emprendimientos financiados en ese período con fundadoras mujeres (11,3%) fue menor a la del primer semestre 2020 (13,8%), pero mayor a las proporciones que se vieron entre 2016 y 2019. 

"Otro de los puntos a tener en cuenta es que aún los sesgos inconscientes y de género operan en contra de las oportunidades a la hora de pensar en la inversión en equipos liderados por mujeres o diversos, esta mirada está cambiando pero conlleva un trabajo progresivo en donde también es necesario el aumento de la participación de las mujeres en estos espacios”, agrega Ribecco.

Por otro lado, remarca González Oviedo, están los obstáculos del mindset: en cómo los estereotipos de género y la forma en que somos socializadas hace que haya muchos desafíos en términos de habilidades para la negociación, de poner precio a tu trabajo, de armar propuestas de valor y, sobre todo, de tener un mindset de negocios donde tradicionalmente, por cuestiones de estereotipos, no estamos seteadas para lo productivo. “Incluso, las mujeres que nos hemos formado y tenemos ese mindset más desarrollado también encontramos dificultades en la recepción de nuestras propuestas de negociación que son afectadas por nuestro género. Muchas veces no se aceptan las mismas condiciones en una mujer que en un hombre al momento de querer negociar, entonces el género sí afecta”.

Andrea Alsina, fundadora de Anchus.

Alsina, en tanto, sostiene: "Las mujeres tenemos naturalmente espíritu emprendedor e iniciativa para la autogestión. Lamentablemente, la mayoría de los emprendimientos liderados por mujeres son más pequeños proyectos que empresas a gran escala o con más volumen / capacidad productiva. Creo que tiene que ver más con el famoso 'techo de cristal' con el que todavía nos enfrentamos las mujeres al momento de querer hacer crecer un emprendimiento y con la falta de políticas públicas claras que contemplen cuestiones de género; más que con la posibilidad de desarrollo de las ideas, que en el país tenemos gran capacidad para proyectos innovadores y creativos".

En la actualidad, atravesamos un presente VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo), disruptivo y de innovación. "Hay más posibilidades de tener éxito con una propuesta de valor única que con una propuesta de valor tradicional. Es un buen momento para romper estereotipos y para animarse a destacarse, animarse a  tener alto perfil, que es otra cuestión que está mal vista en términos de género por  las mujeres. Es el momento de apoyarnos, apoyar la visibilización de las mujeres,  de otras emprendedoras pero con propuestas de valor que salgan de la norma”, concluye González Oviedo.