La vulnerabilidad del líder: el costo invisible del éxito
El liderazgo moderno exige resultados constantes, adaptabilidad y visión estratégica. Sin embargo, pocos hablan del precio emocional que eso implica.

Santiago Bras Harriott coach ejecutivo y fundador de Coaching Argentina

En los últimos años he acompañado a decenas de directores, CEOs y gerentes generales. Todos tienen algo en común: están exhaustos, aunque casi nadie lo note. La imagen del líder invencible, siempre en control y con respuestas para todo, sigue siendo un mandato silencioso que se paga caro: estrés crónico, insomnio, problemas de salud mental y, en muchos casos, una desconexión profunda con su vida personal.

El liderazgo moderno exige resultados constantes, adaptabilidad y visión estratégica. Sin embargo, pocos hablan del precio emocional que eso implica. Un estudio de Harvard Business Review reveló que más del 50% de los líderes siente que su trabajo impacta negativamente en su bienestar emocional, pero solo un 20% se anima a pedir ayuda. ¿Por qué? Porque la vulnerabilidad aún se percibe como debilidad en demasiadas organizaciones.

Mi experiencia en carne propia

Recuerdo claramente un almuerzo con un director general de la industria minera. Después de dos horas de conversación sobre estrategias, resultados y objetivos, me miró fijo y me dijo:

"Santi, ¿sabés lo que más me pesa? Llegar a casa y no poder decirle a mi familia que estoy cansado, porque siento que tengo que ser fuerte todo el tiempo. Hasta mis hijos me ven como el que siempre puede".

Ese día confirmé lo que ya intuía: muchos líderes están solos en su lucha interna. Como coach, mi rol no es solo ayudarlos a gestionar equipos, sino también a permitirse ser humanos. A veces, la mayor transformación ocurre cuando un líder se da permiso para decir: "No puedo más, necesito ayuda".

¿Qué pueden hacer las empresas?

1. Normalizar el diálogo sobre salud mental: cuando el CEO comparte abiertamente sus desafíos, crea un efecto cascada que habilita a otros.

2. Programas de bienestar reales, no cosméticos: espacios de coaching, mentorías y acompañamiento psicológico que sean confidenciales y accesibles.

3. Revisar las expectativas culturales: premiar solo la hiperproductividad perpetúa la presión; reconocer el autocuidado como parte del éxito, la transforma.

Liderar no es cargar con todo, sino guiar con propósito. Y para eso, necesitamos líderes que se animen a ser vulnerables. Mostrar humanidad no debilita: fortalece, inspira y conecta. Como siempre digo en mis procesos: "La máscara del invencible puede impresionar, pero la sinceridad del humano es la que transforma".