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Una forma sencilla de mejorar la concentración cuando estás estresado, según un psicólogo

Mark Travers Psicólogo estadounidense egresado de la Universidad de Cornell y la Universidad de Colorado Boulder.

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Lejos de las recetas forzadas de productividad, una práctica diaria de pocos minutos mostró efectos positivos en la atención sostenida y la actividad cerebral.

27 Agosto de 2025 17.30

¿Alguna vez sentiste que tu cabeza no para y que cuanto más intentás enfocarte, más te estresás? Si te pasa, quedate tranquilo: no sos el único. Hoy cuesta mucho mantener la concentración. Y lo más complicado es que varias de las estrategias que prometen ayudarte a enfocarte terminan generando más ansiedad.

Un estudio de 2019 publicado en Nature Communications mostró que la forma en que hoy se produce y se consume información acelera ese desgaste. Con noticias que llegan al celular cada segundo y redes sociales que amplifican las emociones en tiempo real, nuestra atención quedó partida en mil pedazos y cada vez dura menos.

Hoy, los temas de moda aparecen y desaparecen más rápido que nunca. Pasa porque nuestra atención, limitada y cada vez más exigida, se dispersa en mil direcciones al mismo tiempo. Eso nos empuja a ciclos de concentración cada vez más cortos.

Una forma que demostró ser útil para frenar esa dispersión es la meditación consciente. Un estudio de 2025 analizó cómo influye tanto en la atención como en la activación fisiológica. Los investigadores midieron la actividad de las ondas cerebrales alfa a través de electroencefalogramas (EEG) y también observaron los niveles de conductancia de la piel (SCL), un indicador de activación.

Los participantes hicieron sesiones de meditación de atención plena y las compararon con momentos de reposo. Además, el estudio analizó si practicar meditación con frecuencia generaba cambios en esas mediciones con el paso del tiempo.

El objetivo del estudio fue entender si los efectos de la atención plena se explican más por procesos de atención o por cambios en la activación, usando una combinación de marcadores neuronales y fisiológicos.

A continuación, te comparto tres hallazgos del estudio de 2025 que muestran cómo la meditación de atención plena puede ayudarte a recuperar la concentración:

1. Entrená al cerebro para desconectarse de las distracciones

Cuando las interrupciones no dan respiro —un ruido del celular, una notificación de Slack o un reel de Instagram que se reproduce solo cuando apenas querías leer un mensaje—, no solo te sacan tiempo. También te sacan energía.

Cada vez que algo te interrumpe, tu cerebro tiene que dejar lo que estaba haciendo y esforzarse el doble para volver a enfocarse. Ese cambio constante de tarea genera lo que se llama residuo de atención: una parte de tu mente queda pegada a la última distracción.

Con el correr de las horas, estos pequeños desvíos se acumulan. Y aunque sientas que no hiciste mucho, terminás agotado. Cuanto más intentás bloquear esas interrupciones, más se dispersa tu atención. Ahí entra la meditación de atención plena. Esta práctica ayuda a entrenar al cerebro para que responda de otra manera ante los estímulos externos.

En el estudio de 2025, los investigadores vieron que, mientras meditaban, los participantes mostraban una caída en la amplitud de las ondas alfa. Estas ondas están vinculadas con la mente que divaga y la facilidad para distraerse. Por eso, una disminución indica que el cerebro logra entrar en un estado más estable y enfocado. En palabras sencillas, tu cabeza se vuelve menos dispersa y logra enfocarse en el presente. El cerebro deja de reaccionar ante cualquier estímulo y empieza a filtrar lo que realmente importa.

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Al meditar, se reduce la amplitud de las ondas alfa, por lo que el cerebro logra entrar en un estado más estable y enfocado.

 

La meditación de atención plena entrena al sistema de atención para que no responda de manera automática a cada señal que aparece. Puede ser una notificación que salta justo en el peor momento. Pero en vez de que tu atención se vaya detrás de ella, tu cerebro la registra y sigue adelante. Aprendés a distinguir qué pensamiento merece atención inmediata y cuál puede esperar.

2. Mejorá la concentración sin generarte más estrés

Muchas veces, cuando querés enfocarte, terminás más estresado que antes. Intentás sacar de la cabeza cualquier pensamiento que te distraiga y, sin darte cuenta, te obsesionás con eso mismo. Para evitarlo, hay quienes recurren a estrategias de productividad: cronometrar tareas, hacer sprints de trabajo largos o llevar un control minucioso de lo que hacen. Aunque puedan parecer útiles, estos métodos pueden ser más una carga que una ayuda si no se usan con cuidado.

Cuanto más pendiente estás de que tenés que concentrarte, más presión te generás. Y si te salís un poco del plan, sentís que fallaste. Muchas veces, el estrés por "seguir el rumbo" es más fuerte que el de la tarea que tenías que hacer.

Lo que necesitás, en realidad, es un estado en el que tu atención se afine de manera natural, sin esa tensión encima. Eso fue justamente lo que encontraron los investigadores en el estudio de 2025. Durante un ejercicio de respiración consciente, el cerebro mostró más actividad en zonas ligadas a la atención sostenida, pero al mismo tiempo el cuerpo redujo su nivel de activación fisiológica. Ese doble efecto es clave: la concentración aumentó sin disparar el estrés, algo que suele pasar cuando tratás de forzar el foco.

En resumen, la meditación ayudó a los participantes a mantenerse atentos sin caer en esa exigencia mental constante que generan las técnicas más estrictas de productividad. El cerebro aprende a concentrarse solo, sin necesidad de controlar cada pensamiento al detalle.

3. Con práctica constante, el cerebro encuentra un equilibrio

Ya lo sabés: repetir y mantener la constancia da resultados en casi todo. Y con la meditación consciente pasa lo mismo. El estudio de 2025 lo dejó claro. Los investigadores vieron que quienes practicaron 15 minutos diarios de meditación durante seis semanas mostraron cambios en la actividad cerebral vinculados a la atención sostenida.

Con el tiempo, esa práctica repetida entrenó la mente para mantenerse enfocada sin esfuerzo. Eso demuestra que la concentración también se trabaja. Y no hace falta que sea a los golpes. Se puede fortalecer desde un lugar mucho más suave y sostenido.

hombre, escribiendo, computadora portátil
La meditación consciente demuestra que la concentración también se trabaja.

 

Incluso sesiones cortas pueden tener impacto. Lo importante es la regularidad. Unos minutos por día alcanzan para que, con el tiempo, tu atención gane fuerza de forma natural. En lugar de exigirte con largas sesiones o recargarte de trucos de productividad, probá con algo simple: meditaciones breves, todos los días. Vas a ver que tu cabeza te lo va a agradecer.

Volvé tu atención al presente

A esta altura, el consejo de meditar puede sonar gastado. Se repite tanto en el mundo de la salud mental que a veces parece un lugar común sin peso real.

Para muchos, escuchar "solo meditá" suena frustrante. Incluso despectivo. Como si fuera un consejo vacío, imposible de aplicar en medio del caos diario. Pero lo cierto es que, muchas veces, las herramientas más simples —y que requieren paciencia— son las que más cambian las cosas.

Ya sabés cómo influye vivir rodeado de pantallas en tu capacidad de atención. Por eso es clave entender que mejorar la concentración no es solo para trabajar mejor. Es aprender a dirigir la atención en todos los momentos de la vida, no solo frente a la compu o en una reunión.

Estar presente puede ser tan simple como notar los detalles que hacen que todo valga la pena: el calor de una charla sincera o el gusto de una comida que te encanta. Cuando tu cabeza deja de saltar de una distracción a otra y se conecta con lo que está pasando ahora, empezás a vivir con más claridad. Y esa claridad te lleva a poner el foco donde realmente importa.

Vivir así te permite disfrutar la vida mientras pasa, no cuando ya se fue. Porque cuando te das cuenta de lo que valía un momento, muchas veces ya es tarde. Solo queda esa sensación de haberlo dejado pasar sin notarlo.

Desarrollar esta forma de atención te ayuda a estar, sentir y vivir lo que tenés adelante. Porque lo único que realmente tenemos es eso: el ahora.

*Con información de Forbes US.

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