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Quiénes son los argentinos que fundaron Cryptogranjas y convierten desechos del campo en bitcoins

Agustín Jamele

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Cryptogranjas es una empresa argentina que busca darle una solución a la contaminación generada por la minería de criptomoneda. El proyecto implica la instalación de biodigestores para transformar desechos de la industria primaria en energía limpia para minar bitcoins.

15 Junio de 2022 17.14

El mercado de las criptomonedas, con bitcoin a la cabeza, genera grandes polémicas. Ya sea por la volatilidad de sus precios o por algunas empresas que incumplen con sus operaciones, la controversia suele estar presente en la industria

En ese marco, una de las discusiones más frecuentes es la contaminación que genera la minería de bitcoins. Para poder generar la criptomoneda se necesita un gran poder de cómputo. Y, por lo tanto, mucha energía. De hecho, un laboratorio de la Universidad de Cambridge estimó que la red de bitcoin consume más energía anualmente que un país del tamaño de la Argentina.

 

 

Casualmente, o no tanto, es en la Argentina donde se está desarrollando una de las alternativas más destacadas para resolver esta problemática. Cryptogranjas es una empresa que ideó un modelo para transformar los desechos en energía, y la energía en bitcoins

“Nos definimos como una startup agrotecno porque unimos la parte agroindustrial con la economía digital”, explica José Sarasola, CEO de Cryptogranjas, a Forbes Argentina. Y agrega:  “El objetivo es transformar los desechos de la industria primaria, ya sea proveniente de frigoríficos, fábricas industriales de alimento, tambos o desechos de criaderos intensivos de cerdos o pollos, que son tóxicos, un problema para el productor y contaminantes para el medio ambiente”. 


-¿Cómo es el sistema?

-En algunos lugares no se tratan los desechos de la industria primaria y se tiran a una fuente de agua potable o a la tierra. Lo que hacemos es crear un sistema (a través de varios actores que participan) en el cual recolectamos esos desperdicios que se almacenan en un biodigestor donde se genera gas. Luego, se convierte en electricidad que se usa para conectar a los mineros y se empieza a generar bitcoins

 

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-¿Dónde se pueden instalar estos biodigestores?

-Nosotros generamos la posibilidad de que se pongan en cualquier lugar del mundo. Es una tecnología que tiene más de 150 años. De hecho ya se hablaba de esto con el gas de los pantanos porque ahí se genera gas metano. Muchas veces dicen que es un gas de mala calidad pero con la tecnología, los procesos y los profesionales que hay hoy en día, se consigue una gran mejora.

-¿Cómo es la situación en la Argentina?

-Hay veinte plantas de biogas nada más. No se hicieron más porque no hay incentivos económicos para implementar este sistema. A nivel mundial, en países desarrollados los residuos son un costo porque es el productor quien los debe pagar. Pero en la Argentina no porque el “uso y costumbre” es tirarlo en un campo cercano. Bueno, nosotros queremos dar una solución a eso y poder generar un valor. 

 

 

-¿Ustedes cómo llegan a la minería de criptomonedas?

-Arrancamos en 2017. Más que nada como hobbie o un proyecto chico. Los años posteriores fueron de minería a baja escala pero a finales del 2020 arrancamos con una empresa importante del mundo de las importaciones. Ahí logramos armar granjas de forma más rápida y a mejores costos. Empezamos a construir criptogranjas con distintos socios y empezamos a armarlas en distintas partes del país con energía convencional.

-¿En qué partes del país? 

-Una en Salta y estamos armando una en Corrientes y otra en Trenque Lauquen. Pero nos dimos cuenta que la contaminación provocada por la minería de bitcoin era un debate público en todo el mundo. Y en la Argentina, si bien es cierto que la energía es más barata, también es escasa. Si bien hay buena producción no hay distribución. El tendido eléctrico es malo y no está bien armado. Eso provoca que sea más difícil el acceso a la energía. Fue en ese momento que nos pusimos a trabajar en distintas formas de darle una vuelta de tuerca. 

-¿Qué desafíos encontraron?

-El problema es que las empresas de minería, como ocurre con la mayor parte de las compañías, buscan la rentabilidad y eso prima sobre la conciencia social. No hay incentivos para desembolsar sumas considerables para generar energía renovable y más limpia. Nosotros analizamos la energía eólica, solar y varias más. Luego de ese proceso nos dimos cuenta que la clave está en transformar un problema en soluciones. En ese sentido los biodigestores resuelven un problema. 

 

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Biocryptogranja

 

-¿Cuánto cuesta instalar uno? 

-La inversión de una planta de 2 mega mwh/hora puede rondar los tres millones y medio de dólares a cotización blue. Igual depende de varios factores como por ejemplo los sustratos.  

-¿Cuál es el modelo de negocios?

-Había distintas posibilidades y la realidad nos fue mostrando el camino del negocio. Cuando hablamos con los actores, clientes y productores, nos dijeron que les interesaría participar. Así que a partir de eso, diseñamos un proceso de tiene cuatro etapas. La primera son las biocriptogranjas, donde utilizamos la energía de biodigestores. Hoy en día estamos armando una que en 30 días va a estar funcionando en el sur de Córdoba.

La segunda esperamos implementarla antes de diciembre. Actualmente no hay muchas plantas de biogas y las que están no tienen  potencia disponible. Ahí nos surgió la necesidad de armar proyectos de cero para construir más plantas y abastecer de energía verde destinada al mundo cripto. Armamos un fideicomiso para que participen los productores en la planta y a su vez inversores privados que quieran apostar a esta industria. Además, estos últimos saben que es una inversión que no es volátil como sería comprar monedas que no saben que podría pasar. Apuestan a la criptomoneda más importante que es el bitcoin. 

 

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Cryptogranjas

 

-¿Cuál sería la siguiente etapa? 

-La tercera etapa es la generación de un token. Apuntamos a ver cómo llevar este sistema a una escala más grande que tenga un impacto positivo en la industria. Lo que nos damos cuenta es que hay algunos problemas y uno de ellos es el financiamiento. Porque tienen que desembolsar sumas elevadas y no tienen incentivos. Lo que buscamos es un sistema de incentivos y creo que este sistema los da. El token, que todavía no está lanzado, es por un megawatt/hora. Es un token verde que hoy no existe. Los inversores lo compran y tienen acceso a un precio del megawatt más barato. Con lo que se recauda del token, construimos las plantas y luego redimimos los tokens. 

-¿Dónde hay oportunidades para este sistema?

-Tenemos muchas porque la Argentina tiene una industria primaria muy grande y una industria alimentaria muy grande. Una de las zonas que analizamos es Mercedes porque tiene mucho campo, criaderos y fábricas. También nos han contactado de Salta, San Juan y desde otros países como Uruguay. El tema de la generación de trabajo es algo para destacar. Cada biodigestor opera de forma constante con operarios por lo que son tres turnos. Además hay ingenieros especializados en química para analizar los sustratos y otros profesionales que son necesarios para que todo funcione correctamente.  

 

-¿Es un problema que el mercado cripto esté a la baja?

-A los productores les genera cierta incertidumbre porque no están acostumbrados. Ellos vienen de un sector que se está digitalizado y que tiene establecimientos súper tecnológicos pero no están familiarizados con las criptomonedas. Entonces, les genera reticencia pero hay dos temas a destacar: nosotros apostamos a algo que sirve tanto para la industria cripto como para la energía. Cuando analizamos la factibilidad, siempre tenemos un “Plan B”. Se analiza entregar energía a la red en caso de que minar criptomonedas no genere una rentabilidad. En segundo lugar, aclaramos que el bitcoin es volátil y que la baja de precios ya ocurrió muchas veces. En ese sentido, señalamos que hay que mirar a largo plazo y nunca hay que entrar arriba de todo. Sé que suena contraintuitivo pero nosotros que estamos 2017, cuando más armamos granjas es a la baja. Porque una máquina que hace cinco meses valía ocho mil dólares, hoy vale cuatro mil. Es el momento para entrar. 

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