Forbes Argentina
Joel y Jared son dos de los siete hermanos Stanley que popularizaron el CBD con
Innovacion

Crearon un suplemento a base de cannabis para convulsiones y ahora cultivan hongos para el autismo y la depresión

Will Yakowicz

Share

Los hermanos Stanley crearon Charlotte's Web, un suplemento de CBD que tuvo un efecto milagroso contra las convulsiones. Ahora desarrollan medicamentos derivados del cannabis y la psilocibina con la esperanza de tratar el autismo, el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y la depresión.

30 Junio de 2025 20.30

Dentro de un almacén de 1.254 metros cuadrados en Littleton, Colorado, Joel Stanley, uno de los siete hermanos Stanley que popularizaron el CBD con su empresa Charlotte's Web hace una década, recorre cinco salas de cultivo aisladas donde crecen miles de hongos psicodélicos. Gigantescos cuerpos fructíferos de estos potentes hongos, que contienen el compuesto alucinógeno psilocibina y otras triptaminas, se alzan imponentes en su nueva compañía, la desarrolladora de medicamentos Ajna BioSciences.

Al final del pasillo, un químico con bata blanca vierte extracto de hongos en cilindros plateados. Así convierte el líquido rico en triptamina en un polvo fino color cáscara de huevo. Aunque estos hongos mágicos son conocidos por inducir experiencias psicodélicas intensas, Ajna, fundada en abril de 2021, no los cultiva para expandir la consciencia. Su objetivo es desarrollar lo que Stanley espera que sea un nuevo medicamento contra la depresión, valorado en mil millones de dólares y aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA).

"Estamos adoptando un enfoque farmacéutico hacia la naturaleza", afirma Stanley, director ejecutivo y fundador de Ajna, de 45 años. "Todo nuestro proceso es totalmente orgánico, lo que significa que pudimos producir el primer producto farmacéutico orgánico con certificación del USDA", explica.

En otra sala, un químico sentado junto a un espectrómetro de masas de alta resolución trabaja en identificar cada molécula del fármaco estrella de Ajna, cuyo nombre en código es AJA001. Se trata de una tintura botánica de CBD y THC extraída de una cepa patentada de plantas de cáñamo Charlotte's Web. "Estamos mapeando la estructura química para ver cada átomo; estoy hurgando en los detalles", dice.

Ajna reunió un total de US$11 millones: unos US$4,5 millones aportados por la familia Stanley, US$5,5 millones de Joel y otros ejecutivos de su empresa, y el resto de los primeros inversores de Charlotte's Web. Este capital busca financiar el desarrollo de una serie de medicamentos botánicos a base de cáñamo, marihuana y hongos psilocibios.

Charlotte's Web, que posee la propiedad intelectual de AJA001, cedió la licencia a DeFloria, la nueva compañía de Jared, el hermano de Joel, para ayudar a Ajna a avanzar con el proceso de aprobación de la FDA. A cambio, recaudó US$15 millones de British American Tobacco. DeFloria funciona como una sociedad entre Ajna, Charlotte's Web y BAT.

AJA001 apunta a lo que muchos consideran la afección central de la era de Make America Healthy Again: el autismo, que afecta a uno de cada 31 niños y a uno de cada 45 adultos. Jared Stanley, director ejecutivo de DeFloria, de 38 años, afirma que el medicamento para el autismo sigue la vía botánica de la FDA. Esto significa que se deriva por completo de la planta y no es un fármaco sintético de una sola molécula, como ocurre con la mayoría de los medicamentos que se venden en el mercado.

Los medicamentos botánicos suelen ser más complejos que los monomoleculares por la gran cantidad de compuestos activos presentes en las plantas. AJA001, por ejemplo, contiene 6.000 compuestos. Actualmente, solo hay cuatro medicamentos botánicos aprobados por la FDA. Entre ellos se encuentran las sinecatequinas, una crema tópica para las verrugas genitales elaborada con hojas de té verde y comercializada como Veregen.

El AJA001 superó con éxito la Fase I de los ensayos clínicos de la FDA el verano pasado y demostró ser seguro. En febrero, se autorizó su ingreso en la Fase II, destinada a estudiar la eficacia y los efectos secundarios del fármaco. Esta etapa suele ser la segunda más difícil, y solo el 33% de los medicamentos logra superarla. Si AJA001 llega a la Fase III, la parte más compleja del proceso, deberá probarse en una población más amplia de pacientes para monitorizar reacciones adversas y eficacia. Ahí enfrentará una tasa de éxito que ronda entre el 25% y el 30%.

El éxito de la nueva aventura de los hermanos Stanley no está garantizado. Lograr que un fármaco pase todas las fases de ensayos clínicos y reciba la aprobación de la FDA exige un presupuesto enorme. En promedio, conseguir que un medicamento completamente nuevo supere este proceso cuesta US$880 millones. Esa cifra puede superar con facilidad los US$1.000 millones si surgen problemas en los ensayos o con los datos. Todo el proceso puede extenderse durante una década y conlleva una tasa de fracaso del 91%. DeFloria ya invirtió US$16 millones para que AJA001 avance en su etapa de desarrollo.

Si bien 39 estados legalizaron la marihuana medicinal y 25 habilitaron las ventas recreativas, el cannabis farmacéutico pertenece a una industria completamente distinta. En 1985, la FDA aprobó Marinol, una forma sintética de THC llamada dronabinol, para pacientes con cáncer y SIDA. Sus ventas se estiman en unos US$250 millones anuales.

El mayor éxito actual derivado del cannabis es Epidiolex, una tintura de CBD aprobada por la FDA para niños y adultos con síndrome de Lennox-Gastaut, síndrome de Dravet y otros trastornos convulsivos poco frecuentes. Con una población de pacientes que ronda las 100.000 personas a nivel mundial, Epidiolex alcanzó US$972 millones en ventas el año pasado y se perfila para superar los US$1.000 millones este año, según analistas. Los Stanley creen que su medicamento para el autismo, si logra la aprobación, podría alcanzar un éxito mucho mayor.

AJA001 apunta a tratar la irritabilidad en personas con trastorno del espectro autista (TEA), que afecta a unos 4 millones de personas en Estados Unidos. En la actualidad, hay dos medicamentos que se utilizan para esta indicación: AbilifyRisperdal. Ambos son antipsicóticos que regulan el estado de ánimo y el comportamiento al modificar los niveles de dopamina y serotonina en el cerebro. Sin embargo, provocan numerosos efectos secundarios graves.

Aun con estos antecedentes, y con una población de pacientes de millones de personas, Joel Stanley cree que AJA001 podría superar los US$2.400 millones en ventas durante los cinco años posteriores a su comercialización.

Los Stanley poseen las patentes de la cepa de cáñamo Charlotte's Web, con la que se produce AJA001. Además, Ajna solicitó patentes, aún en trámite, para su medicamento. Los productos botánicos cuentan con protección de propiedad intelectual similar a la de otros fármacos, pero Jared Stanley sostiene que son más difíciles de producir y pueden proteger mejor contra la competencia de los genéricos por la cantidad de compuestos activos que contienen.

Ajna
Los Stanley poseen las patentes de la cepa de cáñamo Charlotte's Web, con la que se produce AJA001, y Ajna solicitó patentes para su medicamento.

"Uno de los paradigmas singulares de la propiedad intelectual es que existe una ventaja natural contra los genéricos", afirma Jared. Joel agrega: "Es prácticamente imposible generalizar un fármaco multicompuesto de espectro completo".

Rachel Elfman, analista de Morningstar que sigue a Jazz Pharmaceuticals —la compañía con sede en Dublín que compró Epidiolex por US$7.200 millones en 2021— advierte que DeFloria no atraviesa un camino sencillo. "Para cualquier empresa, es una hazaña muy difícil desarrollar un fármaco, realizar la evaluación de ensayos preclínicos y obtener la aprobación", señala. "Es un proceso arduo y largo para cualquier compañía, con un alto riesgo de fracaso", agrega.

Joel, cuya tarea principal es reunir fondos para Ajna —que en sánscrito significa "percepción" y alude al chakra del tercer ojo— no se muestra preocupado por conseguir el capital necesario para financiar más ensayos clínicos. Recién empieza a gestionar una ronda de financiación adicional que, según explica, permitirá que AJA001 complete la Fase II del proceso de la FDA. El costo promedio de esta etapa supera los US$ 20 millones.

"Ya recaudamos US$28 millones para llegar a este punto en cuatro años, durante el peor momento para buscar capital en mi vida, lo que demuestra los méritos del proyecto y que vale la pena", sostiene. "No me preocupa recaudarlo, pero sí me preocupa el tiempo que tardará en llegar", reconoce.

Aunque la aprobación de Epidiolex resulta una señal alentadora de que la FDA está dispuesta a considerar medicamentos basados en cannabis, AJA001 contiene THC, el componente psicoactivo de la planta, que todavía es ilegal a nivel federal. Este factor complica mucho más todo el proceso. Por supuesto, existe gran expectativa en torno a los beneficios medicinales de la marihuana y de drogas psicodélicas como la psilocibina. Sin embargo, ninguna empresa logró introducir con éxito en el mercado estadounidense un medicamento con THC en forma no sintética. Y abundan los casos de fracaso.

Jazz Pharmaceuticals, por ejemplo, posee un spray bucal con THC y CBD llamado nabiximols, que se comercializa como Sativex. Este medicamento se aprobó inicialmente en Canadá en 2005 para aliviar la espasticidad muscular en personas con esclerosis múltiple. Desde entonces, obtuvo aprobación en más de 20 países. Sin embargo, nabiximols no logró superar el proceso de aprobación de la FDA. En 2022, fracasó en su ensayo clínico de Fase III después de que la compañía invirtiera casi US$20 millones desde 2017.

El proceso resulta todavía más complicado cuando se trata de drogas psicodélicas. El año pasado, el MDMA, el ingrediente activo del éxtasis que Lykos desarrolla como un medicamento combinado con terapia para el trastorno de estrés postraumático, tampoco consiguió la aprobación de la FDA. Esto ocurrió pese a haber recibido la designación de "terapia innovadora" hace casi una década, una vía de desarrollo acelerado que la agencia otorga a fármacos con potencial prometedor, y tras recaudar US$100 millones. Lykos está buscando fondos para repetir su ensayo de Fase III.

Pero los Stanley no se desaniman con estos fracasos. Creen que una de sus principales fortalezas es el asesor médico principal de Ajna, el Dr. Orrin Devinsky, director del centro de epilepsia Langone de la Universidad de Nueva York. Devinsky fue el investigador principal de Epidiolex. "Es la única persona que cuenta con la aprobación de la FDA para un medicamento de cannabis y ahora lidera este proyecto", afirma Jared.

Dr. Orrin Devinsky
El Dr. Orrin Devinsky, director del centro de epilepsia Langone de la Universidad de Nueva York, es el asesor médico principal de Ajna.

 

Los hermanos Stanley no pretenden hacerlo todo por su cuenta. Su estrategia se parece a la de GW Pharma, la empresa británica que creó Epidiolex y Sativex antes de venderlos a Jazz. "DeFloria busca a su socio comercial", dice Jared. "Ese sería el que más rápido podría salir", asegura.

La familia Stanley conoce tanto los éxitos como las dificultades. Los siete hermanos y cuatro hermanas crecieron con modestia en Oklahoma y después en Colorado. Pobres y religiosos, empezaron a trabajar desde chicos: repartían diarios, cortaban pasto. Con el tiempo, Joel entró a trabajar en plataformas petroleras en Barnett Shale, Texas. "Nada paga como el petróleo", dice. Josh, otro hermano, abrió un dispensario en Denver y, para 2009, la mayoría se unió para emprender un negocio en la incipiente industria de la marihuana medicinal de Colorado, que en ese entonces todavía sufría redadas gubernamentales. Comenzaron a cultivar marihuana con un equipo de 16 luces en un sótano a las afueras de Fort Collins. Ahí producían marihuana y elaboraban aceites y tinturas muy potentes que vendían a dispensarios médicos.

A partir de 2010, los hermanos empezaron a dejar las variedades de marihuana con alto contenido de THC para centrarse en otras con alto contenido de CBD y explorar los beneficios medicinales de este cannabinoide. Un amigo de su madre les entregó semillas de cáñamo silvestre que crecían en su granja de Kansas. Las cruzaron con otra variedad y la llamaron Signa, en honor a su abuela. Sin embargo, esta planta no era para quienes buscaban un efecto recreativo. La variedad tenía un contenido elevado de CBD, que no produce efectos psicoactivos. Finalmente, le cambiaron el nombre en honor a su primera clienta: una niña de cinco años llamada Charlotte Figi, de Colorado Springs, que sufría convulsiones debilitantes a causa del síndrome de Dravet.

El resultado fue un auténtico milagro. Charlotte, que no podía caminar ni hablar, empezó a tomar la tintura elaborada por los Stanley, y sus convulsiones pasaron de 50 diarias a una al mes. En 2013, el Dr. Sanjay Gupta, neurocirujano de la Universidad Emory y corresponsal médico jefe de CNN, conoció a Charlotte y llevó el CBD y Charlotte's Web a la atención pública con su documental de CNN "Weed". Pronto, los Stanley tenían una lista de espera de 15.000 clientes. Obtuvo una licencia de cáñamo industrial, arrendaron tierras agrícolas, plantaron 36.000 plantas de cáñamo y comenzaron a fabricar sus propios productos. (Charlotte falleció en 2020, probablemente por complicaciones de la COVID-19).

Para 2018, poco antes de que el gobierno federal legalizara el cáñamo mediante la Ley Agrícola, los hermanos habían recaudado US$150 millones y salieron a bolsa en Canadá. La compañía alcanzó una capitalización bursátil de US$1.000 millones y generó ingresos por US$95 millones en un año. Sin embargo, hoy, con un mercado muy competitivo en el mundo de los suplementos dietéticos y con la economía de la marihuana regulada por los estados, que mueve US$32.000 millones en ventas anuales, los ingresos cayeron a US$50 millones. El precio de las acciones se desplomó por debajo de los 10 centavos, con una capitalización bursátil de apenas US$15 millones.

Para 2021, los hermanos empezaron a buscar otros caminos. Joel fundó Ajna y, dos años después, Jared lanzó DeFloria con el objetivo de solicitar la aprobación de la FDA para su medicamento de cáñamo, AJA001.

De vuelta en la sede de Ajna, Joel se encuentra junto a la caja fuerte de 4,5 metros de la compañía, revestida con 20 centímetros de hormigón armado, donde almacenan todos los productos de psilocibina y THC. Durante un período de inactividad en el laboratorio, uno de los químicos sintetizó 5-meo-DMT, un potente psicodélico presente en el sapo del desierto de Sonora, conocido por su apodo de "Molécula de Dios".

"Algún día, podríamos convertir eso en una fuente de ingresos si queremos", comenta Joel, y explica que su empresa cuenta con una licencia de la Administración de Control de Drogas para investigar y producir sustancias prohibidas. A pesar de los riesgos y de la alta probabilidad de fracaso, los hermanos Stanley aseguran que lograrán que la primera forma botánica de cannabis supere el proceso de aprobación de la FDA. "El cannabis farmacéutico es el mayor futuro del cannabis", sostiene Joel. "Esto será revolucionario", concluye.

 

*Con información de Forbes US.

10