La gravedad de la situación obliga, como nunca, a ser transparentes, honestos y tener cuidado de generar falsas promesas. Cuando no hay certezas, es mejor no darlas
En esta actualidad atravesada por el coronavirus, la prioridad del empleador es mantener los puestos de trabajo. Pero, para lograrlo, hay que tener en cuenta variables que además de ser fundamentales, están absolutamente relacionadas.
Por un lado, se encuentra la definición de la cultura y los valores de cada compañía vinculada, asimismo, a un factor clave como son los resultados de su negocio. En principio, entonces, mantener la silla, como se dice habitualmente, dependerá del camino que elija y pueda tomar una empresa en esta situación crítica. Es una crisis que afecta a todos. Por lo que, ante la disyuntiva de si queremos sostener el empleo de todos o el negocio, la respuesta variará en función del tipo de compañía.
No es lo mismo una radicada en Argentina de capitales extranjeros, que una firma grande pero local, que una pyme o un comerciante minorista. Allí aparece una diferencia en el modo en que cada una de estas puede resolver la situación. Básicamente, en términos de espalda financiera pero también de cómo sea el proceso de toma de decisiones. Por caso, si se trata de una multinacional, probablemente conforme un comité de crisis que analice la situación en los distintos países en los que tiene presencia, genere discusiones entre líderes internacionales y locales y, finalmente, lleve adelante una serie de medidas. Muy distinto será si la decisión es netamente local; más aún si está en manos de una sola persona.
También influye en el modo en que una empresa pueda enfrentar la tormenta y gestionar sus recursos humanos, el sector productivo al que pertenece. Entre los más castigados, están el comercial, el de retail, turismo y entretenimiento. Distinto es el caso de las áreas de tecnología, comercio electrónico o el campo. Otro factor está relacionado con lo determinante que sean los costos de la mano de obra. En una compañía de servicios profesionales (estudios jurídicos y consultorías, entre muchos otros) estos tendrán un impacto mayor que en los sectores donde el costo está principalmente en los insumos de producción u otros.
A todo esto se le suma la realidad de los accionistas y los tiempos que están en juego. Aún cuando la línea de una compañía sea la de preservar los puestos de trabajo, los accionistas no se van a endeudar personalmente para sostenerlos. Ahí es donde el factor tiempo se hace más claro. Los líderes, en su experiencia y conocimiento, deben hacer proyecciones acerca de cuánto puede durar la crisis y tomar decisiones.
Entre las estrategias orientadas a conservar la mayor cantidad de puestos posible están: desde las más extremas como definir despidos, pasando por suspensiones que pueden ser parciales o totales en cuanto a tiempo o a dotación -o la combinación de ambos- y hasta la reducción del salario; incluso sin reducción de jornada.
Todas estas decisiones tienen impacto y costos. Son siempre dolorosas y por eso es clave la comunicación. Transmitir un mensaje que explique las razones y lo que está en juego. Hoy la imposibilidad de hacerlo de manera presencial es un aspecto que le aporta aún mayor complejidad. Son momentos y definiciones muy angustiantes que no es lo mismo comunicar en una charla en persona que mediante una plataforma tecnológica.
Los líderes deben ser transparentes, honestos y tener cuidado de generar falsas promesas. Lo más incierto son los tiempos de la recuperación económica. En Argentina es arriesgado señalar un horizonte. Por eso, cuando no hay certezas, es mejor no darlas. Sí tener presentes a aquellos compromisos que quedaron postergados.
Por otra parte, también es un momento en el que cada empleado tiene una oportunidad en función de cómo pueda y quiera pararse frente a la crisis. Quien aporte un grano de arena, la famosa extra milla, con certeza será recompensado en una organización que hace bien las cosas.
Por Matías Ghidini. General Manager de GhidiniRodil y autor del libro “Mi Trabajo Ahora”.
