Hace unos días, se dio a conocer que la empresa que produce las gaseosas Manaos concretó una compra estratégica que puede reconfigurar el mercado local de bebidas. Por US$ 74 millones, el grupo que lidera Orlando Canido se quedó con la firma dueña de Cunnington, una marca histórica del rubro, con presencia consolidada en almacenes, autoservicios y quioscos del país. La operación incluyó la planta ubicada en Llavallol, la marca, contratos con proveedores, acuerdos comerciales vigentes y la flota de transporte.
A diferencia de los movimientos que suelen protagonizar las multinacionales, esta adquisición no pasó por bancos de inversión ni firmas especializadas en fusiones. Las conversaciones se habrían dado de manera directa entre Canido y los dueños de Prodea, la empresa que manejaba Cunnington hasta ahora.
El dato no es menor: los nuevos dueños son también los responsables de la marca de gaseosas Secco, muy fuerte en el norte argentino. La decisión pasa por no unificar estructuras ni equipos, sino mantener a cada compañía con su propio esquema de funcionamiento. El objetivo: sostener a Manaos como opción low cost y posicionar a Cunnington como alternativa directa frente a Coca-Cola.
Una marca con historia y llegada
Cunnington se mantuvo durante décadas como una marca reconocida por sus productos accesibles y su presencia constante en puntos de venta donde otras empresas no siempre logran llegar. El catálogo no se limita al agua tónica: suma sabores como cola, naranja, lima-limón, pomelo y versiones sin azúcar. En todos los casos, el precio jugó un rol clave para sostener la demanda, incluso en contextos económicos adversos.
Uno de los activos más valiosos que pasa a manos del grupo de Canido es la planta de Llavallol. Ese predio concentra toda la producción y el embotellado de la línea Cunnington, con una capacidad que alcanza para abastecer al AMBA y buena parte del interior del país. Incorporarla permite reforzar la logística, optimizar tiempos de entrega y reducir costos de traslado.
Durante los últimos años, Cunnington creció sin grandes campañas de marketing. Su diferencial pasó por otro lado: una distribución capilar, centrada en almacenes de barrio y comercios de cercanía. Esa red, muchas veces desatendida por las grandes marcas, pasó a ser un activo estratégico. Justamente ese punto despertó el interés de Manaos, que busca ampliar su cobertura territorial y ganar terreno en zonas donde la competencia internacional tiene menos peso.
El plan de Canido para escalar aún más
La compra de Cunnington encaja en una estrategia más amplia. Canido pretende utilizar la infraestructura de ambas compañías para potenciar la producción, ordenar redes logísticas y cubrir más puntos de venta. El plan incluye mantener operativos a los dos equipos de trabajo, sin despidos ni fusiones, pero con una coordinación que permita reducir costos y ganar eficiencia.
Además, se analiza usar la red comercial de Cunnington para reforzar la llegada de Manaos a zonas donde hoy la distribución es más frágil. La logística se vuelve clave en un mercado cada vez más atomizado, donde la posibilidad de entregar rápido y a buen precio define muchas veces la elección del consumidor.
El modelo que aplicó Canido con Manaos buscará replicarse ahora con Cunnington. Producción a gran escala, promociones agresivas y una narrativa centrada en el consumo popular. Esos elementos convirtieron a Manaos en un jugador fuerte del segmento económico. Con la nueva adquisición, el grupo apuesta a ocupar todos los tramos del mercado.
Canido conoce el negocio. Antes de crear Refres Now, la firma que produce Manaos, trabajó en distribución de bebidas como la cerveza Bieckert y el vino Crespi. También tuvo vínculos con Coca-Cola y Pepsi. Su incursión en las gaseosas arrancó con Sao, una marca de bajo precio que distribuyó cuando San Isidro Refrescos era embotellador de Coca.
Esa experiencia fue clave para identificar vacíos en el mercado y desarrollar una propuesta que creció con velocidad. La historia de La Bichy Ahora también responde a esa dinámica. Se trató de una respuesta rápida a un cambio en los contratos de distribución, que derivó en una marca propia con buena recepción.
Por su parte, Cunnington arrastra una trayectoria que comenzó en 1920, cuando Juan Vicente Sangiácomo la fundó. Permaneció bajo control familiar hasta su cierre en los años '80. Reapareció en 1997 bajo la empresa Prodea. Ahora, con este nuevo dueño, podría recuperar parte del protagonismo que perdió frente a las multinacionales.
El desembolso de US$ 74 millones confirma que el plan de Canido va más allá de mantener a Manaos como marca económica. Busca ganar volumen, mejorar la distribución y quedarse con cada rincón del mercado donde haya una posibilidad de crecer.